Historias Sobre Ex's. ©

Parte 8/8

Martin Miller.

Mire la blanca espalda de Sonnja, como el sudor bajaba por ella y como ese lunar café estaba cerca de su cintura. Lucia igual a como la última vez que la vi, a como la recordaba en mis sueños… y ella estaba conmigo, habia sudado, bailado al mismo copas de ferocidad y pasión, y lo que más me deleito, fue como dijo mi nombre cuando su orgasmo llego.

Le habia estado buscando por tanto tiempo y ya estaba aquí, no la dejaría ir, menos con mi hermano. Siempre habia tenido buena suerte con las mujeres, lo querían por sus sentimientos, por cómo les trataban, me buscaban a mí por cómo era en la cama. No me quejaba, ninguna me gusto para algo más formal, todas se veían chicas hogareñas, pero así no era como se portaban en la cama.

Me sorprendió que estuviera con Sonnja, ella nunca se vistió de forma recatada, como según le gustaban a mi hermano, pero tal vez vio lo que yo en ella aquella primera vez, su belleza y simpatía.

Yo habia llegado con el grupo de amigos del colegio al bar en el que trabajo, no habia querido ir porque habia escuchado que no habia muy buenas chicas pero cuando mis ojos cayeron en ella, no pude dejar de ir a verla. Iba al bar todos los fines de semana para estar con ella, no siempre fue sexo, quería algo diferente con ella, y no me importaba que fuera una compañera de cama de ese bar, porque yo la sacaría de allí apenas tuviera la oportunidad.

— ¿En qué piensas?

Me senté en la cama y la vi salir del baño. Estábamos en un hotel cercano a la ciudad. Pensé que no vendría porque realmente quería a mi hermano, pero su presencia y lo que habíamos hecho, me dio a entender que no me olvidaba.

—En cuando nos conocimos.

Ella asintió y recogió su ropa. Retire las sabanas de mis piernas y camine a ella, desnudo y ella no aparto la mirada. Eso me hizo sonreír.

— ¿Ya te vas?

—Sí— se acercó a mí y dijo en voz baja—. Todo estuvo bien, pero tengo un esposo que me espera.

Trato de colocarse la ropa interior pero la tome por sorpresa y la lleve a la cama, me posicione sobre ella y no protesto.

—Dices una cosa y tu cuerpo hace otra— le di una sonrisa torcida—. Sabes tanto como yo que no quieres irte.

Lo último lo dije dejado un beso en su cuello.

—Claro, se me olvidaba que hablaba con el hombre que me conoce— dijo y bajo sus manos por mi abdomen—. El que sabe cómo me pone— su voz era ronca y sensual, una de sus manos llego justo donde mi amigo estaba y comenzaba a ponerse duro nuevamente, me empujo a un lado y se sentó sobre mí, la bata de baño cubriendo su cuerpo—. Pero a este hombre— se inclinó un poco y mordió mi oreja—, se le olvida que ambos tenemos familia.

Y se alejó. Tomo su ropa y se vistió rápidamente, para luego salir y dejarme iniciado. No hubo protección entre ambos, no fue necesario, Sonnja estaba operada, el club nocturno que le contrato no quería que ninguna de sus chicas quedara embarazada y ellas sabían a lo que se sometían al trabajar allí.

Me quede por un rato en la calle, o más bien, toda la tarde y apenas fue hora de cenar, llegue a la casa. Donde me esperaba Claire y los niños. Me habia puesto a pensar en si yo habría queridos hijos con Sonnja en dado caso que hubiéramos quedado juntos, sabiendo que nunca podría tener, y la verdad, nunca quise hijos.

Tenía dos pequeños con Claire, pero cuando ella me dijo pensé en que abortara, pero sabía que ella tenía sus ideales y el aborto no lo aprobaba, así que me hice responsable por ella y los niños.

El que no quiere sopa le dan dos tazas, porque no pudo ser uno solo si no gemelos. Mi suerte no era muy buena, la chica que me gustaba se habia marchado, mis padres y hermana habían muerto, mi hermano me culpaba y su mejor amiga, estaba embarazada de mí y de gemelos.

Sobrelleve todo de la mejor forma, de cómo debía ser, pero no me gustaba esta vida. Quería a los niños pero no tenía ese instinto fraternal.

Al llegar a la casa, escuche risas provenir del comedor y me acerque allí. Claire estaba en la cabecera, los niños sentados a su lado, mi hermano a su derecha y Sonnja junto a él.

—Esto ha quedado riquísimo— dijo Sonnja con una sonrisa—. Eres una buena cocinera, Claire.

—De hecho, fue Marcus quien cocino— dijo sonriendo, una verdadera sonrisa al fin en sus labios—. Yo solo le ayude.

—Lo sé, Marcus es muy buen cocinero. — dijo Sonnja y se acercó a él, quien le dio un beso en los labios.

Mordí mis labios y fingí una sonrisa.

—Buenas noches.

Los niños corrieron a mí y me abrazaron, les hice un leve saludo y volvieron a su asiento. Los tres adultos me miraron, la sonrisa dejando sus labios.

—Voy a recoger todo— dijo Claire levantándose—. La cena está en la nevera, Martin.

—Yo te ayudo. — se ofreció mi hermano.

—Yo iré a descansar. — Sonnja aviso, le dio un beso a mi hermano y salió con rumbo a la habitación.

Luego te alcanzo. Eso significo la sonrisa que le di a ella. Lleve a los niños a la cama y después me dormí. Cuando amaneció, sali de la cama, deje a Claire durmiendo y me asee para luego bajar a la cocina. Me detuve de golpe, Sonnja estaba sentada comiéndose un plato de cereal, pensativa.

— ¿Pensando en tus pecados, Sonnja?— dije y fui directo a la nevera por jugo.

— ¿Nunca has tenido remordimiento?— dijo de mala gana—. No me digas así, soy Sophie para ti.

—No, no sufro de remordimiento— me encogí de hombros—. Te conocí con ese nombre, me enamore de aquella chica que trabajaba en un bar nocturno, así que siempre serás para mi Sonnja.

Rodo los ojos y siguió con su cereal. Me fui por detrás de ella y le levante, haciendo que me mirara, le guie hasta el mesón, donde la senté. No protesto, se dejó guiar, sus ojos me miraban y no transmitía deseo alguno de que me alejara.

—Escapemos juntos, Sonnja.

— ¿Y tus hijos?




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