Hombres de ceniza (romantasy-concurso)

1.9: La Alarma de los Ecos

El silencio en mi mente —ese silencio perfecto, terrible que su presencia había provocado— estalló.
No en alivio. En alarma.
Todas las voces que había absorbido, todos los Ecos que habitaban en los rincones de mi consciencia, gritaron al unísono. No con palabras. Con pura emoción primaria: ¡PELIGRO! ¡HUYE! ¡ESTO NO DEBERÍA EXISTIR!
Era como si cada muerto que llevaba dentro, cada fragmento de alma que había devorado, reconociera en él algo fundamentalmente equivocado. No malvado. Equivocado en un nivel más básico. Una violación de las reglas que gobernaban la existencia.
Pero junto con el miedo, junto con la alarma, había otra cosa. Más pequeña. Más silenciosa. Pero imposible de ignorar.
Curiosidad.
Porque por primera vez desde que mi poder había despertado, desde que me había convertido en esta cosa que no era completamente humana, había encontrado algo que mi poder no podía leer. Un misterio que no podía resolver con solo tocarlo y absorber su esencia.
Era como si hubiera pasado toda mi vida en un cuarto donde podía ver a través de todas las paredes, donde ningún secreto podía esconderse de mí. Y de repente, había una puerta. Una puerta que no podía atravesar, cuyo contenido no podía adivinar.
Y como cualquier criatura curiosa, hambrienta, desesperada por comprender, quería abrirla.
Quería saber qué había detrás de esa ausencia. Qué tipo de persona —si es que "persona" era siquiera la palabra correcta— podía existir como un agujero en mi percepción. Qué se sentiría tocarlo, absorber su esencia, conocerlo de la forma íntima y violenta que era mi único método de verdadera conexión.
¿Qué encontraría si finalmente lograba leer su alma? ¿Vacío? ¿O algo tan brillante, tan intenso, que había tenido que enterrarlo bajo capas de ausencia solo para soportar existir?




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