Hombres de ceniza (romantasy-concurso)

2.10: El Reconocimiento del Destino

Di un último vistazo hacia atrás, a la luz familiar del Rescoldo. Las lámparas-sombra brillaban con su característico resplandor ambarino, creando un halo de calidez contra la oscuridad absoluta de los túneles exteriores. Podía ver siluetas moviéndose: niños jugando en las plazas, adultos caminando hacia sus turnos de trabajo, la vida ordinaria continuando ignorante de que un equipo suicida estaba a punto de partir hacia casi cierta muerte.
Era el único hogar que había conocido. Las únicas personas que me habían visto crecer. Y había una posibilidad muy real de que nunca volvería a ver ese lugar.
Y en ese instante, justo antes de cruzar el umbral, sentí algo extraño. No era miedo. No exactamente. Era reconocimiento. Como si la oscuridad que se extendía ante mí no fuera un enemigo extraño sino algo que siempre había estado esperándome. Una promesa hecha hace mucho tiempo, finalmente a punto de cumplirse.
Como si todo lo que me había sucedido —cada trauma, cada Eco absorbido, cada pieza de mi humanidad sacrificada— había sido preparación para esto. Para caminar hacia esa oscuridad y encontrar lo que sea que esperaba al otro lado.
Luego, di un paso hacia adelante. La misión había comenzado.
Y con ella, mi sentencia.
Pero mientras la oscuridad me tragaba, mientras el frío abrazaba mi cuerpo y los susurros de los muertos en mi mente aumentaban su volumen, una parte de mí —esa parte antigua y profunda que había reconocido al Príncipe del Polvo— susurró una verdad terrible:
No es tu sentencia. Es tu destino. Y el destino no puede ser evitado. Solo... cumplido.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.