Historias Inconclusas

Cap. 36 Epidemia

Abigail se había ocupado de lo que Jason le había pedido, y ahora se frotaba la frente con una mano cuando Silver entró al despacho.

  • ¿Alguna novedad? —preguntó cautela
  • No hay casos en los hospitales, pero hay trece casos más, uno en Castellobruxo, dos en Beauxbatons, uno en Ivermorny, dos en Durmstrang, y siete en Koldovstoretz
  • ¡Por las Barbas de Merlín! ¡Escuelas!
  • ¿Jason aun…? —comenzó Abigail, pero se detuvo cuando Silver negó
  • Aun no ha salido del laboratorio, pero por lo que me dijo Tyler, el asunto es grave, porque no es un virus como los que conocemos

Abigail se abrió el rostro con las manos, así que Silver se acercó a ella y la abrazó.

  • Tranquila linda, ya verás que Jason consigue la forma combatir esto

Él había ido con la intención de descansar un rato, pero se dio cuenta que no podría, así que salió junto con su esposa para continuar con el trabajo de mantener estables a los pacientes hasta que Jason resolviese aquel horroroso acertijo.

En la sala de espera se respiraba un aire de opresiva preocupación. Un momento antes, habían ingresado a Jordan y a Daviana, así que quien peor estaba era Albus, pues fue inevitable que el aterrador recuerdo de la muerte de Brenda invadiera su mente, y como nadie estaba como para brindarle algún consuelo, en verdad estaba destrozado, tanto por lo anterior, como por el hecho de no era solo Daviana, sino que sus dos hijos estaban en las mismas condiciones.

El caso de Iván era casi tan terrible como el de Albus, solo que al menos Iván contaba con el empeño de su hermano, quien no había dejado de darle ánimo.

Eventualmente salía alguno de los sanadores, pero no habían podido decir nada más allá, de que los afectados se encontraban estables, y como estable no era lo mismo que mejorando o bien, eso no los ayudaba mucho.

Un par de individuos, a los que nadie de la familia conocía, aparecieron por el pasillo en dirección a donde se encontraban, y por efectos de la costumbre, los aurores se llevaron las manos a los bolsillos, pues por muy preocupados que estuviesen, y con excepción de Iván y Albus, todos los demás prestaron máxima atención. Sin embargo, los dos hombres se detuvieron junto a Demian que permanecía algo alejado de los demás, así que, si bien concluyeron que se trataba de conocidos de éste, J.L., que había heredado lo entrometido de su tío, decidió asegurarse acercándose sin que lo viesen, comprobando que eran inefables, y que habían ido a interesarse por la salud de su compañero, así que regresó y le informó a Sirius y a Bill que eran los que habían notado la repentina desaparición y regreso de J.L.

Era cerca de medianoche cuando vieron que salían Lyra y Altair, y aunque Sirius, Anthar, Cassandrea, y los Lupin corrieron hacia ellos, los demás se quedaron mirando a Altair y Akima. Pero si bien todos miraban con más curiosidad que otra cosa, pues la pareja parecía discutir, Anette tenía pésima expresión, ya que Akima estaba sujetando el brazo de Altair.

  • Te digo que estoy bien, Akima
  • Ajá, pero el señor Prewet dijo que debían descansar y mantenerte…
  • Ya descansé lo suficiente, y ahora lo que voy a hacer es mi trabajo

Demian, y aunque no sentía especial simpatía por ningún miembro de aquella familia, en ese momento sintió cierta compasión por aquel, pues sabía de primera mano lo irritante que era aquella chica. Anette por su parte, no estaba escuchando nada, sino desenado arrancarle la mano a Akima, y las cosas iban a complicarse, ya que lo siguiente que vio, o al menos fue lo único que ella vio, fue que Altair abrazaba a la chica.

De lo que Anette se había perdido, era de que, aunque aquellos dos eran igualmente irritantes y tercos, Altair había hecho silencio y miraba a la chica con atención, pero antes de que pudiese decir nada, ella se tambaleó y él reaccionó sujetándola.

  • ¡Nadie se acerque! —ordenó Altair al notar el movimiento

No era que en realidad nadie quisiese hacerlo, y el movimiento que su vista periférica había captado, era el de Anette que quería ir a hacer polvo a Akima, pero Lisandro y Jonathan la habían sujetado.

Altair alzó a Akima y entró de nuevo a la sala, de modo que los demás recuperaron el movimiento acercándose a Lyra.

  • Me diste un enorme susto, Ly —estaba diciendo Anthar, aunque ella ya estaba en otra cosa
  • ¿Dónde está Jey?
  • En el laboratorio —le contestó Remus —Según entiendo, aun no han encontrado una solución para este virus
  • ¿Disculpa? ¿Qué hace él en el laboratorio si también está…?
  • Él ya está bien, lobita —la interrumpió Sirius
  • Pero entonces… si yo estoy bien…
  • Conoces poco a tu Jey, si supones que iba a hacer cualquier otra cosa, por importante o urgente que fuese, sin ocuparse primero de que tú estuvieses bien —intervino Lily

En ese momento vieron que un pequeño lobo se posaba en el hombro de Cassandrea, y aunque bastante disminuida, escucharon la voz de Aydan.

  • ¿Sandy? ¿Alguna novedad de mamá y de los demás?




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