No sé cómo quitarme esta boba sonrisa. Al final sí cumplí mi propósito y hablé con él, con Ethan.
Bajé con cuidado de no caer y lastimarme hasta llegar al suelo. Lo vi desde la ventana y agité mi mano despidiéndome por última vez; él hizo lo mismo y volvió adentro.
Esta nueva situación es... ¿rara? Es decir, acabo de conocer al chico misterioso del edificio. Al que huyó de mí luego de haber corrido detrás de él sin razón aparente y al que hablé durante un buen rato. Sin duda, esto cambió lo rutinario de mis días.
Llegué bastante rápido pues mi casa no está tan lejos. Saqué de mis bolsillos las llaves y la introduje en la cerradura de la puerta, entrando luego de cerrar detrás de mí. Alec está parado cruzado de brazos mirándome con una ceja alzada.
—¿Me dirás adónde estabas? —entrecerró los ojos acercándose a mí.
—¿Es necesario? —dije nerviosa.
—¿Acaso es esa una pregunta?
Pensé en contarle o no, pero no quiero mentirle, no estaría bien, así que pensé con qué palabras decirle dónde estaba. Caminé hasta el sofá y me tiré en él, Alec hizo lo mismo.
—Pues, cuando salí del centro comercial ya que estaba aburrida de verte platicar con Sofía ―él se removió en su sitio―, decidí ir a caminar como te dije. Estuve en el parque y cuando vi que oscurecía me marché a casa. En el camino reconocí a alguien que había visto antes así que traté de hablar con él. Cuando lo hice nos quedamos platicando un buen rato hasta que me escribiste, es todo —expliqué mientras tenía mis ojos cerrados recostada en el sofá.
Buena explicación Venecia.
—¿Hablar con él? O sea que es un chico —dijo alzando una ceja otra vez.
—No empieces por favor —lo empujé suavemente con mi hombro—. Ahora cuéntame, cómo te fue con Sofía —le devolví la misma mirada que me ofreció.
Ríe avergonzado y calla unos segundos mientras mira sus manos. Esto me hace pensar en dos cosas: que es fácil hacerle cambiar de tema y que su «cita» estuvo más que bien.
—No lo sé, sabes que me cuesta hablar cuando estoy nervioso y... —se acomoda el cabello hacia atrás—, solo quiero verla otra vez.
—Te gusta... —quería molestarlo.
—Cállate —se abalanzó sobre mí dejando caer todo su peso en mi cuerpo, algo poco conveniente porque Alec se alimentaba bien.
—¡Quítate de encima insecto!
Trate de quitármelo pero no hacía caso. Lo peor fue cuando sus manos me hicieron cosquillas y no podía parar de revolcarme y reírme.
—¡Alec para ya por favor! —le supliqué tratando de respirar mejor. Enseguida se alejó de mí, así que pude reponerme y sentarme.
—Ya vamos a dormir, es tarde.
Me tendió una mano la cual tomé, subimos las escaleras empujándonos hasta que cada uno se largó a sus habitaciones. Cerré mi puerta y me quité la ropa para entrar a la ducha a refrescarme, no pude evitar pensar en todo lo que pasó hoy. Me gustó pasar un pequeño rato con Ethan, es un tanto reservado y quién no lo es a la primera, pero me resulta tierno. Cuando le quité la mascara y lo vi con sus ojos bien abiertos, cuando pestañeaba repetidas veces, incluso me pareció que retenía la respiración en sus pulmones. Me pregunto por qué la usa, por qué no se deja ver por nadie.
Salí de la ducha y me vestí cómoda; amarré mi cabello en una coleta y me senté en la ventana. Miré directamente al tercer piso. La luz de la lámpara de Ethan estaba encendida iluminando con su luz tenue el lugar. Miré hasta que él apareció en la ventana formando nueva vez su sombra. Levantó la mano en gesto de saludo a lo que yo le devolví el mismo, y esta vez sí pude ver su rostro desde la distancia, porque no llevaba puesta su máscara.
° ° °
Odiaba las alarmas, realmente lo hacía. Abrí mis ojos lentamente para levantarme y entrar al baño, ducharme como de costumbre y lavarme los dientes. Bajé a desayunar con todos antes de que Alec me llevara a clases. Él va a la universidad y yo estoy en último año, por lo que me deja antes de irse, como ahora.
Caminé por todo el pasillo hasta llegar a mi casillero como otros hacían, entré algunos de mis libros de los que necesitaría por el resto del largo proceso y dejé otros.
Al final del pasillo, una cabellera pelirroja llamó mi atención porque resultaba muy familiar. Mientras me acercaba, giró en sí misma entrando unos libros en su casillero y, efectivamente, era ella. Estudiaba aquí. Di pasos hacia ella pero se le cayó uno de los tantos libros que cargaba, lo tomé y cuando logró verme, acomodó sus anteojos y me dio un cálida sonrisa.
Tenía un hoyuelo.
—Hola —saludé.
—Hola, si no me equivoco, eres la chica que vi en el centro comercial, y gracias —dice tomando el libro que estaba sosteniendo por ella.
—Soy Venecia, es un gusto —estreché mi mano.
—Ethel —me devolvió el gesto amistosamente.
—Mi hermano me habló de ti, es el chico con el que hablaste ayer.
Noté que su rostro se tornó rojizo casi igual que su cabello. Una sonrisa de lado se formó en sus labios dejando ver su hueco en la mejilla.
—Oh.
—Jamás lo había visto tan a gusto con una chica.
—No se me da muy bien el conversar con otros. Admito que me pareció extraño que quisiera hablar conmigo, pero me sentí cómoda —abrazó sus libros.
Alec tiene bastante personalidad y eso puede atraer a cualquier persona quien trate de socializar con él.
Puedo asegurar que si le digo estas cosas se inspirará para hacer una nueva maqueta.
—¿En qué año vas?
—Último año.
—¿Y cómo es que no te vi antes? —sentí indignación por este hecho ya que ambas estamos culminando los estudios; aun así, no suelo prestar mucha atención a quienes tengo alrededor, simplemente terminan las clases y busco un lugar tranquilo dónde estar.
—No pasa nada, no es como si alguien me notara allá dentro —ríe un poco y termina de entrar sus libros. El timbre suena, al parecer ambas tenemos la misma clase de Historia y nos vamos juntas.