Inverness era un hervidero el día de San Valentín, porque, aunque contaban con un ejército de elfos domésticos, las madres de las criaturas insistían en hacer las cosas ellas mismas, especialmente Abigail cuyos tres hijos contraerían matrimonio ese día, y en realidad, la pobre aun no podía creerlo. En vista de que Dominique era tan informal como sus hijos, y Fleur agregaba además que era una irresponsable, ella misma se había hecho cargo de los preparativos con relación a la boda de Jean Louis y Virgine. Lyra y Magenta se lo habían tomado con un poco más de calma, aunque los dos hijos de la segunda iban incluidos en el paquete de bodas. En el caso de Ameliè tenía a su cargo a dos Valois y dos Arvelino, mientras que Lily, Victorie y Ginny estaban en la misma situación de Lyra con solo una boda de la que ocuparse. Sin embargo, las que las llevaba locas a todas era Rowena, pero su obsesión eran los trajes no solo de las novias, sino los de todas las chicas, así que no le había dado un minuto de paz a ninguna, y las infortunadas empleadas de su boutique ya se estaban planteando renunciar en masa, y lo único que las detenía era la peligrosidad de su patrona, ya que las pobres chicas pensaban que Rowena las perseguiría si se marchaban justamente en ese momento.
En el caso de los caballeros ninguno parecía querer tener nada que ver en el asunto y se habían dedicado cada uno a lo suyo. Tyler había estado persiguiendo a su hijo y amenazándolo con los horrores del infierno si hacía una trastada, pues en su opinión, aquel incordio no estaba ni estaría nunca preparado para contraer matrimonio. Anthar estaba desolado, pues pensaba que perdía a uno de sus tesoros. Jason y Silver se habían mantenido a la mayor distancia posible tanto de los ataques histéricos de las novias de las cuales cuatro estaban embarazadas, como de todo el corre y corre de los preparativos, así que habían pasado la mayor parte del tiempo en el hospital durante las dos últimas semanas. Charlie, Stefano y Harry estaban medianamente involucrados, mientras que Terry y James siendo los probados locos que eran, fueron echados en innumerables ocasiones del castillo, porque solo sumaban más caos al ya existente.
Los más jóvenes se dedicaban con ahínco a amargarle la existencia a los que estaban próximos a casarse, y en algunos casos como el de Jean Paul, había hostigado a su hermano para convencerlo de que no había necesidad de correr. Rigel había decidido que como todos estaban locos y él no, lo mejor que podía hacer por ellos era asegurarles que siempre estaría dispuesto a incinerarlos cuando se hartasen de la cadena que estaban echándose al cuello. J.B. estaba contento por Daviana y por su padre, pero tenía problemas propios que le urgía resolver, así que había prestado poca colaboración a su tío James en la desestabilización general, mientras que los gemelos Morgan eran parte activísima de la misma. Antares y François tenían un pleito cerrado desde hacía meses y nadie parecía haberles prestado mucha atención, pero en breve les explotaría aquella bomba en la cara. Sebastièn se había estado ocupando de ayudar a Cristian, pues el chico estaba lo bastante nervioso a causa de las bromas de todos incluido Axel que, a pesar de ser uno de los contrayentes, encontraba tiempo para fastidiar a su hermano, de manera que Cristian no podía con el trabajo, los estudios, los preparativos y encima con tener que recordar todo lo que Juliette olvidaba y que era literalmente todo.
A mediodía los novios comenzaron a dar señales de vida, porque mientras los demás estaban más o menos en condiciones, estos degenerados se habían esmerado en hacer polvo a los suicidas, de manera que Jason después de darles algo para el malestar, había incluido una pequeña dosis de poción somnífera para que descansasen un poco y no pareciesen cadáveres a la hora de la ceremonia, aunque en el caso de Ben eso parecía inevitable.
Finalmente, Ben se resignó a ser víctima no solo de la cháchara, sino de las bromas de aquel par de descerebrados, y si a eso le sumaba el malestar general, sus perspectivas para iniciar el día de su boda no eran las más alentadoras. Sin embargo, se puso de pie y entró al baño, pero unos segundos después estaba escuchando las risas de sus primos mientras él vomitaba hasta el alma, de manera que pensó que su hijo no debía quererlo mucho si le hacía aquello sin siquiera haber nacido aún.
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Editado: 12.11.2024