Historias Inconclusas

Cap. 34 Pésimo día

Andrew Bradley era uno de los muchos trabajadores del departamento de leyes, pero gracias a su incansable y ordenado trabajo, había ascendido hasta convertirse en el asistente de Hermione, y, posteriormente, había hecho una excelente relación de amistad con los Lupin. Ese día, se encontraba en el despacho de Hermione, la miró firmar unos pergaminos y luego de revisar uno en el que había ido tachando los pendientes en una lista, lo miró.

  • Bueno, creo que… —pero se detuvo al verlo sonreír —¿Qué?
  • ¿Hasta cuándo seguirás buscando pretextos?

Hermione compuso expresión de disgusto, lo que hizo que Andrew sonriese de forma más abierta, y después de unos segundos, ella lo hizo también.

  • No son pretextos, necio. Estoy segura que no te gustaría encontrarte con un desorden que…
  • Algo muy improbable tratándose de ti, señora Lupin —la interrumpió

Hermione miró la carpeta que acababa de cerrar, luego paseó la mirada por el escritorio como si buscase algo, pero finalmente emitió un suspiro, se puso de pie y rodeó el escritorio deteniéndose frente a Andrew que también se había levantado.

  • Todo tuyo —le dijo, pero un segundo después, estaban abrazados
  • ¿Acaso quieres perder tu estúpida cabeza, Bradley? —escucharon
  • No fastidies, Lupin —dijo Andrew separándose de Hermione —¡Ey! —dijo sujetándole la barbilla —No te vas a la luna —agregó al ver las lágrimas de ella

Todo aquello obedecía a que, hacía quince días de las elecciones en las que Hermione había resultado vencedora, pero todavía ni siquiera se había efectuado la juramentación, pues ella le dijo a Kingsley que no podía marcharse sin terminar con las cosas que tenía pendientes, y por mucho que Kingsley protestó aduciendo que Andrew, quien la sucedería en el cargo de jefe del departamento de leyes, estaba perfectamente capacitado para continuar con lo que hubiese pendiente, ella insistió tercamente. Sin embargo, ya todo estaba hecho, pero después de haber pasado tantos años allí, le estaba costando la despedida.

  • Y más te vale ir a tomar el té cuando corresponde
  • ¿Crees que estoy loco? Claro que iré, porque no quiero que el nuevo ministro me despida —dijo y ambos rieron
  • Espero que te vaya bien en tu nuevo puesto, Andrew
  • Seguro, aprendí de la mejor

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En la casa de los Potter, Harry terminaba de desayunar a toda prisa, pues ese día le había costado mucho levantarse, algo que no sucedía con frecuencia, pero había ocurrido algunas veces desde que se habían acabado los pleitos matutinos entre sus hijos, aunque con frecuencia tenía que escuchar los de James y Rowena.

  • ¿Será finalmente hoy la ceremonia de juramentación? —preguntó Ginny y él sonrió
  • En teoría, sí
  • Bueno, avísame para… —Ginny se interrumpió al escuchar la voz de una de las gemelas, mientras que Harry cerró los ojos con resignación
  • ¡Wini, Jamie!
  • ¿Qué sucede? —preguntó Ginny —James y Rowena no se han levantado aún —agregó cuando la gemela entró en su línea visual
  • Justin llevó a Liam al hospital, porque Ty no respondió —dijo Lorena con agitación y ya Harry corría hacia las escaleras

Mientras Ginny intentaba tranquilizar y entender lo que Lorena decía, aunque esa era una tarea difícil, ya que las gemelas al igual que Rowena, perdían el control de sus nervios en ciertas situaciones. Cuando intentaba informarse si Tyler no había respondido, o si simplemente ellos no habían esperado, Harry volvió con la noticia de que la pareja no estaba allí. Esto extrañó mucho no solo a Ginny, sino al mismo Harry, pues sabían que ellos se habían quedado allí la pasada noche.

A pesar de que James y Rowena poseían una casa, esto era más nominal que real, y en opinión de Harry, Sirius se habría podido ahorrar aquel regalo que les había hecho cuando salieron de la escuela, porque aquellos locos nunca estaban en la misma, sino que seguían acampando en la casa de los Potter o en Grimauld Place, y en el caso de las niñas había sido igual y hasta peor, pues ellas tenían habitaciones tanto en aquellas dos casas como en Inverness.

El asunto era que, si bien habrían podido pensar que estaban en Grimauld Place, como se dijo antes, ellos los habían visto la noche anterior y sabían que se habían quedado allí, así como sabían que eran incapaces de levantarse cuando correspondían y siempre lo hacían a última hora, por lo que resultaba tan extraño que al menos Harry, comenzó a preocuparse.

  • Acompaña a Lorena —le dijo Ginny sacándolo de sus pensamientos —Y avísame cuando sepan qué le sucede a Liam —agregó mientras sujetaba e intentaba que Liev se estuviese quieto

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Justin había llegado al hospital preguntando por Tyler, porque, aunque él, a diferencia de la generación de Lorena que pensaban en Tyler cuando había problemas de salud, la de Lyra que era a la que él pertenecía, pensaba en Jason, en aquella ocasión no lo hizo. Sin embargo, la chica de recepción le dijo que el sanador estaba atendiendo una emergencia.

  • ¡Esta es una emergencia! —vociferó él
  • Cálmese, podemos…
  • ¿Justin? —interrumpió Silver que iba llegando junto con Abigail
  • ¡Silver! Liam tiene mucha fiebre




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