La lógica era un baluarte. Y mi lógica me decía que el Príncipe Umberto Sagan se había perdido. No como un desertor, sino como un activo corrompido por una variable que nunca debimos subestimar: la emoción.
Mientras el General Kaelen organizaba a su gente para "asegurar" el laboratorio, yo me retiré a una unidad de mando móvil que habíamos desplegado. Oficialmente, estaba coordinando la defensa. En realidad, estaba iniciando un protocolo que el Alto Mando nunca autorizaría. Un protocolo que yo mismo había diseñado en secreto, basado en una simple y brutal premisa: el poder no debe ser suplicado, debe ser tomado.
En la pantalla de mi holotanque, revisé los datos que mis Cazadores de Sombras habían recopilado durante el enfrentamiento. No me interesaba la energía del Devorador. Me interesaba la firma de la Fusión. La forma en que la Sombra del Príncipe y la Ceniza de la Aberración se habían entrelazado. Era ineficiente. Caótico. Impulsado por... sentimientos. Pero era innegablemente poderoso.
"Una prueba de concepto", murmuré para mí mismo.
Accedí a un canal seguro. "Informe de la unidad de captura".
"Objetivo asegurado, Comandante", respondió una voz sin emociones. "El sujeto de Ceniza, el líder del escuadrón de sabotaje. Está inconsciente pero estable".
"Excelente. Trasládenlo al laboratorio de campo Delta. Inicien el Protocolo Espejo".
Hubo una pausa de 0.8 segundos. Una eternidad para un Cazador de Sombras. "Comandante, el Protocolo Espejo está clasificado como 'inviable'. Riesgo de corrupción de activos del 98.7%".
"He reevaluado los parámetros", mentí con frialdad. "La nueva variable es la Fusión Alfa. Proceda".
"Entendido, Comandante".
Cambié la visualización a la cámara del laboratorio Delta. El guerrero de Ceniza, un hombre robusto y lleno de cicatrices, estaba sujeto a una mesa de operaciones. Varios brazos mecánicos, equipados con inyectores y escáneres, lo rodeaban.
"Sujeto orgánico estable", informó la IA del laboratorio. "Firma de Ceniza pura. Iniciando la fase uno del Proyecto Espejo: introducción forzada de nanitos de Sombra Viva".
Observé cómo una aguja descendía y se hundía en el cuello del guerrero. Un líquido negro y espeso, una versión concentrada y sin refinar de la Sombra Viva, fue inyectado directamente en su torrente sanguíneo.
El resultado fue instantáneo y violento.
El cuerpo del guerrero se arqueó, convulsionando. Sus gritos eran ahogados por el sistema. La magia de la Ceniza en su interior luchó contra la tecnología invasora. Su piel brillaba con una luz dorada y enfermiza, mientras venas negras se extendían desde el punto de la inyección como una telaraña de muerte.
"Fusión inestable. Rechazo sistémico catastrófico", anunció la IA.
"Aumente el flujo de energía. Fuerce la simbiosis", ordené, mis nudillos blancos de apretar el borde de la consola.
Los brazos mecánicos inyectaron más Sombra. El cuerpo del guerrero se hinchó, su forma distorsionándose. La luz dorada y las venas negras lucharon por el dominio, creando una abominación de carne, magia y metal.
Finalmente, con un sonido húmedo y desgarrador, el cuerpo colapsó. Pero no murió. Se levantó de la mesa, rompiendo las correas de metal. Ya no era un hombre. Era una Quimera Inestable. Una masa de músculos contraídos, con zarcillos de Sombra Viva goteando de sus extremidades y ojos que ardían con una luz de Ceniza vacía y hambrienta.
"Sujeto 'Espejo 01' activo", dijo la IA. "Funciones cognitivas superiores: nulas. Directiva primaria: buscar y consumir firmas energéticas".
La criatura rugió, un sonido que era mitad grito de alma y mitad estática de máquina, y se estrelló contra la pared reforzada del laboratorio, abriéndose paso hacia los túneles.
Miré la brecha humeante que había dejado. El experimento había sido un fracaso. Y un éxito rotundo.
Había creado un monstruo. Un arma sin lealtad, sin lógica, sin compasión. Un depredador perfecto.
Umberto había encontrado la llave para la evolución, pero la había desperdiciado en el amor y la cooperación. Yo no cometería ese error. Tomaría su descubrimiento y forjaría un ejército. Un ejército de Quimeras que no sentirían nada.
Y su primer objetivo de caza sería la fuente de energía más pura y potente de todo el planeta: el Príncipe desertor y su Aberración.
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Editado: 12.11.2025