Al principio creí que no iba a interesarme, eras lindo y eso me entusiasmó, pero hasta ahí. Sin darme cuenta nos fuimos acercando... Me vigilabas constantemente aunque parecían importarte otras personas. Empezó como un juego y te seguí la rima, sin embargo nos volvimos cómplices de bromas y malos momentos: te transformaste en mi refugio. Nos hicimos tan íntimos que comentaste a colarte en el baño para verme y yo recuerdo que me reía muy bajo para que nadie me oyera, porque me mataban si se enteraban de algo así, que para ti era común y normal. Siempre te gustaba que te acariciara. Mi zona preferida era la cabeza, aunque no niego que también me gustaban el cuello y el pecho. A veces dócil y otras no demasiado, no importaba cuenta presión pusiera porque tú lo soportabas sin quejarte. No se sabía te hería o no, pero parecías disfrutarlo. Entonces me mordías, me arañabas, me hacías cosquillas... Me había encariñado demasiado contigo. Dormíamos juntitos a escondidas de mi madre que se oponía rotundamente a nuestra relación. Lo cierto es que te volviste alguien muy especial para mí.
Te veré en el próximo año, mi gatito New.