Hombres de ceniza (romantasy-concurso)

Capítulo 13: El Juramento de la Quimera [Punto de Vista: Shiva Mae]

No desperté por un ruido, sino por una sensación. El peso de una mano en mi hombro. No era el contacto brusco de un guardia ni el toque familiar de Caelan. Era algo nuevo. Una presencia que mi instinto debería haber rechazado como una amenaza, pero que, en cambio, se sentía como un ancla en medio de una tormenta.

Abrí los ojos.

Umberto estaba arrodillado a mi lado, su rostro iluminado por el suave resplandor del musgo en las paredes. La frialdad que había visto en la plataforma de observación se había ido, reemplazada por una intensidad que me dejó sin aliento. No había pánico en mi pecho, solo un alivio abrumador y un reconocimiento que iba más allá de las palabras.

"Viniste", dije, mi voz apenas un susurro ronco. Era una afirmación, no una pregunta.

Él asintió, su voz igualmente suave. "Me llamaste".

Su mirada se desvió hacia Caelan, que yacía a mi lado, su respiración un hilo frágil. La expresión de Umberto se volvió analítica, pero ahora había algo más en ella: una empatía que no debería haber estado allí.

"El tejido está necrosado por energía de Ceniza corrupta", dijo, su diagnóstico rápido y preciso. "Mis nanitos pueden estabilizarlo, pero no revertir el daño. Necesitan un catalizador. Una firma energética compatible para iniciar la regeneración".

Comprendí de inmediato. La "voz" lógica en mi cabeza y mi propio instinto de sanadora llegaron a la misma conclusión imposible. No era solo mi poder lo que se necesitaba, ni solo el suyo.

"Necesitan la Fusión", susurré, la palabra sintiéndose a la vez como una blasfemia y una oración. "Nuestra energía".

Era el momento de la máxima confianza. Permitir que el poder del enemigo, la esencia del Polvo, entrara en el cuerpo de mi hermano. Miré el rostro pálido de Caelan, y supe que no había otra opción. Asentí.

Umberto no perdió el tiempo. Sacó un pequeño emisor cilíndrico de su medkit y lo colocó suavemente sobre el pecho de Caelan. El dispositivo emitió un suave zumbido, una luz azul parpadeando en su superficie.

"Ahora", dijo él, mirándome directamente a los ojos.

Tomé aire y coloqué mi mano sobre la suya, que aún descansaba sobre el emisor. No había guante entre nosotros. Piel contra piel. El contacto fue eléctrico. Sentí la frialdad natural de su piel contra la calidez de la mía, y en ese punto de contacto, el universo pareció contener la respiración.

Cerré los ojos y me concentré. Dejé que mi poder de Ceniza fluyera, no con la fuerza de la absorción, sino con la suavidad de la creación. Al mismo tiempo, sentí cómo él liberaba su Sombra Viva, no como una red, sino como un canal preciso y controlado.

Nuestros poderes se encontraron. Y esta vez, no hubo explosión. No hubo caos. Fue una sinfonía.

La Sombra de Umberto, como un cirujano de precisión, aisló y contuvo la necrosis dorada, impidiendo que se extendiera. Y mi magia de Ceniza, guiada por su control, fluyó hacia el tejido dañado, tejiendo nuevas células, reparando lo que estaba roto. Era una danza de creación y control, de vida y orden. Era hermoso y aterrador. Era la primera vez que nuestra unión creaba en lugar de destruir.

Mientras trabajábamos, concentrados, nuestras frentes casi tocándose, hablamos en susurros que eran más para nosotros que para el mundo.

"El Protocolo Quimera... nos definió como un error", dijo él, su mirada fija en nuestras manos unidas. "Pero se equivocaron. Nos dieron la llave para esto".

Una lágrima silenciosa rodó por mi mejilla, una lágrima de dolor y de una extraña y abrumadora alegría. "Siempre me dijeron que mi don era una profanación", respondí, mi voz quebrada. "Ahora... es lo único que puede salvarlo".

Bajo nuestras manos, la herida de Caelan se cerró. La luz dorada y enfermiza fue consumida, dejando solo una cicatriz limpia, una filigrana de hilos plateados y negros entrelazados. Su respiración se volvió profunda y regular. Estaba estabilizado.

Retiramos las manos, el silencio de la grieta roto solo por la respiración tranquila de mi hermano. Nos miramos, y en ese momento, el abismo entre nosotros se cerró.

Pero el esfuerzo tuvo un costo. La liberación de una Fusión Alfa estable, aunque controlada, fue como encender un faro en la oscuridad más profunda del planeta.

Una oleada de energía recorrió el complejo, una vibración que ambos sentimos en nuestros huesos, en el vínculo que nos unía.

Y en nuestras mentes, una voz que no era nuestra, ni un Eco, ni un pensamiento. Era fría, metálica y antigua. Proyectada con una intención implacable desde las profundidades de la roca.

ANOMALÍA DETECTADA. PROTOCOLO DE CONTENCIÓN INICIADO.

Miré a Umberto, el alivio de salvar a mi hermano reemplazado por una nueva y terrible determinación.

"Acabamos de salvarlo", dije, mi voz firme. "Y de sentenciarnos a nosotros".




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