Home

VIII

No entiendo al tiempo. A veces pasa de manera fugaz y otras parece haberse detenido. Me hago más pequeña desde mi posición abrazando mis piernas y recuesto mi mejilla en ellas, quiero tomar más tiempo y mirar afuera. Paseo mi vista por todo el alrededor hasta llegar al edificio y su entrada abierta. Los constructores volvieron y no tardaron en iniciar el trabajo de inmediato. A estas alturas Ethan debió llevarse sus cosas y no volver más por allí. Es algo que debo aceptar, me estaba gustando su compañía y quiero pensar que él también se sentía a gusto conmigo.

Escucho vibrar mi celular en el escritorio, así que me estiro un poco para tomarlo. Ethel acaba de enviarme un mensaje.

ETHEL

"Prepárate y busca un buen outfit, hoy tendremos una tarde de chicas en el centro comercial"

VENECIA

"Estoy bien, gracias por preguntar"

ETHEL

"Y espero que realmente lo estés, si no es así, lo estarás cuando nos veamos"

No hay forma de que le diga que no, estoy libre, y además creo que me vendría bien salir y despejarme un rato.

VENECIA

"De acuerdo, nos vemos allí en una hora"

Me levanto y hago algunas cosas antes de empezar a buscar algo de ropa. Cuando se trata de salidas, el tiempo opta por irse más rápido. Abriendo el armario, miro todas mis opciones, buscando algo sencillo. Al final tomé una chaqueta negra de mezclilla y unas botas para complementar lo que llevo puesto. Deslizo mis manos por mi pelo para peinarlo un poco e irme.

Bajo a la cocina y tomo un vaso de jugo. Mi reloj marca la hora justa en la que debería estar en el lugar y me apresuro en terminar. Iba de salida cuando escucho la voz de mi hermano.

—¿Adónde vas? —lo veo de pie en las escaleras.

—Al centro comercial con Ethel, tendremos una tarde de chicas, hasta luego —me despido al salir.

—Alto ahí.

Lo sabía.

Doy media vuelta y Alec se acerca a mí de brazos cruzados y una sonrisa escondida.

—No puedes ir sola, es peligroso, y necesitas a alguien que te lleve.

—Eres tan solidario —sonrío y él me corresponde—, pero ambos sabemos tus intenciones —su sonrisa se borra lo que me da más gracia—. Tienes cinco minutos para estar listo.

En cuanto dije esto no espero ni dos segundos para hacerlo, actúa como un niño y ese es el efecto que causa una chica en él.

Ya pasado unos minutos estamos en el auto de camino al centro comercial. Disfrutamos del viaje con nuestras mejores canciones y chistes malos. Fue un viaje corto por lo que llegar resultó fácil. Nos encontramos en la entrada y hoy había bastante gente; algunos en tiendas, otros en puestos de comida o simplemente conversando en sillas y espacios relajantes con música de fondo. Busco a Ethel con la mirada y doy con ella cerca de un puesto de juegos. Miraba por todos lados jugando con sus dedos. Trae un vestido crema que la hacer ver bonita y no soy la única que se ha dado cuenta, Alec tan siquiera pestañea.

—Agradece que no te esté viendo, no sabes disimular —dije saliendo del auto— adiós.

—Espera, ven aquí —escucho gritar por el ruido del lugar.

—¿Qué se me queda?

—A mí, me quedaré con ustedes.

—¿Qué? ¿Qué parte de tarde de chicas no entendiste?

—Hay muchas personas aquí para estar ustedes dos solas, espérame que aparcaré el auto cerca —se va dejándome sin oportunidad de responder. Encuentra un espacio, se estaciona, cierra el auto y corre a mi dirección.

Esto es increíble.

Cuando está a mi lado, toma mi mano llevándose la delantera y esquivando a los demás. A continuación, un grupo de chicos se acercan a Ethel estando desprevenida, cuando nosotros estábamos a unos metros de encontrarnos con ella.

—Hola bonita, no deberías estar sola —uno de ellos, el más alto, se acerca agarrando su antebrazo—. Nosotros podemos hacerte compañía.

—Yo... —Ethel intenta zafarse de su agarre.

—Estaba esperando a alguien —Alec camina hacia ellos dos quedando justo al frente de aquel chico—, así que ella no está sola, gracias —aleja su brazo y toma a Ethel poniéndola detrás de él.

Ambos se miran a los ojos retándose, pero Alec sobrepasa su altura y tanto su mirada como su aspecto lo hacen ver más intimidante. El chico ríe y desvía su mirada a otro lado, alza las manos rindiéndose y se va. Alec tira de su pelo hacia atrás y suspira, voltea a mirarnos y sonríe en cuanto ve a Ethel.

—Gracias —dijo ella jugando con sus manos. Puedo notar un ligero color rojizo en sus mejillas.

—Estás hermosa —Alec susurra para sí, pero Ethel lo mira sorprendida—. Quiero decir... de nada, sí eso es. —ella, avergonzada, voltea a verme más roja que antes.

—Hmm... Vamos.

Ethel aumentó su paso alejándose de nosotros. Volví mi mirada a Alec quien puso cara de cara de niño bueno, todo lo contrario a lo que vi hace unos segundos.

—¿Lo ves? Me necesitan.

—Sí, sí ya vámonos.

Comenzamos a explorar todo el lugar como tenemos por tendencia. Entramos a tiendas de moda y nos probamos algunas prendas que nos llamaron la atención, nos tomamos algunas fotos tomadas por Alec ya que necesitábamos manos extras. Visitamos cada tienda y nos entretuvimos en una de cosméticos con mascarillas, maquillaje y otros productos para una futura pijamada.

Qué decir del área de juegos. La competitividad se hizo presente en cada uno de nosotros y los gritos de victoria como de derrota no se quedaron atrás. Cabe destacar que este par de individuos hicieron equipo contra mí en varias jugadas, pero me llevé las de ganar aunque fueran mayoría.

Gastamos mucha energía y dejamos lo mejor para el final. Terminamos en un puesto de comida dispuestos a llenar nuestros estómagos vacíos. Ethel y yo estamos en la mesa esperando por Alec quien trae nuestro pedido.

—Me pagarás por unirte con mi hermano en mi contra y hacer competencia conmigo.



#18411 en Novela romántica
#11453 en Otros
#1794 en Humor

En el texto hay: amor, timidez, conmovedor

Editado: 08.09.2023

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.