Hombres de ceniza (romantasy-concurso)

1.5: La Perfección del Vacío

Él estaba allí. En la plataforma. Inmóvil como una estatua pero vibrando con una presencia que contradecía su quietud. Perfecto. Esa era la palabra. No "hermoso" ni "impresionante". Perfecto. Como una ecuación resuelta, como un cristal sin defectos, como algo que nunca había cometido un error porque los errores simplemente no eran posibles en su existencia.
Cabello plateado que no era rubio ni blanco ni gris, sino algo entre los tres, capturando la luz de forma que parecía casi líquido. Uniforme oscuro tan impecable que las arrugas probablemente se disculparían antes de formarse. Postura de quien nunca ha tenido que pedir perdón, de quien nunca ha sido cuestionado, de quien existe en un plano donde la duda es un concepto ajeno.
Era la personificación de todo lo que odiaba: la pureza que se impone a punta de bayoneta, el orden que mata para evitar el caos, la perfección construida sobre montañas de cadáveres imperfectos.
Debería haber sentido rabia. Esa ira ancestral que sentía cada vez que veía el uniforme del Polvo, esa furia que me hacía apretar los puños hasta clavarme las uñas en las palmas. O al menos ese impulso familiar de arrancarle el alma con las manos, de hacerle sentir una fracción del dolor que su gente nos había infligido.
Pero no sentí nada.
Y ese nada me heló más que cualquier amenaza física, más que cualquier arma apuntada a mi cabeza.




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