Historias Inconclusas

Cap. 39 Atormentado

Anette había sido trasladada a una habitación, algo de lo que se ocupó Ben antes de hablar con la familia. James había logrado calmar a Rowena y para cuando Cassandrea llegó en compañía de los demás, pudieron explicarle lo sucedido, y aunque aun esperaban la información de los sanadores, unos minutos después vieron acercarse a Ben y corrieron hacia él.

  • Cálmense —pidió él pues todos estaban hablando al mismo tiempo —Ya Anette y David están fuera de peligro

Daviana que no había dejado de llorar desde que le dijesen que su hermano había resultado gravemente herido, se desvaneció al escuchar a Ben, así que Albus tuvo que sujetarla. Ben condujo a los Arvelino en primer término para que viesen a Anette.

  • Aun no ha recuperado el conocimiento —les advirtió —pero es bueno que descanse y no hay motivo para preocuparse

Un poco después llegaron Jason y Altair, pero si bien el primero se acercó a los demás, Altair se fue derecho a la habitación, y en realidad no se movería de allí hasta que Anette no recuperase el conocimiento, algo que no sucedería hasta el amanecer siguiente.

Aunque Ben y Jason les habían asegurado que Anette estaba bien y solo descansaba, Amèlie no quiso dejarla y Stefano tuvo que marcharse solo, pues su mujer le encargó vigilar a Giovanna que vivía causando estropicios.

Cassandrea y Pauline tampoco habían querido irse, de manera que Arthur marchó a casa para cuidar de Ettiene, mientras que no hubo forma de que Louis se moviese de allí.

Eran alrededor de las tres de la mañana cuando Cassandrea notó que por las mejillas de Altair se deslizaban las lágrimas, así que se puso de pie a toda prisa y se acercó a él.

  • Altair
  • ¿Qué? ¿Está todo bien? —preguntó ella a su vez, porque, aunque confiaba ciegamente en Jason y en Ben, y ellos le habían asegurado que Anette se recuperaba, al ver a Altair se alarmó mucho
  • Por supuesto —contestó el chico

Pauline que también había visto lo mismo que Cassandrea, a diferencia de ésta, ella sí le dio la interpretación correcta, así que su pregunta iba en otra dirección.

  • ¿Por qué te haces esto Altair?

Louis que había permanecido atento, se puso rápidamente de pie y sujetó a Pauline por un brazo para sacarla de allí, pues había visto e interpretado con corrección la expresión de su sobrino.

  • ¡Louis! —exclamó Pauline cuando se vio fuera —¿Qué sucede contigo?
  • Salvo tu cabeza, francesita —le dijo él y ella lo miró con extrañeza —Hay cosas que no debes preguntar a ciertos individuos, y menos si éstos se apellidan Black

Sin duda Louis llevaba razón, porque Altair estaba sintiendo una ira descomunal en aquel momento, aunque no precisamente en contra de Pauline, sino en contra de él mismo. Cassandrea que había entendido con unos segundos de retraso lo sucedido, guardó prudente silencio. Todos los chicos de esa generación sabían que Altair había perdido la cabeza por Anette en su época escolar, pero la mayoría pensaba que había sido un enamoramiento pasajero, y que después de todo lo vivido, Altair en lo que menos estaba pensando era en atarse de ninguna manera a nada ni a nadie. No obstante, en aquel momento Cassandrea entendió que su primo seguía enamorado de Anette, pero lo conocía lo suficiente como para no hacer preguntas que lo enfurecerían, porque si él había decidido ocultar sus sentimientos e independientemente de las posibles razones, era mal asunto mencionarlo.

Amèlie que estaba al tanto de lo que sentía su hija por el veleidoso Altair, y siendo que Anette se negaba a hablar de ello, siempre había creído que el chico le había hecho algo a Anette que la chica no había podido perdonarle; la cuestión era que lo que fuere, había hecho que Anette cerrase su corazón en forma definitiva. De manera que no entendía qué hacía Altair allí, pues nadie le había explicado que había sido él quien atendiese a Anette.

Ya se habían filtrado los primeros rayos de sol del nuevo día cuando Anette comenzó a moverse, y en cuanto abrió los ojos lo primero que vio fue los de Altair.

  • Bonjour mademosiselle —la saludó él

Anette parpadeó y no estaba muy segura de si estaba despierta o inmersa en alguno de sus sueños, de modo que como no contestó en forma inmediata, Altair elevó su mano colocándola sobre la frente de la chica. Aquel contacto la convenció de que no se trataba de un sueño, pero antes de que pudiese decir nada, ya Ameliè estaba sobre ella. Mientras la mujer le preguntaba un sinfín de cosas en apresurado francés, Altair se había ocupado de hacer una rápida evaluación.

A pesar de que era muy temprano, Jason entró en compañía de Ben y Stefano cuando Pauline intentaba que Ameliè le dejase espacio a Anette. Ameliè se apartó y corrió hacia Ben abrazándolo.

  • Gracias Ben, ella realmente está bien
  • Me alegro, pero en realidad a quien debes agradecérselo es a Altair y no a mí —le contestó él

Todas las miradas se concentraron en Altair, incluida la de Anette que pareció que iba a decir algo, pero quedó interrumpida por él.

  • No tienen nada que agradecer, porque solo hacía mi trabajo




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