La Caverna Ceremonial era un círculo de piedras rúnicas que parecían dientes en la boca de la oscuridad. Me arrastraron hasta el centro, la mirada de mi gente como un peso físico sobre mis hombros. Eran rostros que había conocido toda mi vida, ahora contorsionados por el miedo y la desconfianza. Caelan gritaba mi nombre desde la entrada, retenido por dos guardias del templo.
Elara se alzó frente a mí, su rostro una máscara de piedad fanática. Sostenía un cuchillo de obsidiana, su filo negro brillando bajo la luz de las antorchas de Ceniza.
"El Polvo es una enfermedad, niña", dijo, su voz resonando en la caverna. "Y nosotros somos la cura. Esto te dolerá, pero limpiará tu alma".
La voz en mi cabeza respondió con una frialdad que contrastaba con mi corazón desbocado. Análisis: La Matriarca utiliza una justificación moral para un acto de purga. Su lógica es defectuosa, pero su convicción es absoluta. La persuasión es ineficaz.
Elara realizó el primer corte ceremonial en la palma de mi mano. El dolor fue agudo, una línea de fuego sobre mi piel. La sangre brotó, oscura.
Y el huésped en mi mente reaccionó.
No fue un acto consciente por mi parte. Fue un protocolo de autodefensa. Ante el dolor y la amenaza inminente, la lógica fría de Umberto, ahora entrelazada con mi propio instinto de supervivencia, activó el sistema defensivo más eficiente que teníamos a nuestra disposición.
Cuando Elara se preparó para un segundo corte, esta vez dirigido a mi pecho, la Sombra Viva emanó de mi piel. No fue una explosión, sino un escudo líquido y negro que se formó sobre la trayectoria del cuchillo. La hoja de obsidiana chocó contra la Sombra con un sonido sordo y se detuvo, incapaz de penetrarla.
Un grito ahogado recorrió la multitud.
"¡Vean!", exclamó Elara, su rostro una mezcla de horror y triunfo. "¡La corrupción se revela! ¡Se defiende!".
Los guardias del templo se abalanzaron. El caos estalló. Luché, pero era un forcejeo salvaje, mi pánico chocando con la fría precisión del huésped. La Sombra Viva reaccionaba a mis emociones, creando picos defensivos que desviaban golpes, atrapando brazos en zarcillos de oscuridad. Ineficiente, susurró la voz en mi cabeza. Demasiado gasto de energía. Busca un punto de quiebre.
El punto de quiebre llegó.
Caelan, en un arranque de fuerza desesperada, se liberó de sus captores y corrió, interponiéndose entre Elara y yo. "¡Basta!", gritó. "¡Mira lo que estáis haciendo! ¡La estáis obligando a hacer esto!".
Fue la distracción que Elara necesitaba. Lanzó un hechizo de pura energía de Ceniza, una onda de fuerza dorada destinada a noquearme.
Pero Caelan estaba en medio.
Recibió el impacto de lleno. El hechizo lo levantó del suelo y lo arrojó contra la pared de la caverna. Cayó al suelo, inerte.
El mundo se detuvo. El coro de Ecos en mi mente se silenció. Incluso la voz fría y lógica de Umberto se calló. Solo quedó un único y ensordecedor sonido: el de mi corazón rompiéndose.
El miedo se evaporó. El pánico se disolvió. En su lugar, quedó una rabia fría y silenciosa. Una claridad letal. La desesperación de mi alma se fusionó por completo con la lógica del huésped.
Levanté la mirada hacia Elara. La Sombra Viva ya no era un escudo. Era una capa que me envolvía, mis ojos brillando con una luz pálida y antinatural entre las sombras.
"Toquen a mi hermano otra vez", dije, y mi voz no sonó como la mía. Estaba cargada de eco y de la fría ira de la Sombra. "Y no dejaré de ustedes ni el Eco para llorar".
No era una amenaza emocional. Era una declaración de consecuencias lógicas.
Sin esperar respuesta, me agaché y levanté el cuerpo inconsciente de Caelan. Era más ligero de lo que recordaba. La Sombra Viva, ahora obedeciendo a mi voluntad unificada, se arremolinó a mi alrededor, creando un túnel de oscuridad a través de la multitud aterrorizada.
Ruta de escape óptima: los túneles prohibidos del Rescoldo Profundo, susurró la voz, ahora no como un intruso, sino como un aliado. Baja probabilidad de rastreo. Alta probabilidad de supervivencia a corto plazo.
Corrí. Hacia la entrada más oscura de la caverna. Hacia lo desconocido.
Me había convertido en una proscrita. Una fugitiva. Una herejía andante.
Y por primera vez, era libre.
#5432 en Novela romántica
#1577 en Fantasía
enemigos a amantes, romantasy, ciencia ficción post-apocalíptica
Editado: 26.10.2025