Ben se había pasado el último mes y medio intentando reconstruir los hechos de la extraña noche que, aunque seguían en su memoria no podía precisar. Su mayor confusión radicaba en que si bien recordaba haber estado con una mujer, por algún motivo la imagen de la misma no se correspondía con la habitante de su obsesiva mente. Por otra parte, pero no menos importante, los recuerdos de aquel encuentro habían comenzado a quemar la piel de Ben, y conforme más pasaban los días más quería él encontrar a aquella chica, y fue tanta su obsesión que volvió al lugar en el que la había conocido, pero al localizar a la chica en cuestión, o al menos a la que él creía que buscaba, todo lo que consiguió fue pasar un mal rato, porque en primer lugar y al acercársele, estuvo positivamente seguro de que no era la persona que buscaba, y segundo, en cuanto la chica lo vio comenzó a gritar y él tuvo que aplicarse mucho primero para deshacerse de los guardias del local que pensaron que la estaba atacando, y luego para calmar a la mujer. No obstante, después que ella se había calmado, pudieron conversar y le bastaron unos pocos minutos para confirmar su primera apreciación, misma que la mujer se encargaría de refrendar cuando le juró haberlo visto desvanecerse en el aire. Aun así, Ben intentó algo más y le preguntó si estaba solo, a lo que ella respondió en forma afirmativa.
Después de eso Ben se encargó diligentemente de modificar sus recuerdos y se marchó. Así que ahora, mes y medio después, seguía sin saber quién había sido su acompañante, porque de lo que sí estaba seguro era que había estado con una chica y que la misma se había dedicado a atormentar sus noches.
En un loco intento por aclarar aquel caótico panorama, le había contado a Altair lo que medio recordaba y su primo había concluido que seguramente se había ido a otro lugar que lógicamente, en el estado de ebriedad en el que se hallaba, no podía recordar y que de allí había sacado a la otra chica.
Sin embargo, Ben no se consideraba para nada afortunado, porque tal vez la chica en cuestión no era una asesina, pero sin duda una ladrona sí era, pues le había robado la tranquilidad a su vida, y a sus noches el sueño.
De lo que Ben no había sido consciente era de que a medida que transcurrían los días, iba captando uno que otro detalle, por ejemplo, ahora estaba seguro que la chica tenía una larga cabellera negra, y si aun estuviese pensando que se trataba de la chica del bar, este detalle habría bastado para convencerlo de lo contrario, ya que ésta era rubia. Pero lo más desesperante era que en medio de las febriles noches y cuando Ben estaba seguro que iba a verle el rostro, éste desaparecía oculto por una bruma impenetrable.
Aunque Altair no solía mortificarse mucho por cuestiones de faldas siempre y cuando esta no fuese la falda de mademoiselle, ya comenzaba a preocuparse por Ben, pues en la última semana le había dado por irse a recorrer bares en busca de su chica perdida.
Sin embargo, Ben había dejado de escucharlo perdiéndose en los recuerdos. Aunque inicialmente él también había considerado aquella posibilidad, luego recordó que fuere quien fuere su huidiza damisela, no había estado con nadie más antes de él y eso lo recordaba bien, así que estaba seguro que no era ninguna prostituta.
El asunto era que a la fecha seguía sin tener ni la más mínima idea de quién era o dónde podía estar al menos físicamente, porque el lugar que no había abandonado era el de los sueños y los pensamientos de Ben.
Al amanecer del último día del año, Ben despertó sobresaltado después de haber estado soñando con su ladrona, como la había bautizado Altair. Aquellos sueños le parecían a Ben tan reales y excitantes que casi había renunciado a cualquier salida con su primo y solo quería llegar a casa y dormir únicamente para encontrarse con su ladrona y volver a besarla, volver a sentir aquella piel cálida y volver a vivir la ardiente experiencia que había vivido en sus brazos. No obstante, aquella madrugada se había despertado sintiendo un vacío en el estómago y sudando como si hubiese tenido mucha fiebre, a pesar de que estaban a una temperatura por debajo de los 2º. Después de mirar a su alrededor y verificar que todo estaba en orden, se levantó y se asomó al pasillo, pero todo estaba en silencio y nadie parecía estar fuera de la cama. Ben salió y abrió la puerta de la habitación de Axel y no se sorprendió mucho de encontrarla vacía, pues él sabía que en muchas oportunidades su hermano no regresaba sino poco antes del amanecer, y solo esperaba que el necio aquel estuviese tomando las precauciones debidas, pues no estaba muy seguro de que pudiese sobrevivir a Anthar si repentinamente Daniela anunciaba estar embarazada, eso por no mencionar a Rigel. Pasó a la de Cristian y aquí si que se sorprendió mucho, pues, aunque él sí estaba en su cama, no estaba solo. Ben estaba al tanto de la relación entre su hermano y la alocada Juliette, pero Cristian era el más parecido a Abigail y se le hacía difícil imaginarlo en aquel plan, pero luego sonrió y se dijo que el bueno de Cristian posiblemente solo había sido víctima de su disparatada novia.
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Editado: 12.11.2024