El cierre de campaña en el mundo mágico, era muy diferente al de los muggles que consistía en grandes concentraciones de personas con mucho escándalo, y la peligrosa tendencia a los accidentes, no, en el mundo mágico era un acto muy solemne que se efectuaba en la sala del tribunal, y su mayor virtud, en opinión de Jason y Sirius, por ejemplo, era su brevedad, ya que solo se trataba de un acto protocolar y no, de proselitismo.
Si bien a éste podían asistir algunas personas, como familiares o amigos cercanos de los candidatos, nadie más podía ingresar a la sala sin la debida invitación.
Una vez que los miembros del tribunal ingresaban a la sala, se cerraban las puertas y no se le permitía el acceso a nadie más, aunque tuviese una invitación. El secretario del Wizengamot daba lectura al acta que pormenorizaba el motivo de la reunión, y los nombres de los candidatos.
Obviamente, ninguno de los miembros de la familia había estado nunca en un acto como aquel, así que, de James para abajo, se sintieron tremendamente fastidiados cuando se enteraron de que, si querían asistir, no podían hacerlo vistiendo las groseras prendas que solían llevar, y por el contrario, tendrían que ajustarse al protocolo vistiendo túnicas.
Los únicos que habían asistido a un acto similar, aunque no igual, pues se trataba de los nombramientos de nuevos miembros del tribunal, eran Bill, Hermione y Joseph, así que el primero fue quien advirtió a Harry, y como éste conocía bien a todos bien, en especial a su angelito, había decidido reunirlos para advertirlos al respecto, algo que decidió hacer con bastante antelación, tanto para que no alegasen que no tendrían tiempo de hacerse con la vestimenta adecuada, como para que lo tuviesen de hacerse a la idea. Aunque aquello se había hecho en Inverness, era muy improbable que Jason hubiese estado por lo ya antes explicado acerca de sus largas ausencias, pero como se hizo una noche bastante tarde, estaba presente también.
Harry sabía que tendría que echar mano a grandes cantidades de paciencia, y lo había estado haciendo desde antes de reunirse con los chicos, porque Ron, por ejemplo, siempre que le hablaban de túnicas de gala, acudía a su memoria el fatídico baile de navidad efectuado en oportunidad del Torneo, y lo mal que lo había pasado por causa de la vieja túnica que le había enviado su madre, y a pesar de que hacía mucho que estaba en posición de adquirir unas mejores, era algo a lo que se resistía.
En el caso de Sirius, y más que aversión, aquello era producto de su necesidad de fastidiar a sus progenitores y de ahí a todo el mundo, y como decía Grace, aquel sujeto podría llegar a ser el hombre más anciano del mundo, pero jamás maduraría; así que estaba tan furioso como James y jurando que nadie podía obligarlo a llevar aquel ridículo atuendo.
El otro portento de necedad era Jason, y en su caso el problema era su anarquismo, no había manera, y nunca la había habido, de que él se aviniese a hacer nada obligado, algo que recordaban bien sus primos, por ejemplo, ya que Jason se pasó más de la mitad de sus años escolares siendo perseguido por los profesores debido a que la mayor parte del tiempo iba sin la túnica escolar, no respetaba las horas en las que no debía andar por los pasillos, ni ninguna regla, en realidad. La cuestión, y de acuerdo a lo que había concluido Bill, no eran las reglas en sí mismas, sino que nada que comenzase con un: no se puede, era aceptable para aquel anárquico individuo.
El resto de los chicos era una cuestión más de comodidad que de aversión, y como sus padres nunca los habían obligado a vestirlas, no se mortificaban mucho por ello, y los únicos que habían enfrentado problemas parecidos a los de Jason, habían sido Louis, obviamente, James y J.B.
Aquella absurda discusión se prolongó mucho, como Harry sabía que sería, pero al final, quienes zanjarían la cuestión serían las chicas, quienes, por cierto, aunque tampoco estaban especialmente contentas, habían dado muchos menos problemas y éstos habían sido acaparados por los antes mencionados.
En este punto, Grace, Harry, Joseph y hasta el abuelo Arthur, se preocuparon, pues conocían de sobra el concepto de espectacularidad de Rowena, pero aquello era mejor que nada, pensó Harry cuando su hijo finalmente cedió.
Si Tyler sabía que se trataba de él, era porque si bien los gemelos eran indistinguibles, era J.L. quien había heredado la manía de Louis por el aspecto. Pero mientras él reñía a su desquiciado hijo, Dominique reía con descaro.
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Editado: 05.05.2025