Historias Inconclusas

Cap. 37 El tiempo no se detiene

Después de la epidemia las cosas volvieron a una tensa calma, porque si bien no se habían registrado más casos ni en San Mungo, ni en otros lugares, algo de lo que Jason y Silver se mantuvieron muy pendientes, el primero tenía la desagradable sensación de que aquello solo era la calma que precede a la tormenta, y lo que lo estaba angustiando era no saber dónde o cuándo se desataría la misma.

Jason no había tenido intención de compartir su preocupación con nadie, pero había por lo menos cuatro personas a las que no les pasaría inadvertida, a saber, Harry, Hermione, el entrometido de Louis, y naturalmente Lyra. Sin embargo, si bien los dos primeros se mostraron cautelosos y se mantendrían atentos, Louis estaba tan convencido como Jason, y en el caso de Lyra, le bastaba con que Jey lo pensase para que ella lo creyese.

Sin embargo, comenzarían a pasar los meses y nada sucedió, pero como Jason y Louis seguían convencidos que se hallaban en la antesala del desastre, seguirían investigando hasta los hechos más nimios y sin importar dónde se sucediesen.

Silver casi había sufrido un colapso nervioso, porque Jason pedía por lo menos una vez a la semana, un reporte completo de estadísticas de casos no solo de su hospital, sino de los pocos hospitales mágicos en otros lugares.

Louis se había unido a los miembros de la última generación, en la reconfiguración de los Hit Wizard, y aunque en principio Andrew había estado contento, pues aquello era garantía de que cualquier arresto dejaría de ser problemático, después ya no lo estuvo tanto al tener a aquella partida de locos pululando por su departamento a cualquier hora.

Aunque Jason nunca en la vida habría estado de acuerdo con el bueno de Andrew en nada, pues seguía siéndole insoportable, y aunque no lo sabía, en aquello coincidían, e Iván, a quien Louis había arrastrado con él de la manera más inconsulta, había encontrado la forma de evadirlo pasando más tiempo con Jason y con Jordan, quienes se dedicaban en forma casi obsesiva a la investigación de los casos que por cualquier motivo Jason encontrase sospechosos.

De ese modo habían transcurrido los últimos cuatro años, y aunque a nivel laboral las cosas no estaban muy complicadas, a nivel familiar había sido un circo, ya que la familia se había incrementado a paso veloz y en un número francamente alarmante en opinión de Jason, pues a la fecha había diecisiete nuevos miembros en la misma, y ya causaban una indecente cantidad de estropicios, de manera que Jason pensaba que si menos de la mitad ya habían producido semejante cantidad de nuevos demonios, cuando llegaran los demás tendrían que amarrarlos si querían sobrevivir.

Las predicciones de Lisandro con relación a que su padre tendría otra chica, se cumplieron, y las de Loriana también, porque mientras Ameliè había tenido una nena a la que llamaron Giovana Lisette, Loriana había tenido la poca delicadeza de traer al mundo dos varones más, Gianfranco y Gianpiero para enorme satisfacción de James que ya sumaba cuatro chicos en su equipo como decía el loco aquel y para desesperación de Jason, porque aquellas criaturas eran una catástrofe y no había día en que no destruyesen algo, o resultasen heridos ellos mismos. Y para darle más color al asunto y vergüenza de Stefano, tanto Ameliè como Loriana dieron a luz el mismo día, 15 de abril.

Ese mismo año, pero el 28 de agosto fue una terrible madrugada, ya que a Virgine se le adelantó el parto una enormidad. Se suponía que ella debía dar a luz entre la primera y la segunda semana de diciembre, pero las cosas iban a complicarse mucho debido a que, si bien un feto se considera viable una vez superadas las veintidós semanas y ella ya tenía veintiséis, estaba embarazada de gemelos, de manera que las posibilidades eran mínimas, y para complicar más algo ya muy problemático, la chica sufrió una terrible hemorragia que la colocó al borde la muerte.

Esa noche François y Jean Paul que solían pasar mucho tiempo en la casa de su hermano, habían estado divirtiéndose horrores con las alocadas ideas de J.L. para la habitación de los bebés, y entre los tres habían probado las más variadas y estrambóticas combinaciones. Virgine tenía una paciencia envidiable en opinión de su hermana Nadine, porque lo único que hacía era reír ante los disparates de su marido y por extensión de los de sus desquiciados hermanos. Sin embargo, después de la cena Virgine dijo que se sentía cansada, y como ya sabían que esperaban gemelos y que ella era del tipo delicado, J.L. la acompañó a la habitación y luego de asegurarse de su comodidad volvió con los chicos. No obstante, cuando él se fue a dormir se alarmó mucho al notar que Virgine tenía fiebre, así que cursó un rápido mensaje a Altair y a su padre, pero más tardó él en enviarlo que ellos en presentarse. Después de examinarla y como en apariencia todo estaba bien con los niños, le administraron una poción para la fiebre y la hicieron dormir, pero si bien Tyler volvió a casa, Altair decidió quedarse, algo afortunado, pues a eso de las tres de la mañana, J.L. lo despertó porque Virgine se quejaba de un terrible dolor. Altair no perdió el tiempo, y por una parte la estaba llevando al hospital, y por la otra avisando a Tyler. A pesar de que se esforzaron cuanto pudieron, no lograron detener el parto, pero a Altair le tocó la peor de las tareas al verse en la necesidad de preparar a su hermano para lo peor, después de lo cual y en vista de que J.L. estaba destrozado y casi enloquece ante la perspectiva de perder tanto a Virgine como a sus hijos, Dominique y Louis se hicieron cargo de él, mientras que Ben y Arthur tuvieron que servirle de apoyo a Altair que estaba quizá peor que su hermano, ya que se culpaba, muy neciamente como intentarían hacerle ver, que él era el culpable por no haber podido detener el prematuro parto.




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