Segundo día con sus nuevos hábitos. Tendría que haber comenzado con su rutina de ejercicios pero se levantó más tarde de lo estipulado y lo postergó para más tarde, aunque durante el día no encontró ningún momento oportuno para realizarlo y se terminó yendo a dormir sin haber ejercitado. <<Mañana me pongo al día>>.
Tercer día. Realizó los ejercicios. Esta vez no pudo meditar. Siempre había alguien en la casa dando vueltas y no podría concentrarse. Ni lo intentó. Al día siguiente lo haría.
Cuarto día. No realizó los ejercicios. No meditó. Se había quedado sin frutas y verduras por lo cual decidió volver a su típico mate y comer algo que no estaba en el menú programado.
Quinto día. No hizo ninguno de los tres pasos. Doña Ansiedad estaba devuelta.
Aunque la frustraba no haber logrado su objetivo esa semana no era para nada inusual. Cada vez que intentaba cambiar y sentirse mejor realizaba los mismo pasos y terminaba en el mismo final. Cada vez comenzaba como si fuera la primera, convencida de que esta vez si lo conseguiría. Pero solo era la calma que antecedía al huracán. Se volvía a sentir desganada, cansada.
No estaba mal que intentara tener aquellos hábitos. Lo que estaba mal era creer que esa sería la solución cuando en realidad podían venir luego como consecuencia de sentirse bien, sin tanto esfuerzo y de la manera más adecuada para ella. Sabía que aquello que intentaba eran hábitos saludables, sin embargo la ansiedad había aparecido igual. Había leído en algún lugar que era como una señal de alerta cuando algo no iba bien. Entonces allí no estaba el problema. Era otra cosa. Tenía que averiguarlo.
¿Cómo lo haría? Después de tantos intentos fallidos ya no sabía dónde buscar. Se sentó en su cama y pensó por un buen rato. <<¿Dónde busco?>>. Miró a su alrededor, repasando todas las cosas que había hecho hasta ese momento. Algunas cosas había mejorado. Sabía que muchas de sus emociones surgían por sus pensamientos distorsionados. Con lo cual había comenzado a intentar distinguir esas distorsiones que muchas veces le jugaban una mala pasada. Pero faltaba más.
<<No es algo externo>>, reflexionó. Estaba dentro de ella. Una fuerza que sentía en el fondo. Era la ansiedad que tanto buscaba sacarse de encima. <<Claro, eres tú. Siempre eres tú>>. De repente sintió como si toda esa fuerza se asomara como si al fin hubiera sido descubierta.
<<Hola Ansiedad, ¿conversamos?>>.