Capítulo 5: Feria y encuentros.

                                                                                                                                                                                   Matías

Miro el pequeño complejo de apartamentos que tengo frente a mí y me siento orgulloso de lo que he logrado, he trabajado duro durante muchos años y finalmente estoy viendo frutos de todo lo que he hecho este tiempo. Mi empresa de software está en auge, el contrato que he firmado con la compañía en la que trabaja mi hermana ha sido fructífero y el apartamento que acabo de comprar es la muestra de ello.

El edificio es reciente y moderno, tengo un apartamento en el último piso de una torre de 10 y se siente bien saber que ya tengo un lugar al que llamar hogar. Me adentro en el edificio y tomo el ascensor rumbo a mi nuevo hogar, en mi hombro se encuentra el último bolso con mi ropa. Cuando las puertas se abren, busco mi puerta y meto la llave girando la manilla cuando esta se desbloquea.                                                             

El sitio es increíble. La sala es abierta y se separa de la cocina por la barra, también hay un balcón con grandes ventanales que le dan una iluminación impresionante, fue lo que más llamó mi atención. Tiene 3 habitaciones, la principal tiene un ventanal, la segunda es de invitados y la tercera pienso convertirla en una especie de oficina. Puedo ubicar mi colección de libros de ciencia allí. Esos libros han sido mi deseo culposo desde que era niño.                                                                                                                               

El apartamento ya se encuentra amoblado a mi gusto, mi madre me ayudó en todo y la amo por sacar tiempo para hacer esto por mí. Confié en ella y no me decepcionó en lo absoluto. Todo el lugar está decorado en todos claros, y tiene color gracias a las pinturas que colgó. Dejo el bolso en el closet de mi habitación y me preparo para salir rumbo a la feria de ciencias del colegio en el que solía estudiar. Me gusta observar los inventos que los jóvenes exponen cada año, y si son muy buenos les ofrezco un tipo de apadrinamiento, brindándoles conocimientos para mejorar. He visto proyectos increíbles, y espero encontrar algo mejor este año.                                                                                                                           

Este año veo que hay más puestos. Recorro todo con calma, deteniéndome solo en los que llaman mi atención, la mayoría de los participantes son adolescentes y se siente bien ver cómo le ponen empeño a sus creaciones. A pesar de esto, no he visto nada realmente innovador, así que sigo recorriendo el salón con calma.                                                                                                                                        

Me acerco al final de la exposición y veo un objeto que llama mi atención, es un robot grande, pero lo más asombroso es que está hecho con materiales que parecen casi imposibles de utilizar. Me acerco con rapidez y no veo al joven que debería estar en el puesto, aun así, eso no me detiene de detallar todo con más atención.                                                                                                                                                  

A mi mente viene la idea de apoyar al creador de esto, tener una conversación, él ayudaría a saciar mi curiosidad sobre como se le ocurrió.                                                                                                 

—¿Por qué está tan cerca de mi robot, señor? —Me asusto un poco ante la voz, me giro y veo a un niño demasiado pequeño frente a mí—. No puede robárselo por mucho que le guste, es mío.

— Lo siento, solo me pareció asombroso. —Me alejo un poco para que se sienta cómodo—. ¿Tú lo hiciste? —pregunto en medio de mi estupor.                                                                                                        

—Sí, señor. Eso fue lo que dije. —Me mira con atención—. ¿Es sordo?, tal vez debe ir al doctor.

—No soy sordo, solo que te ves muy pequeño para haber creado el robot. Pero supongo que tu inteligencia es mayor, lamento ponerlo en duda. —Se nota que aprecia que le hable como si fuera un hombre.

—Disculpa aceptada, señor. —Se pone detrás de su puesto y me tiende la mano—. Me llamo Luca, y estoy presentando este robot en la exposición. —Me impresiona la claridad y propiedad con la que habla.

—Mucho gusto, Luca. Soy Matías y me apasiona la ciencia e innovación. —No sé por qué quiero explicarle mi presencia en este lugar—. Estudié en este colegio y vengo todos los años a la feria. Me gusta ver lo que hacen y si es algo muy bueno, comparto mis conocimientos y financiamiento con el proyecto que más llame mi atención. ¿Construiste esto tú solo? —Le pregunto después de mi vómito verbal.                            

—Mi abuelo me ayudó, pero la idea fue mía. Lo construí después de leer un libro sobre como usar algunos materiales reciclables, le comenté la idea a mi abuelo y le gustó. Trabajamos en esto por uno meses, creo. Tuvimos un problema con el sistema, pero lo solucioné y ahora funciona bien. —Se encoge de hombros como restándole importancia, y es que no entiende la magnitud de lo que acaba de producir.                  

Nos enfrascamos en una conversación sobre los materiales que utilizó, la solución que le permitió que la máquina funcionara y estoy totalmente encantado con la inteligencia que desprende. Me quedo hablando con él por lo que parecen horas, hasta que aparece el que supongo es su abuelo anunciando que es hora de irse y es cuando me fijo que el lugar está casi desierto.