Título: El Susurro en la Noche
Siempre he sido escéptico con respecto a lo paranormal. Para mí, las historias de fantasmas y fenómenos extraños eran cuentos de viejas, mitos urbanos sin fundamento. Sin embargo, todo cambió una noche que, hasta hoy, me sigue causando escalofríos.
Era un viernes por la noche y decidí quedarme en casa. La lluvia caía con fuerza, golpeando los ventanales y creando un ambiente inquietante. La única luz provino de una lámpara de sobremesa, lanzando sombras danzantes en las paredes. Mientras revisaba algunas tareas pendientes, escuché algo que me hizo levantar la vista: un susurro. Era un murmullo apenas audible, como si alguien hablara en la habitación contigua.
Fruncí el ceño, tratando de recordar si había dejado alguna ventana abierta. Me levanté, tranquilizándome con la idea de que tal vez era solo mi imaginación. Caminé hacia el pasillo, inspeccionando cada rincón, pero no había nada. El silencio reinaba nuevamente.
Regresé a mi habitación, decidí ignorar el incidente y volví a centrarme en mi trabajo. Pero el susurro regresó, esta vez más claro. Me heló la sangre. "Ayúdame", decía aquella voz, un eco distante que parecía surgir de las paredes mismas.
El corazón me latía con fuerza mientras luchaba contra el impulso de salir corriendo. Me senté en el borde de mi cama, mi mente llena de preguntas. ¿Qué era ese sonido? ¿Quién necesitaba ayuda? Estaba a punto de convencerme de que todo era producto de mi mente cansada cuando decidí enfrentar mis miedos y seguir la voz.
Seguí el sonido hasta el pasillo, donde la temperatura parecía haber descendido abruptamente. Las luces temblaban, y la oscuridad parecía más densa. El susurro me guiaba hacia el final del pasillo, donde estaba la puerta de un viejo armario que había heredado de mis abuelos. Nunca había pensado que algo tan cotidiano pudiera ser portador de secretos.
Con cada paso que daba, el susurro se hacía más fuerte, casi implorante. "Ayúdame", repetía, mientras mis manos se acercaban a la manija del armario. Sin saber qué esperar, abrí la puerta. El interior estaba lleno de polvo y objetos olvidados; un viaje a otro tiempo. Sin embargo, entre esos trapos viejos, vi algo que me hizo volver a ver: una pequeña caja de madera.
Tomé la caja, sintiendo el peso de su historia. Al abrirla, un frío abrumador se apoderó de mí. Dentro, había un viejo diario con páginas amarillentas y un colgante de plata. Comencé a leer: pertenecía a mi bisabuela, quien hablaba sobre una fuerza oscura que había atormentado su hogar, un espíritu que buscaba libertad.
En ese momento comprendí. El susurro no era un simple eco, sino el llamado de un alma atrapada. Esa noche, decidí hacer algo al respecto. Con el diario en mano, seguí las instrucciones que, aunque extrañas, describían un ritual para liberar al espíritu. Con cada palabra, sentía que la carga en el ambiente se aligeraba, hasta que el susurro se desvaneció en un agradecimiento palpable.
Desde esa noche, el armario quedó cerrado y mis sueños nunca volvieron a ser atormentados por ese susurro. Sin embargo, cada vez que la lluvia golpea los cristales y el viento susurra en la oscuridad, recuerdo la historia de mi bisabuela y cómo, por un momento, yo también fui parte del mundo de lo desconocido.
Ahora, cada vez que me encuentro con alguien escéptico, como yo solía ser, no puedo evitar compartir mi experiencia. A veces, la realidad puede ser más extraña que la ficción.
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Editado: 20.09.2024