Historias Inconclusas

Cap. 42 Volviendo al camino

Alrededor de una semana después del cumpleaños de las gemelas Stone, Altair pidió reunirse con la familia en pleno, pero si bien todos acudieron presurosos e incluso Rigel, J.B y François que estaban en una misión en Europa oriental regresaron a toda prisa, la que no se avino a asistir fue Annette. En la oportunidad anterior y una vez que Jason había dicho que los había reunido para hablar con relación a Altair, ella desapareció sin más trámite, y aunque Pauline intentó hablar con ella después porque consideraba muy importante lo que Jason les había dicho, la chica se negó a escucharla y en realidad cada vez que se mencionaba el nombre de Altair y estuviese donde estuviere, ella se marchaba. Todo esto hizo que Amèlie se reafirmara en su idea de que el señor Black tenía que haberle hecho algo de seria naturaleza a su hija, porque Annette había heredado el carácter rencoroso y vengativo de Jules, su padre, y lo que extrañaba a Amèlie era que no se hubiese cobrado el asunto de forma violenta.

Lejos estaba Amèlie, y casi todos en realidad, de saber el infierno que estaba viviendo Annette, porque mientras los chicos estuvieron desaparecidos, ella para lo único que vivió fue para hallarlos, pero una vez que estuvieron de vuelta y suponiendo que hubiese albergado alguna esperanza con relación a Altair, ésta se esfumó con rapidez al ver su frío trato y que seguía siendo la misma clase de sinvergüenza que había sido siempre.

Uno de los peores días para Anette había sido uno en el que había escuchado a Altair hablando con David y éste bromeaba con él diciéndole que estaba dispuesto a pagar muchos galeones por verlo perder la cabeza por una chica.

  • Veamos David, ya tienes edad suficiente para saber que es mal asunto confiar en cualquier fémina, nos acusan a nosotros de sinvergüenzas, pero suelen divertirse destrozando corazones y haciéndoles la vida miserable a quienes tengan la desdicha de creerles. Son unas artistas para atraer incautos a su red, y después de sacarles el corazón, se van tras otro infeliz
  • Eres injusto Altair, no todas son así y dudo que las de tu familia te agradezcan esa opinión
  • Toda regla tiene su excepción, pero tampoco es que ellas sean especialmente misericordiosas, y al menos en el renglón de hacerles la vida miserable a los desdichados en los que han puesto sus ojos, pregúntales a ellos mismos cómo les va y te aseguro que comprobarás que no estoy equivocado. Así que no amigo mío, yo no voy a cometer la enorme insensatez de hipotecar mi vida a nombre de ninguna criatura que cuando pueda me sacará los ojos y el corazón. Eso sería estúpido y muy problemático, así que para qué complicarme con una cuando puedo tenerlas a todas.

Después de escuchar aquella espantosa charla, cualquier esperanza que Annette hubiese podido albergar quedó sepultada. A partir de allí, Annette se había pasado los últimos años trabajando como una condenada, y aunque sus compañeros no habían renunciado a conquistarla y de hecho hacían apuestas entre ellos para ver quien lograba derretir aquel helado corazón, hasta la fecha no habían conseguido ni que aceptase tomarse un café con nadie.

Y lo que vino a coronar toda esta cadena de malos entendidos, fue la gélida actitud de Altair el día que la habían atacado, porque a pesar de que por unos escasos minutos que fueron desde el momento en el que despertó y se encontró con los ojos azules llenos de preocupación, hasta aquel en el que él dijo que solo hacía su trabajo y se había marchado, ella había creído que aun había esperanza, pero la misma le fue cruelmente arrebatada. Por todo lo anterior, Annette ignoró el llamado hecho por Altair, y Amèlie pensando como pensaba, ni siquiera le preguntó si iría.

  • ¿Y bien? —preguntó Sirius cuando ya estaban todos —¿Cuál es la gran noticia? —agregó como le era habitual, pero en su tono podía percibirse cierta aprensión

Altair se puso de pie, paseó la vista por el salón notando la ausencia de Anette y juntó las cejas, pero si bien los demás posiblemente no alcanzaron a ver esto, unos pocos de los presentes registraron no solo eso, sino la alteración de la energía de Altair.

  • No se trata de una gran noticia abuelo —comenzó él —sino más bien del reconocimiento de una gran culpa

La totalidad de los presentes se tensó, pero, aunque varios sintieron la imperiosa necesidad de hablar, algo se los estaba impidiendo, y ese algo que era más bien alguien, miraba con atención a Altair. Jason había trabajado tan duro como Altair en su terapia y estaba seguro que avanzaba, de modo que, si bien se sintió sorprendido, decidió esperar para escuchar lo que tenía que decir y tomó la precaución adicional de que nadie pudiese interrumpirlo.

  • Aunque no los hice venir para cansarlos con el triste relato de unos hechos que ya conocen y que todos quisiéramos olvidar comenzando por mí mismo, será inevitable hacer mención a ellos, aunque en realidad la intención de reunirlos hoy es pedirles perdón

Más de la mitad de los que escuchaban tenía expresión de horror, pues no veían por qué razón él tendría que estarse disculpando; otros la tenían de sorpresa debido a que el individuo que les estaba hablando era un Black y no de la clase inclinada a disculpare por nada, mientras que eran solo unos pocos los que parecían haber comprendido, pero como ninguno podía hablar, Altair continuó.

  • Cuando finalmente salí de aquel infierno, solo me concedí un momento para sentirme feliz al ver a mis padres, a mis hermanos y a todos ustedes, pero después de eso, el veneno del odio con el que me había estado alimentado durante esos cinco años comenzó a reclamar espacio. Si bien es cierto que no hubo un solo día, y al menos mientras estaba consciente, que no dedicase unos minutos a recordarlos, el resto del tiempo me esforcé por sacarlos de mi mente, y no porque quisiese olvidarlos, sino porque créanme, aparte de que no quedaba mucho espacio para otra cosa que no fuese el dolor y el odio, simplemente no quería ensuciar lo único bueno que me quedaba que eran sus recuerdos, mezclándolos con aquella espantosa realidad que no era más que una apología al sadismo en su más pura expresión. Fue el odio, y el más intenso deseo de venganza lo que me mantuvo vivo, y ustedes fueron testigos de ello porque vieron como destrocé pedazo a pedazo al bastardo infeliz y responsable principal de que durante cinco años no pudiese escuchar ni ver las sonrisas de mi madre, los consejos de mi padre, los cuidados de mi abuela, la alegría de mis hermanos, las bromas de mis primos, las navidades junto a mi familia, y en resumen, quien me robó cinco años de vida




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