Historias Inconclusas

Cap. 44 Anuncio

Inverness seguía siendo el cuartel general de las últimas generaciones, porque a pesar de que todos poseían propiedades bastante grandes, ninguna lo era tanto como aquella, así que los más pequeños solían pasar sus días allí bajo la atenta vigilancia no solo de los elfos, sino de unas muy pacientes Sara, Camille, y Monique. Normalmente las cenas solían ser un circo, porque la mayoría seguía allí a esa hora, bien fuese porque sus padres se hubiesen quedado a cenar, o porque las criaturitas no quisiesen marcharse, y eran muchas más las ocasiones en las que no querían hacerlo en lo absoluto, de manera que todos, tanto padres como hijos, tenían habitaciones propias allí.

El día que Sandy y Louis habían recibido la noticia del embarazo, habían llamado a los abuelos Weasley, Lupin y Potter para que fueran a cenar, y si no llamaron a los Black, era porque Sirius y por consiguiente Grace, iban a diario para ver a todos los pequeños. Louis dejó a Sandy en casa y se marchó a buscar a sus padres, pero si bien Fleur estaba en Shell Cottage, Bill no había llegado aún, así que le envió un mensaje para que se dirigiese a Inverness.

  • Sandy —dijo Lyra apartándola de los Weasley —No es que me disguste, pero ¿a qué obedece la convocatoria?
  • Tendrás que esperar, madre

Si había tenido la intención de decírselo o no, pareció cambiar de opinión al ver que llegaban Ben y Altair, y como el último nunca llegaba en silencio, interrumpió con el escándalo que se armó en cuanto los niños lo vieron.

Lyra pensó que todo aquel alboroto solo podía obedecer a que su hija hubiese decidido dejar de hacerle la vida miserable Louis, decidiendo por fin anunciar la fecha de la postergadísima boda, Hermione debió pensar más o menos igual, porque se acercó a ella sonriendo.

  • ¿Finalmente tendremos boda? —le preguntó demostrando así, que eran madre e hija y pensaban igual
  • No tengo idea, pero lo supongo, aunque no sé, no estoy muy segura, porque si te fijas bien en la expresión de Louis…
  • Si yo fuera él…
  • ¡James Sirius! —exclamó Hermione, porque aun después de tantos años, seguían sorprendiéndose cuando él aparecía de la nada
  • … tendría la misma expresión, prima —siguió él sin prestar atención a Hermione —Después de todo, es lo bastante estúpido como para casarse con la chica que lo envía al hospital un día sí y otra también

Dicho esto, se alejó riendo como de costumbre, pero en esta ocasión Lyra no rio como solía hacerlo al escucharlo, pues su instinto le estaba gritando que se le estaba escapando algo, y esto último también demostraba su filiación paterna, pues Remus le estaba diciendo algo muy parecido a Sirius.

Ya estaban todos presentes y aquello era un pandemónium, pues los niños, algunos no tan niños, y unos que no lo eran en lo absoluto, estaban incordiando a los que intentaban conversar en paz.

James y Aydan comenzaron a quejarse de que tenían hambre, pero Jason no había llegado aún, sin embargo, cuando Lyra iba a acercarse a Tyler para preguntarle si era que Jason tenía algún caso especialmente grave, éste se materializó frente a ella.

  • ¡Vaya, Jey! —exclamó —Ya iba a… ¿Jey?

Habitualmente, Jason siempre se materializaba donde estuviese su mujer con independencia de que esto fuese en el salón, en su habitación o bañándose, y Lyra ya se había habituado a ello y se limitaba a recibir el beso de saludo, pero en esta ocasión, Jason miraba con cierto asombro a la enorme concurrencia, y al escucharla, clavó sus ojos en ella elevando una ceja.

  • No tengo más idea que tú —dijo Lyra sabiendo lo que significaba la mirada y el gesto —Sandy los llamó a todos, pero no me dijo el motivo

Jason no necesitó otra explicación, pues, de hecho, él si tenía la que a su mujer le faltaba.

  • Voy a cambiarme —le dijo dándole un fugaz beso y desmaterializándose sin prestar atención a su hijo y a James y sin saludar a nadie más
  • ¿Y este? —preguntó James
  • A nadie debería extrañar la antipatía del Niño, porque…
  • ¡Abuelo! —exclamaron en forma sincronizada las gemelitas de Aydan
  • Alto al fuego, preciosas, todos sabemos que el Niño…

Sirius no lograría concluir, porque caería de la manera menos ceremoniosa golpeándose su dura cabeza con el piso. La cuestión fue que nadie tenía ni la más remota idea de a quién le debía el favor, y ciertamente no habían sido las gemelas a quienes todos estaban mirando.

No terminaban de ayudar o de molestar a Sirius por lo sucedido, cuando un estruendo los hizo girarse, y vieron que una vitrina le había caído encima a Haziel, así que corrieron en aquella dirección, pero antes de que nadie pudiese hacer nada, vieron que el mueble se erguía de nuevo y a Jason alzando y revisando al chico.

  • Bájame —dijo el niño
  • De acuerdo, pero quiero revisarte ¿bueno?

Haziel no dijo nada más, aunque tenía una expresión de ira muy concentrada. Mientras Jason curaba los cortes que le habían ocasionado los cristales, y se aseguraba de que no hubiese huesos rotos, Oriana reñía a sus angelitos, pues ambas tenían unas varitas en sus inquietas manos, lo que las inculpaba del desastre reciente. Ben se sintió terrible pues una de las mismas era la suya, y la otra era la de Altair.

  • Tienen unas manos muy ágiles, mis ahijadas —murmuró Altair recuperando su varita
  • Lástima que no tengan juicio en la misma cantidad —se quejó Ben




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