Historias Sobre Ex's. ©

Parte 3/5

Todo comenzó cuando me desperté a las diez de la noche al escuchar aquellos gritos. Mis padres se peleaban de nuevo, algo que pasaba cada fin de semana.

Me cubrí con mi sabana hasta la cabeza, como si eso fuera a hacerme desaparecer de aquel lugar.

Siempre empezaban así, discutían, luego amenazas y por último uno de los dos venía a mi habitación para llevarme con ellos lejos. Y no pasaban de allí, amenazas.

Hacía mucho tiempo que no se entendía pero no se separaban por mí, según decían ellos.

Escuche débiles toques en la ventana, retire mi sabana y camine allí, sabiendo quien estaba tras ella, corrí la cortina y vi ese rostro que me había mantenido tan cuerda ante lo que pasaba en mi casa.

Abrí la ventana y apenas lo hice, él tomó mi rostro con sus dos manos y me beso.

Sus labios y manos estaban fríos a causa de la noche. Movía sus labios con una desesperación propia de él cuando no habíamos podido vernos en todo un día.

—Creo que deberías irte conmigo. — dijo aún muy cerca de mis labios.

El movimiento de sus labios al hablar provocaban que rosara los míos y el cosquilleo era placentero.

—No puedo, mis padres...

—Si puedes, debes dejarlos, esa situación te está haciendo daño.

Lo mire a los ojos, se había alejado solo un poco de mi pero sus manos aún estaban a cada lado de mi rostro.

Éramos novios hacía más de ocho meses, mis padres sabían de la relación pero no sabía si eso sería conveniente.

—Lo pensaré...

—No, debe ser ahora— dijo con determinación—. No puedes seguir viviendo con ellos de esa forma.

No, claro que no podía, pero ellos eran mis padres y no los quería dejar solos. Además, no me sentía preparada para hacerlo, no sabría que hacer sin ellos y menos como viviría con Emmanuel.

— ¿No me amas?— dijo alejándose de mí.

Lo mire sorprendida por la pregunta que había hecho.

¿Lo amaba? Si.

¿Amaba a mis padres? También.

Pero me sentía confundida, amaba a mi novio pero no podía seguir aguantando cada discusión de mis padres.

—Lo hago— dije—. ¿Pero crees que es prudente? Apenas tenemos dieciséis.

—Lo es, Julianne.

Mire la puerta de mi habitación y luego a él. Aún podía escuchar la discusión de mis padres y me debatía si irme con él o no.

Tanta discusión entre ellos me había vuelto callada. Casi no hablaba con nadie más que fueran mis amigas y ellas tenían que sacarme las palabras de la boca a la fuerza. Porque de verdad me desesperaba los gritos de ellos y sus amenazas.

Pero con Emmanuel era diferente, él también había pasado por lo mismo y me estaba ayudando desde hace ocho meses y era más fácil hablar con él. No me exigía que hablara sobre cómo me sentía, solo llegaba, se sentaba a mi lado al verme llorar y me abrazaba, decía algo gracioso y me hacia reír.

Su madre se había marchado de la casa y le había dejado con su padre después de tantas discusiones.

¿Qué mujer abandonaría a su pequeño hijo de siete años con su padre de la noche a la mañana?

Él me entendía. Él era mi solución si decidía aceptar irme con él.

Y tome mi decisión.

Asentí y camine al armario, saqué la ropa, el uniforme del colegio y los cuadernos, los guarde en un bolso grande y Emmanuel extendió los brazos para ayudarme a sacar la maleta por la ventana y luego me ayudó a salir.

Caminamos por las calles que estaban iluminadas por la luz amarilla de las lámparas en el camino.

Mi pijama era de pantalón largo pero el frío provocó que comenzará a titiritar. Emmanuel se quitó el buzo y me lo colocó, le sonreí en agradecimiento, ya que aún faltaban varias casas para llegar a la de él.

Y si él no fuera caballeroso, habría muerto de pulmonía en el camino, porque había una gran diferencia de calles entre nuestras casas.




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