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XI

─No lo haré.

─Por favor, no te cuesta nada intentarlo.

─Alec, déjame descansar.

Crucé el marco de la puerta y me dirijo a lo primero que vean mis ojos, en este caso mi deseable cama. Había llegado hace horas de clases. No tenía más asignaciones qué hacer en casa y el abuelo está atendido por ahora, no pide muchas cosas si tiene algún documental pendiente.

Alec sostiene la silla del escritorio y la posiciona frente a mí sentándose en ella. No ha dejado de insistir desde que llegó.

─Por favor.

─No puedo.

─Por favor ─volvió a pedir con ojos de súplica.

─Ya te lo he dicho, ella está ocupada ─me impulsé hacia atrás sintiendo la suave tela de la cama y esperando que esta conversación termine de una vez.

─Pero invité a tu amigo el misterioso. ¿Qué te pesa invitar a tu amiga? ─se quejó.

─Debe prepararse para la final del concurso de deletreo, solo tiene un día para hacerlo y necesita tiempo; no la quiero molestar.

Alec suspira pesadamente con miras a la ventana en silencio. Suplico en mi mente que finalmente se haya resignado pero tan solo unos segundos después lo escucho mover la silla hacia delante hasta quedar cerca de mí. Permanezco en la misma posición, pero esta vez con los ojos cerrados.

─Hey ─con su dedo índice da leves toques en mi pierna─, ¿al menos podemos llamarle? Para saber cómo está.

─Sé lo que tratas de hacer.

─Es que quiero volver a verla, y ya que por desgracia no puedo hacerlo, lo mínimo que puedes hacer por mí es llamarla, ¿puedes?

Me tomé unos segundos para pensar, y se me ocurrió que quizás era la única forma de quitármelo de encima. Además, esto solo se resuelve presionando un botón. Con todo, su situación me causaba gracia.

─Actúas como un niño ─dije mientras tomaba el celular para marcar.

Esperaba alguna respuesta suya, pero hubo silencio después de esto y, por tanto, lo miré. Estaba cabizbajo y su atención se dirigía a sus manos, las cuales movía ligeramente una con la otra; estaba pensativo hasta que habló:

─Todo este tiempo tenía la mente fija en mis estudios, tan siquiera me detuve a pensar en chicas ─sonrió levemente─, pero ella me llama la atención. No solo fue el flechazo a primera vista el día que salimos lo que me atrapó. Después del empujón y la charla que tuvimos pude ver que no solo es su belleza física lo que me atrae, sino que cada vez que la veo conozco algo nuevo que me gusta y me deja con deseos de volverla a ver, digamos que esta es una nueva experiencia.

Lo último que dijo salió como un susurro. El efecto de sus palabras hizo que me incorporara quedando sentada cara a cara frente a él. Esto no era un simple juego, de verdad le estaba gustando, y son pocas las veces que este chico se interesa en alguien.

Alec carraspeó y se sentó de manera decente poniendo toda su atención en mí, esperando a que hiciera la llamada. Después de tener el contacto y de escuchar el típico tono intermitente, una voz cansada pero suave se escuchó.

─¿Hola?

─Et, soy yo, Venecia.

─Oh Venn, no esperaba tu llamada, en realidad nunca llamas a nadie.

─Así como es raro que alguien haga lo mismo conmigo, pero ese no es el punto. ¿Cómo vas en tu preparación? ¿Interrumpí algo?

─Pues, tengo un par de horas leyendo y practicando, no sé por qué las personas crean palabras tan complicadas para decir algo simple. De todos modos, creo que estoy lista para ganar por séptima vez este año ─dijo con total convicción.

Alec abrió los ojos de par en par, tuve que cubrir mi boca para evitar soltar una risa.

─Eres muy lista, sé que lo harás bien ─comenté─. ¿Entonces eso quiere decir que estás libre ahora?

─Bueno, aún me faltan estudiar algunas páginas, ¿por qué?

No respondí de inmediato. Miré a mi hermano pero antes de decir algo quitó el celular de mis manos.

─Queríamos saber si quieres salir con nosotros hoy.

─¿Alec?

─Ese es mi nombre ─dijo con cierto grado de diversión─. Entonces, ¿qué dices?

─Yo... Pues no sé...

─Podemos pasar por ti y traerte sana y salva. Además, has practicado mucho, necesitas aire fresco, ¿no es así Venecia? ─sus ojos le pedían favor a los míos, yo le devolví una cansada.

─Bueno, si te sientes preparada no veo el por qué no. También debes relajarte y descansar.

Alec me brindó un «gracias» silencioso.

─Podríamos estar en tu casa en treinta minutos ─añadió él.

─Está bien, entonces voy a alistarme, adiós.

La llamada finalizó. Alec tira el celular encima de la cama y se pone de pie plasmando una gran sonrisa.

─¿Satisfecho? ─pregunté.

─No me puedo quejar.

─Yo sí, ya déjame descansar por lo menos cinco minutos ─volví a recostarme y cerrar los ojos.

─Ya, ya... Me voy.

Comprobé que finalmente se haya ido al abrir unos de mis ojos e inspeccionar la habitación, y efectivamente no está. Respiré profundo y me acomodé sintiendo la suavidad de mi cama, no quería salir de ella. Aun así, no iba a quedarme dormida en tan poco tiempo y muchos menos, los pensamientos que surgen antes de hacerlo cesarían. Volví a abrir mis ojos viendo las ligeras grietas en el techo.

No me había puesto a pensar en la situación hasta ahora. No había caído en cuenta que esta sería mi primera salida con Ethan, una seria, de amigos. De momento quise visualizar cómo sería, lo más probable es que yo hable y él solo escuche, como es de costumbre entre nosotros. Pero quiero ir a su ritmo, no busco forzarlo ni presionarlo. Trato de convencerme sobre el hecho de que lo hará cuando esté listo y por supuesto, necesitaría ayuda la cual le daría sin dudarlo.

Tomo el celular para verificar la hora, solo han pasado cuatro minutos y pienso que ya debería alistarme. Viendo las opciones que tengo no sé cuál tomar, tampoco es como si supiera adónde iremos ya que Alec no lo ha mencionado.



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En el texto hay: amor, timidez, conmovedor

Editado: 08.09.2023

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