La mariposa flexionó las patas traseras para inclinar su cuerpo. Sin mediar más palabras, el conejo robot ayudó al niño a subir a la espalda del robot. Enseguida, Hari se acomodó detrás del niño, mientras que Adam se preparó para correr ajustando las uniones entre las piernas y los pies, las cuales sufrieron severos daños mientras intentaba liberarse de las sombras bajo el lago.
—Llegarás más rápido volando — advirtió Nahla al robot víbora.
—¿Qué puedo hacer? — preguntó Adam, encogiéndose de hombros.
Al principio, Oliver no lo había notado, pero ahora que lo miraba desde las alturas, podía ver el desgaste del robot creado por su padre. Las palabras de Hari sobre el destino de Adam, resonaron con mayor énfasis:
«Pronto te olvidará».
Atrás quedaron las placas metálicas relucientes, su perfecta cara triangular tenia abolladuras por todos lados. Le faltaba una mano, algunas manchas negras que adoptaban la forma de un diamante, se desvanecieron. Todo su cuerpo de fierro se transformó en chatarra oxidada y deformada por los golpes.
Adam aceptó subir al cuerpo del robot mariposa. Luego, se situó por detrás del conejo.
Al poco rato, Nahla comenzó a sobrevolar a una altura baja, esquivando encinos y oyameles. Posteriormente, ascendió a máxima velocidad. El robot víbora estuvo a punto de caer cuando la mariposa dio una voltereta sobre el cielo. Por fortuna logró sujetarse de una de las patas de Nahla.
—Ese tonto robot, ya ni siquiera es capaz de coordinarse — se burló Hari.
—¿Está tan mal? — preguntó el niño con un nudo en la garganta.
—No te sientas mal, es parte de un proceso natural en la dimensión.
Oliver regresó la mirada hacia el vasto valle rodeado por las montañas.
«Es verdad, no me puedo sentir mal, Adam es solo un robot».
La mariposa se internó entre los nubarrones anaranjados, estacionados en la pendiente del cerro. Aquello era una completa locura, aun así, la adrenalina que generaba fue suficiente para que olvidará, aunque sea por un breve momento, dónde se encontraba.
Atrás quedaron las malas experiencias que derivaron en una crisis de ansiedad. Ya sea por el viento que no dejaba de arroparlo, como de sus nulos intentos por mantener los ojos abiertos, Oliver no lograba concentrarse en la vista panorámica de una ciudad amurallada por montañas escondidas en un extenso rio.
Durante el trayecto, Nahla se disculpó con Oliver por haberlo asustado mientras se divertía en el recuerdo con su madre. Su intención no era desbaratar la alegría en el rostro del chico, pero sí era su obligación mostrarle el camino correcto antes de que se pierda.
En cualquier caso, se tardó en intervenir, debido a que su sistema operativo captó en el chico un nivel elevado de serotonina. Lamentablemente, no todo lo que brilla es oro y no todo lo que sucede en el mundo de los robots es real.
Esta dimensión fue creada por la inteligencia artificial como un medio de escape a la cruda y dolorosa vida del humano, aunque las consecuencias desencadenen un daño irreversible. El niño no sabía que bajo esa premisa se concibió la programación de un robot, pero los histriónicos sí.
—Es muy fácil perderse y muy difícil encontrarse. Los robots junto a la Inteligencia artificial podemos vivir en mundos alternos. Puedo ayudarte a sobrevivir en este mundo utilizando métodos cuestionables como un lavado de cerebro. Sin embargo, las consecuencias, a largo plazo, serían desastrosas. Es similar a tomar un calmante que en ese instante te adormece, pero cuando sus efectos disminuyen, surge el síndrome de la abstinencia y tu vida se vuelve una pesadilla— advirtió Nahla.
—Es un engaño, como este mundo — Oliver se aventuró a preguntar: —¿Por qué tengo alucinaciones o…recuerdos o pesadillas? No me gusta estar preocupado todo el tiempo, vivir preocupado…
La mariposa realizó una repentina acrobacia que casi termina con el robot víbora en las profundidades del valle. Oliver soltó su agarre, pero logró apoyarse en el conejo.
—Tú inconsciente es vulnerable, trata de que razones en aquello pendiente en tu corazón y que no sanará hasta que lo enfrentes — respondió Nahla restándole importancia al susto que le ocasionó al niño.
—¿Cómo lo enfrento?
—Piensa en las mariposas viajeras. Ellas deben hacer un viaje cada temporada y enfrentar todos los obstáculos. Al final, consiguen su objetivo porque son resilientes, luchadoras y valientes.
«No soy valiente».
—Solo es una ilusión, Oliver. Como dice Nahla, no todo lo que brilla es oro. Una persona con un problema emocional es muy susceptible de caer en las garras de la dimensión. — intervino el conejo.
—No deseo vivir así, es que… creo que no estoy seguro de regresar con mis padres. Bueno, con mi mamá sí, yo… — balbuceó el niño, incapaz de ordenar sus pensamientos.
—¿Por qué no eres feliz? — cuestionó Nahla, de repente.
—Porque — Oliver tragó saliva con dificultad por temor a perder la voz. Hablar de su familia se volvió un tema tabú — en mi casa siempre hay gritos. Mi papá me regaña a cada rato y mi mamá se la pasa llorando.
«Todos los días me encierro en mi cuarto para tratar de memorizar en silencio o en voz alta, conceptos de Historia, Geografía y Literatura. A veces no tengo tiempo para ver las caricaturas o salir a jugar por las tardes. Mi papá dice que salir a la calle me convertirá en un vago y malviviente.