Homúnculo

II

Y vaya que era extraño... pero aquel día mientras analizaba esta serie de libros, ocurrió algo que nunca antes imaginé posible, luego de mi creador hablar con un aparato de cables y metal, golpearon la entrada del laboratorio, no podía ni reaccionar con la gran cantidad de emociones que sentí, desde un temor intenso que no me permitía caminar, ni hacer sonidos. Hasta una inmensa curiosidad, por saber que era aquello, mi impacto no estuvo completo, hasta que escuché ese sonido, esa voz que se escuchaba igual que la de el maestro pero con un tono distinto, entonces ahí fue cuando mi cuerpecillo reaccionó, y sentí mi rostro colocar una mueca que creo que nunca lograré repetir.

Cuando vine a darme cuenta, ya estaba escondido, en medio de un par de libreros, donde logré observar, como apenas el maestro caminaba para acercarse a lo que supuse que era abrir la puerta, y allí entonces lo ví, frente al maestro...

Su piel era más oscura; si no era más alto, se paraba más erguido, su cabello no estaba en su cara como el maestro sólo arriba, y aún no se ponía blanco como se había puesto el suyo, sus ojos eran más claros, pero seguía el mismo color marrón, vestía de ropas como toga blanca, llevaba algo en su cuello y un maletín en su mano, intercambiaron lo que yo interpreté como un saludo, y siguieron hasta la habitación del creador, donde gracias a mi aprendizaje, escuché la siguiente conversación:

—¡Paracelso viejo amigo!, ¿Cómo has estado?, no sabes que ha sido de nosotros en Ferrara sin tí, tus ideas sin duda que nos mantenían en movimiento.

—ay... Simud, ¿ese viejo laboratorio aún funciona?, sólo locos como tú perderían su juventud y como veo su vejez allí, jajaja, ¡cojf!, ¡corfjh!..

—antes de responder, el hombre sonríe por su antiguo amigo de laboratorio—Será mejor que te revise, viejo Paracelso, si me llamas es por que realmente lo necesitas.

Eso es lo único que logro recordar de lo que se dijeron, además de procesos, similares a los que hacía conmigo el maestro; luego de un rato se fue, y el maestro no dejaba de tomarse cosas de un frasco que le dejó aquel Simud.

Para mí todo esto era algo nuevo, pero caí en cuenta de que si no sólo existimos el maestro y yo, entonces ¿hay más como el maestro ahí afuera? ¿o sólo uno? eso significa que... entonces... ¡hay más como yo!

mi emoción era indescriptible, al pensar que detrás de la puerta había más, que nuestro laboratorio, intenté abrir un par de veces pero el maestro insistía en que no debía salir.

De allí en adelante, mi mente sólo pensaba en ¿qué había afuera?

ponía cada vez menos atención a los experimentos del maestro, hasta que llegó el momento, en que el maestro no despertaba, tenía dos días seguidos durmiendo, ¿a caso será eso parte de algún experimento? Me preguntaba, además de un aroma nada agradable que crecía con los días, el teléfono hacía sonidos de vez en cuando, pero un día de pronto la puerta se abrió, y una figura humana más joven que el maestro, entró, y lo escuché decir:

—¡AGH!, pero que asco, llévenselo rápido y entierrenlo donde sea, vaciaré este salon cuanto antes, para venderlo.

—pero señor Mayer, este hombre, es ¡su abuelo!

Sí, otro humano más, ¿cuantos son!, ese tal Mayer, era similar al maestro sólo que de ojos más claros, más cabello, y mejor apariencia; a el otro le alcance a leer una palabra en su ropa, creo que es Nevin, pero este si era distinto, era más bajo de estatura, y su cabello era ¿amarillo?, y sus ojos como azules, que homo tan raro, y si... leí mas sobre humanos también son llamados, hombres y homo-sapiens-sapiens, ¿qué? no hacen falta halagos, se que soy genio.

—¿Algún problema con eso Nevin?—dijo Mayer alzando una ceja y mirando al chico de forma amenazante.

—No señor para nada...—retractándose rápidamente de lo que acababa de decir.

Bastante entretenido estaba, observando desde mi escondite a esos homos, cuando de un momento a otro choqué con lo que realmente pasaba, ese señor Mayer, y Nevin, se estaban...

¡Llevando a mí creador!

NO, eso NO PODÍA SER, ¡el es MÍ maestro, es todo lo que tengo, es quien me ha enseñado todo lo que sé, es el eje principal de todo lo que existe para mí en este mundo!

Nunca en toda mi existencia, me sentí así, sentía mi pecho encogerse, no podía moverme, mi mente no estaba bien, mi desesperación, e impotencia, en ese momento, son tan difíciles de describir, que sólo diré que todo lo que viví con el maestro TODA MI VIDA pasó por mi mente...

creí que me esfumaría en ese instante.

Y lo peor es que no podía hacer más que observar, pues si hay algo que el maestro me dijo desde mi existencia, es algo sencillo:

—NO te dejes ver por nadie más que por mí Odell.

Frase que hoy llego a entender...



#23062 en Fantasía

En el texto hay: historia corta, moraleja

Editado: 04.06.2018

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