Hombres de ceniza (romantasy-concurso)

8.1: La Voz de la Fractura [Punto de Vista: General Kaelen]

El informe del vigía era tan escueto como aterrador. Solo cuatro palabras, repetidas como un mantra de pesadilla mientras el hombre, un explorador veterano llamado Renn, temblaba frente a mí en la Cámara del Cónclave Secreto.

"El Príncipe se la llevó".

Elara, a mi lado, dejó escapar un suspiro que sonó peligrosamente a satisfacción. Los Ancianos permanecieron inmóviles en la penumbra, su silencio más pesado que cualquier acusación.

"¡Lo veis!", exclamó Elara, su fanatismo brillando en sus ojos. "¡La profecía se cumple! La Aberración ha seducido y corrompido hasta al corazón del Polvo. No podemos permitir que ese poder caiga en sus manos. Debemos destruir a ambos".

La miré, la frustración ardiendo en mi pecho. "Estás ciega, Elara. Esto no es una herejía, es una catástrofe militar. Si el Príncipe del Polvo ha traicionado a su gente por ella, es porque cree que su valor es mayor que todo su imperio. ¿Y nosotros qué hacemos? ¡Regalársela! Ahora no tenemos el arma y hemos creado una alianza imposible entre los dos seres más poderosos del planeta".

Mi pragmatismo chocó contra su fe como una ola contra una roca. Ella veía una abominación espiritual. Yo veía un desastre logístico de proporciones apocalípticas.

Fue el Anciano Theron quien rompió el tenso silencio. Su voz, como el crujir de un glaciar, llenó la cámara. "El Protocolo Quimera fue sellado para que lo sucedido no se repitiera. La unión de un Sagan y una Mae... es el preludio del 'Devastador'. No la versión corrupta que encerramos hace eones, sino la verdadera: la que puede reescribir la realidad".

"¿Y qué proponen?", espeté, mi paciencia agotada. "¿Más rituales? ¿Más profecías mientras el enemigo se fortalece?".

"No, General", respondió el Anciano, y sentí un escalofrío recorrer mi espalda a pesar de mi escepticismo. "Activamos a los 'Vigías del Silencio'. Los centinelas que vigilan la tumba del verdadero Devastador. Si la fusión se completa... ellos serán la última línea de defensa de este mundo".

Una tercera facción. Una orden ancestral tan secreta que ni siquiera yo, el General del Consejo de Guerra, conocía su existencia plena. La situación era peor de lo que había imaginado.

Me puse en pie, la decisión formándose en mi mente, tan amarga como necesaria. Emití dos órdenes, sabiendo que la primera era una mentira para mantener unido a nuestro pueblo, y la segunda, una sentencia de muerte.

"Orden pública", declaré, mi voz resonando con una autoridad que no sentía. "Shiva Mae ha sido capturada por el Príncipe del Polvo. Movilizaremos todos los recursos para su rescate. Que cada hombre y mujer de la Ceniza sepa que luchamos por recuperar a una de los nuestros".

Luego, bajé la voz, dirigiéndome solo a los presentes. "Orden secreta. Mis mejores rastreadores partirán de inmediato. Encuéntrenlos. Si la fusión no se ha consumado, capturen a la Mae. Tráiganla de vuelta, a cualquier costo". Hice una pausa, el peso de mis siguientes palabras aplastándome. "Pero si detectan que han unido sus poderes de forma estable... si se han convertido en uno... eliminen a ambos. Sin dudar".

La perspectiva de su poder unificado era, para mí, un riesgo mayor que la guerra misma. Una variable que ninguna estrategia podía contener.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.