Historias, para una noche de lluvia.

Tentaciones

Me encontraba molesta y agobiada, cada segundo que pasaba me sentía más agotada, física y emocionalmente, los problemas me estaban jugando una mala pasada, la rutina en la que me vi envuelta ya me ahogaba, solté un grito de rabia que me arañaba el pecho descargando un poco de peso que me aquejaba.

Cansada de esperar al dueño de mis desvelos decidí, retomar aquello que tanto me gustaba, camine hasta el baño, donde me despoje de mis ropas, solté mi larga cabellera azabache y después de deslizar la hojas de la mampara y abrir el grifo. Me adentre bajo la lluvia artificial tratando de acomodar mis ideas, lave mi cuerpo con  esmero, al salir me aliste rápidamente, decidí usar un vestido corto negro, con escote en V y tiras en la espalda dejando ver gran cantidad de piel, tacones altos a juego. seque y peine mi cabello, para luego alisarlo y dejarlo suelto 

Delinee mis ojos, utilice rimmel, en cuanto a mis labios los pinté con indeleble en rojo fuego. 

En mi cartera guarde mi celular, un poco de efectivo que reposaba sobre la mesa, y mis tarjetas.

Conduje mi auto hasta una zona bastante alejada de mi morada, a lo lejos logré divisar un gran cartel con luces de neón BAR-PUB

Tome la siguiente salida y en menos de cinco minutos ya me encontraba ingresando al sitio, lleno de humo e inundado de música a todo volumen.

Me pedí un trago, el que bebí de golpe para tomar coraje ante lo que pensaba hacer, posteriormente dejé mis pertenencias en el guardarropa, no pasaron ni diez segundos de eso cuando ya me habían invitado a bailar, a lo que accedí gustosa.

—¿Estas sola morocha? – me susurro al oído

—Sí, un idiota me dejó plantada– dije a lo que me miró arqueado una ceja. Pero no dijo nada mas.

 

Quien me llevaba al centro de la pista, era de bien ver, alto, espalda ancha, cabello castaño, ojos negros, mirada de sinvergüenza y una sonrisa que desarma.

 

El ritmo de salsa me gustaba y debo reconocer que mi pertener sabía mover las caderas, por lo que bailamos varias piezas hasta que la temperatura de nuestros cuerpos comenzó a subir, el constante roce de nuestras partes íntimas estaba causando estragos en mí… y por lo que logré sentir en mi trasero cuando me hizo girar quedando de espaldas a él, pude apreciar que el sujeto se encontraba con un problema. Un gran, y duro problema.

Nos meneamos juntos hacia abajo y de igual manera hasta volver a la pose inicial, me despegó de su cuerpo y me hizo girar varias veces para luego darme una fuerte azote en mi nalga derecha que lejos me molestarme hizo que mi vientre se tensada y mi ropa interior se humedezca.

Volvimos a quedar frente a frente, una de mis piernas entre las suyas y sus manos una entre mi espalda baja y mi culo mientras, la otra tocando el lateral de mi seno, sumado a la música sensual, su dureza en mi abdomen y las ganas  me jugaron una mala pasada.

Un gemido se me escapo cuando sus traviesos dedos caminaron hasta posarse de lleno en mi pecho izquierdo, el que apretó levemente y luego estiró el pezón sin previo aviso.

Esa fue lo que tomó como bandera blanca para tomar mis labios de forma demandante y no en un beso tierno, es un beso  apasionado, salvaje, lleno de ardiente fuego, uno que me quema por dentro. Un beso que le devuelvo con la misma intensidad o quizás más.

Se aleja por unos instantes y abre sus ojos los que se conectan con los míos, su mirada es intensa y oscura, curva levemente sus labios provocando miles de sensaciones en mi todo ser. Sin mediar palabras, toma mi mano y comienza  a caminar llevándome con él. 

Lo sigo con pasos temblorosos, nos adentramos en una especie de reservados, son cubículos con una pequeña mesa, sillones alrededor y cortinas las que si se desea se pueden cerrar para más privacidad.

 

Cerramos el espacio y una vez en la penumbra me gira quedando con las manos apoyadas en la pared, la palma de su mano se posa en mi cuello, presionando levemente, a la vez que muerde mi piel y levanta la falda del vestido dejando mi culo al aire, gimo al sentir su masculinidad frotarse entre mis nalgas, esto es tan excitante.

Giro porque ya no aguanto, me toma por la cintura y me levanta para que enrolle mis piernas a su cadera, besa y muerde mis labios. Hace chocar mi espalda contra la pared y luego desata el nudo en mi espalda, la prenda que porto se deslizarse por mi cuerpo quedando arremolinada en mis caderas dejando mis tetas al aire, me observa con lascivia y el que se pase la lengua por sus labios, como saboreando algo me humedece aún mas.

 

Sin esperar más se prende de mis senos, chupa con ahínco, pasando de uno en uno por varios minutos, que me tienen jadeando. Me agarro fuertemente de sus hombros,  él besa mi cuello, luego lleva su boca a uno de mis pezones lo chupa y lo muerde sensualmente para luego hacer lo mismo con el otro, tiro mi cabeza hacia atrás extasiada. Con una mano palma mi intimidad gruñendo al darse cuenta lo que causo entre mis piernas.

Arranca la diminuta prenda que cubría mi sexo calentándose más en el proceso, si es que eso fuera posible, lleva la tela a su nariz  y luego la coloca en mi boca, intento quitarla pero me detiene 

—Ah, ah. No… si lo haces no voy a entrar aquí– pasea su mano por mi intimidad esparciendo mis fluidos, de arriba hacia abajo arrancándome jadeos cuando fricciona mi sexo varias veces luego se ensaña con ese punto lleno de terminaciones nerviosas que me lleva a las nubes, pero se detiene y eso me hace abrir los ojos reclamando con la mirada, a lo solo se ríe.

De repente siento la punta de su miembro en mis pliegues  paseándose de arriba abajo, aumentando la lubricación en mí .

Mis gemidos son acallados por lo que tengo en la boca.

Clavo mis uñas en su espalda y mis talones en su culo pidiendo lo que quiero y me lo da al fin, entra en un fuerte, certero y delicioso movimiento, que me hace gritar, pero no de dolor sino de satisfacción,




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