Hombres de ceniza (romantasy-concurso)

Capítulo 5: La Fusión Violenta. [Punto de Vista: Shiva Mae]

5.1 - El Despertar del Acero

[Punto de Vista: Shiva Mae]

La alarma era un cuchillo de sonido que desgarraba el aire. Las luces blancas del complejo parpadearon, tiñéndose de un rojo intermitente que convertía cada sombra en una amenaza potencial.

"¡Nos han detectado! ¡Vámonos, ahora!", gritó Roric, su voz quebrándose en el último grito.

El complejo cobró vida como un organismo enfurecido. De cada pasarela, de cada corredor oculto, emergieron los soldados del Polvo. Sus armaduras plateadas reflejaban la luz carmesí, convirtiéndolos en demonios metálicos. Se movían con una sincronización antinatural, como piezas de un reloj mortal, cada paso calculado, cada disparo preciso.

El caos estalló.

Nuestro pequeño equipo respondió con la desesperación de los acorralados. Caelan gruñó a mi lado, sus cuchillos de obsidiana cortando el aire. Vi a Roric lanzar una granada de Ceniza que estalló en una nube gris, consumiendo a dos soldados. Sus gritos—breves, cortados—se añadieron al coro de Ecos en mi mente.

Miedo. Dolor. El último pensamiento de un hombre: "No puede terminar así..."

Me tambaleé, pero Caelan me agarró del brazo. "¡Shiva, enfócate!"

Me moví entre las sombras, dejando que mi cuerpo recordara el entrenamiento. Mis cuchillos encontraron carne bajo el metal, las juntas débiles de las armaduras. Cada muerte era un peso más en mi conciencia, un susurro más en el panteón de voces que habitaban mi mente.

Pero mis ojos seguían volviendo a él.

Al Príncipe del Polvo.

No se unió a la lucha. Permanecía en una plataforma elevada, observando el caos con la expresión de un científico estudiando una reacción química. Su Sombra Viva se extendía desde su espalda como alas líquidas de oscuridad, parpadeando con destellos plateados en sus bordes. Era hermosa y aterradora.

Y se movía hacia mí.

No como un ataque. Como una red. Bloqueando mis rutas de escape, cortando cada salida potencial. Él no perseguía al equipo. Me perseguía a mí.

Los tentáculos de sombra se cerraron alrededor de mi perímetro. Caelan intentó seguirme, pero un soldado lo interceptó. Vi el destello de su cuchillo, escuché su grito de rabia, y entonces perdí de vista a mi hermano entre el humo y el metal.

"¡Caelan!" grité, pero mi voz se ahogó en el estruendo.

La Sombra me empujaba, me guiaba como ganado hacia el matadero. Cada intento de escape encontraba una pared de oscuridad viviente. Mis cuchillos cortaron los tentáculos, pero se regeneraban al instante, como si fueran inmunes a la muerte.

Finalmente, me encontré con la espalda contra un pilar de metal frío. Él descendió de la plataforma, caminando hacia mí con pasos medidos, deliberados. El combate a nuestro alrededor parecía desvanecerse, como si el mundo se redujera a este momento, a este espacio entre nosotros.

Se detuvo a solo unos metros de distancia.

"Tu firma energética es una anomalía", dijo. Su voz era tranquila, analítica, desprovista de emoción. Como si estuviera describiendo un espécimen en un laboratorio. "Los registros no muestran patrones similares en toda la historia de la Ceniza. Tu capacidad de absorción supera los límites teóricos por un factor de 4.7. Debes ser contenida. Debes ser estudiada."

Sus ojos—grises como el acero pulido—me atravesaron. No había odio en ellos. Solo curiosidad clínica.

Y algo más. Algo que no podía nombrar, pero que me heló la sangre.

5.2 - El Acto Desesperado

[Punto de Vista: Shiva Mae]

La desesperación se apoderó de mí como una marea fría. No había a dónde huir. Los tentáculos de Sombra habían formado una jaula a mi alrededor. Los gritos de mis compañeros se desvanecían en la distancia. Estaba sola.

Solo quedaba una opción. La que siempre había temido. La que la Matriarca me había advertido que nunca usara contra un enemigo consciente.

"No lo hagas contra algo que pueda devolverte la mirada", me había dicho, sus ojos antiguos llenos de una preocupación que entonces no comprendí. "Cuando absorbes un Eco, tomas no solo su poder, sino su esencia. Pero cuando intentas tomar de algo vivo, de algo con voluntad propia... el flujo puede revertirse."

Pero no tenía otra opción.

Extendí mi mano hacia el Príncipe del Polvo. Mi palma brilló con un resplandor gris tenue, la manifestación física de mi hambre innata. En lugar de atacar, hice lo que mi naturaleza me dictaba desde que tenía memoria.

Tiré.

Intenté absorber la esencia de su Sombra, beber de ese vacío con forma de hombre, succionar el poder que emanaba de él como calor de un fuego.

Por un momento, sentí el flujo. La Sombra Viva era pura energía condensada, y mi cuerpo la reconoció como alimento. Comencé a jalar, a extraer...

Entonces, él me miró directamente a los ojos.

Y tiró de vuelta.

Fue un error catastrófico.

5.3 - La Invasión del Sistema

[Punto de Vista: Umberto Sagan]

La vi extender la mano. Un gesto primitivo, instintivo, casi infantil en su simplicidad. Esperaba un ataque de energía dirigida, una explosión concentrada de Ceniza, quizás un intento de manipular los Ecos circundantes para formar una barrera.

En cambio, sentí un tirón.

Un tirón en el núcleo de mi ser, en la Sombra Viva que era una extensión de mi propia voluntad. No era un ataque físico. Era un drenaje existencial, un intento de succionar la energía que me definía.

Mi sistema analítico procesó la situación en 0.3 segundos: ella era un parásito energético intentando alimentarse de mí.

Respuesta lógica: cortar la conexión.

Pero mi curiosidad científica activó un protocolo alternativo. Esta era una oportunidad única. Una posibilidad de comprender la anomalía desde dentro. Podía revertir el flujo, analizar su arquitectura interna mientras ella intentaba analizarme a mí.

Abrí el canal.

Y entonces, el contacto.

Mi sistema—un bastión de lógica, control y procesamiento cuántico—fue invadido. No fue un ataque físico. No fueron datos corruptos. Fue algo para lo cual mis defensas no tenían protocolo alguno.




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