Hombres de luna azul

Capítulo 7.

Fue por medio de un mensaje de texto que le cancelé a Alan, pero las cosas que salieron a mi favor.

El mensaje se lo envié antes de dormir, lo hice pensando que Alice tendría la mañana libre y que al menos mi excusa no se vería frustrada. Pero no fue así. Un minuto después de que le enviara el mensaje a Alan otro llegó a mi buzón, uno de Alice que me avisaba que no podría pasar por mí a la mañana siguiente porque iría a desayunar con Trevor.

Y, por supuesto, Alan lo supo, y esa era la razón por la cual lo tenía frente a mi puerta, mientras yo tenía una toalla en mi cabeza y una manzana entre mis dientes.

Él alzó sus cejas, esperando que dijera alguna palabra.

—¿Qué haces aquí? —interrogué, tragando la manzana que anteriormente había mordido. Tuve que interrogarlo, a pesar de que tenía una sospecha de su visita. La noche anterior no había contestado mi mensaje, por lo que había asumido que aun así no iría por mí, que se había dado por vencido. Pero eso me demostraba que no era así.

—Accediste a salir conmigo hoy, te dije que te recogería a esta hora… y aquí estoy. —Sonrió, pero su gesto parecía ser forzado.

—Te mandé un mensaje, te dije que no podía ir contigo.

—Sí, lo hiciste. Y yo no te contesté porque da la casualidad de que cuando te mensaje llegó, Trevor se sentó delante de mí con una gran sonrisa diciendo que había invitado a Alicia a desayunar y que ella había aceptado… creí ya habías superado esto —dijo, haciendo una seña entre nosotros.

—Lo hice, tan solo no quiero salir contigo, eso es todo.

Él se quedó mirándome fijamente, sin decir ni una sola palabra. Parecía decepcionado.

—Veo que en realidad sigues con esa actitud.

Mordí mi labio, alejando mi mirada de su pecho.

—Lo hago —acepté porque realmente no tenía caso negarlo —, y no pienso cambiarla.

Suspiró.

—Dijiste que saldrías conmigo hoy ¿Piensas faltar a lo que prometiste? Ni siquiera tienes como ir al instituto esta mañana, solo déjame llevarte a comer algo y al instituto.

Suspiré.

No era de las que rompían las promesas o faltaban a lo que decían, pero es que me exasperaba el chico ¿Acaso no sabía lo que era un no?

—Dame cinco minutos —susurré, sabiendo que aquel acuerdo me beneficiaría más a mí que a él.

Algunos minutos después estábamos en su auto, camino a alguna cafetería que no conocía. No había logrado organizarme muy bien, tenía mi cabello lleno de ondas desordenadas y veía un poco más desaliñada de lo normal. Era muy temprano, y haría esperar a Alan por mí. En cuanto eso terminara, mucho mejor.

El viaje su silencioso. Nos metimos a una parte del pueblo que no conocía y de la cual realmente nunca había escuchado alguna cosa. Todo parecía ser más… natural, podía jurar que había más naturaleza y más verdor, pero no dejé que mi atención se desviara eso.

Me fijé en la cafetería que había a un lado de la carretera, con apariencia de cabaña. Se veía acogedora, y, por el olor que llegó hasta mí al salir del auto, juraba que sus productos sabían deliciosos.

Alan me guió dentro del local, pero mis ojos se habían quedado clavados en la vitrina con las magdalenas.

—¿Quieres? —Su voz me sobresaltó. Asentí en cuando el susto momentáneo pasó —, bien, entonces pidamos.

Tomó mi mano sin permiso, tirando de mí con suavidad hasta una de las mesas que se encontraban desocupadas.

—Pensé que íbamos a pedir.

—Lo haremos, pero no hay necesidad de ir, ya nos han visto entrar, en cuando nos acomodemos alguien vendrá.

Asentí, tomando asiento en la mesa que había elegido y tomando la carta

—Te ves linda con tu cabello así —Mi mirada viajó rápidamente hacia él cuando soltó las palabras, mis mejillas sonrojándose con una velocidad increíble. Suspiró, tomando una servilleta y comenzando a jugar con ella —. No me verás a tu alrededor a menos de que sea necesario.

Fruncí el ceño, mirándolo recelosa.

—¿De verdad? —Asintió, alzando la esquina de su boca en una sonrisa sin humor.

—¿Desean pedir ahora? —La voz de una chica nos interrumpió en aquel duelo de miradas. Aclaré mi garganta, bajando mi vista hacia mis manos.

—Un sándwich de jamón y una magdalena de chocolate, por favor —pedí. Alan lo hizo después de mí, pidiendo algo similar a lo mío.

—¿Algo de tomar?

—Un frappé mediano. —Sonreí un poco, en agradecimiento.

Luego de que la chica se fuera se instaló un silencio bastante incómodo en la mesa. Comencé a morderme los labios con insistencia, intentando relajarme. No miraba a mi acompañante, aunque sabía que él sí lo hacía.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.