Historias Inconclusas

Cap. 48 El silencio de un alma rota

Los Zhdànov eran originarios de Sela, un pequeño pueblo mágico convenientemente oculto de ojos muggles, pero cercano a Brátslava en Ucrania, sin embargo, los hermanos Zhdànov nunca corregían a quienes los llamaban rusos, porque se habían acostumbrado a que su propio progenitor siempre se consideró ruso debido al hecho de que Ucrania fue la antigua Rus de Kiev y en su casa se hablaba ruso.

El padre de los Zhdànov había sido un inefable, y la madre una sanadora que, cuando se vieron en peligro solicitaron la ayuda de los ingleses para que diesen protección a sus hijos, pero lamentablemente la ayuda y sin bien llegó, lo hizo demasiado tarde, pues los padres fueron asesinados mientras que los chicos fueron llevados a uno de los centros de reclusión de los hombres de Radvansky.

Los chicos habían vivido el trauma de ver cómo aquellos monstruos asesinaban a sus padres, y aunque creyeron que ellos sufrirían el mismo destino, no fue así, pero llegaron a desear haber muerto junto con ellos, porque, aunque conservaron la vida, lo verdaderamente sorprendente fue que conservasen también la cordura, en especial Iván.

En un inicio, ellos no habían tenido ni la más mínima idea de la razón de sus secuestro, pues hasta donde sabían, sus padres no poseían bienes de fortuna más allá de la propiedad donde habían vivido y de donde habían tenido que huir, pero si se plantearon aquello en primera instancia, con rapidez llegaron a una conclusión más lógica, pero que, dadas las circunstancias, carecía igualmente de la misma, porque concluyeron que tenía que ver con el trabajo de su padre y del conflicto que se sabía se avecinaba, pues habían escuchado a sus padres hablar de ello, pero en caso de que su padre hubiese sabido algo que aquellos desquiciados quisieran saber, utilizando el método del secuestro, se caía por sí sola, ya que habían matado a su padre y éste ya no podría decirles nada.

No obstante, aunque en un principio los habían encerrado en una habitación y les proporcionaron alimento y vestido, aproximadamente una semana después, fueron por ellos, y de lo primero que les dijeron, entendieron poco o nada.

  • Veamos —había comenzado uno de los hombres —como verán, los hemos tratado bien y no queremos hacerles ningún daño

Por supuesto, aquello distaba mucho de lo que ellos pensaban teniendo en cuenta que habían visto morir a sus padres a manos de aquellos locos, pero guardaron silencio.

  • Me entienden ¿no es así? —preguntó el hombre pensando que quizá solo hablaban ruso
  • Sí —contestó Iván —pero perdóname si no puedo creerte, porque ustedes mataron a nuestros padres
  • Lo que sucede es que sus padres eran unos traidores

Vladislav compuso expresión de susto más que de sorpresa, mientras que la de Iván era una de fría ira, aunque nada dijo.

  • Verás… Iván ¿no? —preguntó, pero el chico siguió en silencio —Uno de ustedes dos, tiene algo que nos interesa mucho, y esperamos que sean más sensatos que sus padres en caso de que deseen que el otro siga respirando

Para aquel trágico momento, Iván iba a cumplir 12 años, mientras que Vladislav tenía 8, de modo que el más pequeño, era más susceptible a sentirse aterrorizado, en tanto que Iván, y si bien no era que no lo tuviese, era menos visceral y muy ecuánime, pero seguía sin saber a qué se refería el individuo, así que consideró que sería conveniente averiguarlo.

  • ¿Y qué cosa es esa?

Sin embargo, antes de que el hombre pudiese responderle, entró otro a toda carrera.

  • Está aquí —le informó al que parecía el jefe

Iván percibió con claridad la alteración de todos, pero, además, los pensamientos de algunos de ellos, así que sujetó el brazo de su hermano con fuerza, pero no podía decirle nada.

  • Señor —dijeron los presentes a modo de saludo, aunque el recién llegado no se molestó en responder

Desde sus aun escasas estaturas, el individuo les pareció muy alto, pero no podrían determinar mucho más, pues llevaba una máscara y lo único que se veía, era un par de ojos verde intenso. El hombre los miró a ambos, pero luego la clavó en los ojos de Iván, ladeó un poco la cabeza y después de largo rato, lo escucharon.

  • Así que eres tú —dijo en tono helado

Después de eso les dio la espalda dirigiéndose a la puerta siendo seguido por el que suponían era el jefe del grupo que los tenía allí. Un momento después regresó el mismo que les había estado hablando, pero solo.

  • Bien, ahora que sabemos lo importante, esperamos tu colaboración —dijo dirigiéndose a Iván
  • Algo que no obtendrás si ni siquiera sé de qué se trata
  • ¿Crees que soy estúpido, niño? —le preguntó, y aunque lo que pensaba de él era algo mucho peor, nada dijo —Todavía puedes decidir si será por las buenas o por las malas
  • Independientemente de lo que creas que tengo o que soy, lo que no soy es adivino y aun no me dices…

Iván fue silenciado de forma muy violenta mientras Vladislav ahogaba una exclamación, tanto por el golpe, como porque cuando Iván se apartó el cabello, vio el hilo de sangre que se escurría por la comisura de sus labios. Aunque el sujeto seguiría insistiendo en aterrorizarlos, no obtuvo nada, así que fueron llevados a empujones por unos pasillos y varios tramos de escaleras, para finalmente lanzarlos en un oscuro, húmedo, y frío calabozo.

  • Vanja ¿Qué es lo que quieren? —preguntó el menor con angustia cuando estuvieron solos
  • No lo sé




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