Histriónicos

Capítulo 32

En el Mirador de las Grutas, el viento soplaba fuerte y la temperatura comenzaba a tornarse algo gélida. El conejo robot caminó hacia la rampa que conduce a una puerta negra de fierro y con su mano derecha generó un pequeño campo de energía magnética. A continuación, cientos de organismos vivos emergieron y flotaron desde la cueva. Luego, formaron un muro de contención donde cada una de las creaturas utilizaron su energía interna para crear una esfera de luz bioluminiscente. De esta manera, Hari demostró su habilidad para manipular la energía de los animales y con ello, cuidar de su escasa reserva de poder.

Una vez formada la esfera de luz, la envió en dirección a la oscuridad para iluminar el sendero. Cuando Oliver corrió hacia Hari, descubrió un mundo de microesferas amarillas que, combinadas con las estalactitas, producían un arco de color rosa neón rodeado de humo gris. El techo estaba cubierto de bandas de luz azul turquesa, muy parecido a una aurora boreal. Adam se acercó sigilosamente, cautivado por el espectáculo de luces a su alrededor. Desde su estancia en la fábrica de los Handall sabía que el conejo robot tenía la capacidad de manipular la energía y, en general, todo dispositivo que la empleara. Solo que ahora, era testigo del peculiar poder del robot que implicaba utilizar a seres vivos. Ahora entendía que ese era el motivo por el cual Tomas se obsesionó con el proyecto, porque el autómata demostraba ser autosuficiente para generar su propio poder sin intermediarios.

—Puedes hacer que otros generen energía para ti y luego transferirla al exterior — afirmó el robot víbora con una voz que lo hacía parecer embelesado.

—Es fácil cuando estamos debajo de un vórtice de energía. Las grutas albergan por sí mismas la entrada a las dimensiones reales y virtuales — reveló el conejo.

Adam dejó de mirar al techo y se concentró en el robot de largas orejas. Oliver seguía inmerso en la lluvia de luces que parecía hipnotizado.

—Esta es la razón por la cual el portal se mantiene intacto. Por la energía gravitacional que atraviesa a las grutas y que interacciona con el viento solar, por la energía mística y espiritual que abre portales y por la capacidad de ciertos organismos para crear luz bioluminiscente — explicó Hari.

—¿Quieres decir que, en el mundo real, el portal sigue abierto? —cuestionó Adam.

—El portal está ahí. Solo que ninguna persona, a excepción de mi dueña, lo puede atravesar — respondió el conejo. Entonces miró a Adam directamente — sin necesidad de activar el campo electromagnético.

—Pero, según tú, Emma abrió el portal utilizando a la central eléctrica, así pudo formar el campo. Si lo que dices es verdad, debe existir una fuente de energía externa y artificial.

En ese momento, la esfera de luz regresó a las manos del conejo robot.

—No hay energía artificial; pero sí la natural. Lo he dicho antes.

Hari proyectó, en el aire, un mapa del interior de las grutas en una especie de pantalla de veinte pulgadas conectada a la interfaz de su cerebro. Entonces, apareció la ubicación de los túneles y las respectivas galerías (escenarios de las formaciones de estalactitas y estalagmitas). También se dibujaron las intrincadas escaleras, pero había rincones dentro del camino subterráneo que no lograban mostrarse con exactitud.

—Para que el portal funcione, ¿se necesita que exista un portal inactivo cerca de una fuente de luz artificial o natural y que alguien como Emma pueda unirlas? — preguntó Adam luego de un breve análisis en silencio.

—El que exista un portal natural inactivo facilita las cosas, pero no es necesario. Se puede crear la puerta a otra dimensión con la ayuda del campo magnético de un robot y de la energía generada por Emma. Es un caso aislado.

—¿Es así como surgió el portal en una zona que no reúne todos los factores necesarios para su creación?

El conejo robot guardó silencio. Adam no insistió debido a que dedujo la respuesta gracias a la serie de recuerdos que comenzaron a invadir su mente de cuando era ingeniero de Industrias Handall.

Hari y la niña habían creado un portal el día que Katia perdió la vida. El portal no terminó de completarse porque la fábrica no era una central eléctrica. Enseguida, Hari apuntó con su dedo hacia una zona del mapa que parpadeaba constantemente, lugar donde se encuentra el manantial, de acuerdo a sus estimaciones.

—Tenemos que recorrer cuatrocientos ochenta escalones — reveló Hari.

—Son muchos escalones — dijo Oliver preocupado. Tenía los ojos empañados por el brillo de las luces. El robot víbora le recordó al conejo sobre la condición física tan lamentable del pequeño.

—Es la única forma de llegar al manantial donde se encuentra la puerta que conduce a tu mundo. Si deseas encontrarla, tendrás que esforzarte un poco más — aseguró Hari a Oliver.

El niño hizo un puchero, decepcionado con la respuesta del orejón. A punto estuvo de decirle que no era igual de poderoso como la famosa Emma, pero se tragó sus palabras por miedo a que el robot lo atacara.

—Por cierto, olvide mencionar las consecuencias de generar un portal con la energía de Emma y mi campo magnético —inició el conejo, minutos después de que el mapa desapareció y antes de comenzar el recorrido.

—¿Cuál es? — cuestionó Oliver con su vocecita débil, en lugar de Adam.




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