Hola, Ansiedad ¿conversamos?

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Al día siguiente se levantó y supo que aquella jornada sería muy diferente a las cuales se había acostumbrado por tanto tiempo. Decidió culminar, o al menos continuar, con las notas que había comenzado meses atrás y las cuales había abandonado en más de una ocasión por no saber como proseguir. Se acomodó en la banqueta alta de la cocina, el equipo de mate a la derecha acompañándola como siempre, y delante suyo la computadora portátil que esperaba dispuesta a recibir cada una de sus palabras, letra por letra, sentimiento a sentimiento.

No podía esperar más. Sus manos se deslizaban por el teclado a una velocidad considerable intentando plasmar en aquellas oraciones todo lo que había experimentado en su valiosa charla con la Ansiedad. Necesitaba expresar cada detalle. Quizás así podría recordarse cada vez que los leyera lo valiente que era.

Antes de terminar, se tomó el tiempo de escribirles cartas a aquellas personas que habían marcado su vida de una u otra manera. Necesitaba decirles de algún modo, aunque no se las enviaría, todo aquello que se había guardado por años, dándole un cierre a este proceso largo y extenuante pero asombrosamente valioso. Dejó la notebook a un lado y tomó el cuaderno del primer cajón de su escritorio. Comenzó a redactar en cada uno de sus renglones aquellas ideas invasivas, deshaciéndose de ellas, dejando que queden impregnadas en la tinta y el papel, sin oportunidad alguna de regresar a perturbar su mente.

Estaba lista. Arrancó las hojas del cuaderno y las rompió. Una por una. A la mitad. En cuartos. Trozo a trozo. Liberándose de cada fragmento; desprendiéndose de cada idea.

Regresó a su relato inicial y lo culminó. Lo leyó varias veces. Le hizo las últimas modificaciones y lo envió. A quien quiera que lo leyera. A cualquier persona que se topase con él. No sentía vergüenza, ni temor por el que dirán. Quería probarse a ella misma. Ya no le pesaban las opiniones y quizás en algún lugar alguien podía sentir lo mismo. Si podía llegar al menos a una sola persona y decirle con sus notas <<No estás solo. No estás sola. Siempre hay una salida>>; si tan solo pudiera abrazar a alguien a la distancia y consolarlo con sus palabras; si tan solo pudiera transmitirle una luz de esperanza. Y sino, al menos lo habría intentado. Siendo ella misma.

Por el momento se sentía bien. Estupendamente bien. Pero si por alguna razón aquella compañía regresaba, sabría que alguna vez la enfrentó y que podía hacerlo las veces que quisiera. Sin temor. Recibiendo su alerta con atención para seguir tomando decisiones en su vida.

Sí. Su vida. Y la de nadie más.



#24457 en Otros

En el texto hay: realidad, superacion, ansiedad

Editado: 19.05.2020

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