Histriónicos

Capítulo 13

Poco a poco la imagen borrosa de Adam sentado al fondo del túnel, apareció en el campo de visión del niño. En ese instante, Oliver recordó cuando una tarde, después de la cena, entró al taller improvisado que su padre construyó aprovechando el espacioso patio trasero de la nueva casa en García. Ese día decidió contarle que consiguió el diploma de primer lugar de la generación 2005. Pero el señor Tavares no se hallaba por ningún lado, aún y cuando lo vio entrar minutos antes. El cuerpo inerte de Adam se hallaba encima de una mesa. El robot parecía un muñeco de trapo, desparramado y con la cabeza desencajada.

El niño se restregó los parpados para humedecer sus ojos y recuperar la vista. Luego se recargó contra la pared de tierra. Al otro lado, Hari lo observaba en medio del brutal silencio y de la oscuridad que predominaba en el túnel.

—¿Adam, puedes oírme? — cuestionó el niño con una voz muy fina — ¿Adam? — insistió, pero no consiguió respuesta.

El robot víbora apenas y echó un vistazo siguiendo la dirección de la voz del pequeño.

—¿Qué pasa, Hari?, ¿Por qué no me responde?

—Le entró agua al sistema, es muy probable que los sensores estén dañados — aseguró Hari.

—Pero…

De pronto, una enorme araña emergió de la profundidad del túnel y se acercó hasta posar sus patas frontales cerca de las piernas del niño. Oliver intentó levantarse para escapar, pero el agotamiento físico y mental, provocado por los acontecimientos recientes, ocasionó que perdiera el equilibrio. Presa del pánico que le generó ver a tan colorida criatura, solo atinó a cerrar los ojos y a suplicar por su vida en voz baja. La araña se presentó formalmente como Oriol y le contó que llegó a un acuerdo con Hari para ayudarlos a cruzar el rio.

—Si continúas ralentizando la respiración vas a hiperventilar de nuevo— sentenció el arácnido — hasta acá puedo escuchar los latidos de tu corazón. Eres un niño muy asustadizo y eso no es bueno.

Al escuchar las palabras de Oriol, Oliver cayó en la cuenta de que estaba perdiendo la batalla contra sus pensamientos. De inmediato dejó escapar el aire acumulado en sus pulmones e inhalo cuidadosamente recordando los pasos que Hari le recomendó hace unos días. Miró a su alrededor para describir el túnel. No obstante, la molestia en el pecho continuó victoriosa.

—¿Oliver, estas bien? — reaccionó Adam. En seguida se puso de pie y corrió hasta donde se encontraba su amigo humano como si acabara de recordar que lo conocía.

—Si… ya… estoy…mejor…— mintió Oliver cuando el autómata lo ayudó a levantarse. Sin embargo, sus mejillas sonrojadas y pupilas dilatadas lo evidenciaron. El conejo robot también se puso de pie, cauteloso del comportamiento del pequeño humano.

—Bien, problema resuelto. Ahora que todo está en orden es momento de continuar el recorrido — adelantó Oriol, ajena al sufrimiento del niño. Hari estuvo de acuerdo, aunque mantenía sus reservas al ver el estado de salud tan deplorable del chico.

Entonces, la araña robot se dirigió al niño — ¿quieres salir de aquí?

Oliver abrió y cerró los ojos indicando de esta manera que estaba de acuerdo en salir del mundo virtual. Dejó a un lado sus desesperados intentos por hablar cuando se dio cuenta de que sus labios estaban contraídos.

La araña robot continuo con su charla, ahora orientada al mundo virtual de los Histriónicos y en cómo el niño era brillante al mantenerse a salvo en un ambiente hostil, disfrazado y extraño en todos los sentidos.

«No soy valiente, si lo fuera, no me sentiría mal», pensó Oliver.

También le aconsejó que reforzará su salud mental y empezará a reconocer sus debilidades o áreas de oportunidad. No era un concejo, sino una advertencia; pues quien no se conoce, corre el riesgo de perderse.

—Yo desperté en la intemperie con el mandato de proteger a la humanidad. Me confirieron la misión de salvaguardar la seda y quienes la producen. Algunas de mis funciones son crear telarañas y lanzar proyectiles. Es un medio de defensa muy letal y muy efectivo. Solo lo utilizo con los enemigos mortales.

—¿Acaso yo soy tu enemigo mortal? — inquirió Hari.

—Lo eras — concedió Oriol.

La araña robot continuó relatando:

—Cuando llegue el momento y mi cuerpo físico sea activado, entonces cumpliré con la segunda misión: explorar lugares inhóspitos e inaccesibles para los seres humanos junto con mi equipo de arácnidos. No soy el único robot en esté mundo, existen otros histriónicos con diversas habilidades y misiones propias que ahora yacen en el abismo de la dimensión y que también esperan el momento para florecer. Por ejemplo: el robot Frado que custodia la entrada al manantial; el robot Fionn que comanda al ejercitó de los robots seguridad y que radican en la Corporación, muy cerca de la línea que divide al mundo; el robot Nahla, protectora del santuario de las mariposas; y muchos más. En este momento todos permanecen en sus puestos de control a la espera de una orden que indique el regreso inminente al mundo de los humanos.

Oriol prosiguió contando la historia de su universo, del fundador llamado “Señor Tomas” y de la inteligencia artificial que construyó el hogar de los robots. Al escuchar el nombre del fundador, Adam giró bruscamente la cabeza hacia Oriol. Y Oliver se percató de ese movimiento rápido e involuntario, por lo que se aclaró la garganta para atreverse a preguntar:




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