Capítulo 9: La Huida y el Huésped [Punto de Vista: Shiva Mae]

Correr. Era lo único que importaba. Con el peso de Caelan en mis brazos y la oscuridad del Rescoldo Profundo tragándome, cada paso era un acto de desafío. Los gritos de los guardias se desvanecieron detrás de mí, reemplazados por el sonido de mi propia respiración agitada y el goteo del agua en túneles que ningún mapa registraba.

La huida, sin embargo, no era solo física. Era una cacofonía sensorial. Mi nueva percepción del mundo era una bendición y una maldición. Veía las vetas de minerales en la roca, sintiendo su historia, pero al mismo tiempo, una parte de mi mente calculaba fríamente su punto de ruptura estructural. Oía los Ecos de criaturas antiguas atrapadas en la piedra, pero también el zumbido de las frecuencias de energía de los seres vivos que se escondían en las grietas. Era abrumador, como escuchar dos canciones a la vez, una un lamento del alma y la otra una sinfonía de datos.

Finalmente, encontré una grieta en la pared, lo suficientemente grande como para servir de refugio temporal. Me deslicé dentro, depositando a Caelan en el suelo con una suavidad que mis músculos doloridos apenas podían permitirse. Estaba vivo, pero su respiración era superficial, y la herida en su pecho, donde el hechizo de Elara lo había golpeado, no sangraba. Brillaba con una luz dorada y enfermiza. Una "sobrecarga de pureza", una herida mágica que rechazaba activamente cualquier energía que no fuera 100% Ceniza.

Mi corazón se hundió. Mi propia magia, la que siempre había usado para sanar, ahora estaba "contaminada". Podía sentir la Sombra de Umberto entrelazada con mi poder, una corriente fría en un río cálido. Si intentaba tocar la herida de Caelan con mi magia, la mezcla podría ser veneno. Podría matarlo.

La desesperación era un sabor amargo en mi boca. Me senté junto a él, impotente, y cerré los ojos, tratando de pensar.

Fue un error.

En el silencio, el huésped en mi mente tomó el control. No era una voz, era una corriente de pensamiento, fría y desapasionada. Análisis de la situación: El sujeto Caelan sufre de necrosis mágica por saturación. Probabilidad de supervivencia sin intervención: 17%. Ruta de escape óptima: abandonar la carga para maximizar la movilidad y la conservación de energía.

"¡Cállate!", susurré en la oscuridad, mis manos apretando mis sienes. No sabía si me lo decía a mí misma o al fantasma de él en mi cabeza.

Un sonido raspante me sacó de mi espiral. En la entrada de la grieta, una figura se materializó. Un Gusano de Roca, atraído por el olor de la herida de Caelan. Su cuerpo segmentado, del tamaño de un hombre, se retorció, sus mandíbulas de quitina chasqueando en la oscuridad.

El pánico me inundó, una oleada de terror puro. Pero chocó con la fría lógica del huésped. Y por un instante, en lugar de luchar entre sí, se alinearon.

Amenaza detectada. Análisis de debilidad: el caparazón es denso, pero los segmentos ventrales son vulnerables a la vibración sónica.

No lo pensé. Actué. Usando la lógica de él para identificar el punto débil, enfoqué mi poder de Ceniza no como un arma, sino como una herramienta. Creé una vibración sónica de baja frecuencia, un zumbido que resonó en la piedra y golpeó el vientre de la criatura. El gusano se retorció, confundido y dolorido, y retrocedió hacia la oscuridad de donde vino.

Me quedé allí, temblando, el sudor frío pegado a mi frente. Había sobrevivido. Habíamos sobrevivido.

Pero el esfuerzo me dejó vacía. Sabía que no podíamos quedarnos aquí. No podía sanar a Caelan. No podía confiar en mi propia mente. La lógica fría del huésped tenía razón en una cosa: necesitaba una solución.

Y solo había una persona en todo el universo que podría entender esta infección, esta fusión imposible. Su origen.

Mi misión ya no era solo huir. Era encontrar a Umberto.

No sabía si era para pedirle ayuda o para matarlo y hacer que el fantasma en mi cabeza se callara para siempre. En ese momento, no estaba segura de cuál de las dos opciones deseaba más.