Honey

CAPÍTULO 01

Es lógico y deducible que cada quien se debería acostumbrar a algún suceso después de que este se haya repetido en diversas ocasiones; no obstante, para Lena aquello no era aplicable. El dolor siempre estaba ahí, presente, como los simples latidos de su desahuciado corazón o el aire que aspiraba a diario, no importaba cuantas veces sucediera, ya sea menos o más, siempre dolía, quizás se hacía más fuerte, pero a la vista de su misma conciencia cada vez se sentía más débil.

Era de noche, caminaba con un rumbo fijo, la vista puesta en aquel letrero de neón tan conocido mientras daba pasos firmes y seguros para encubrir lo que rondaba por su mente; llevaba una falda negra suelta hasta medio muslo y un polo blanco de tirantes gruesos, las zapatillas negras le sirvieron bastante porque tuvo que correr hasta llegar a su destino. Dos meses atrás había conseguido empleo en “Lemon”, desde ese entonces sus noches eran más intensas e interesantes, no sabía si lo que vería hoy eran peleas, o ataques abruptos de mujeres descubriendo el engaño, lo que si sabía era que al menos estaría lejos de casa por unas cuantas horas, especialmente alejada de todas las personas que habitaban en ella.

Mostro su pase de empleada a Hank y este la saludo con un asentimiento, Hank era conocido como “el monstruo de seguridad” a causa de los esteroides que tomaba día tras día, ella no lo juzgaba, de hecho lo comprendía, no tomaba esteroides por simple capricho de verse como modelo de revista o incluso estar en forma y atraer a otras “nenas” como decían sus amigos, lo hacía por el temor de que su padre encontrará otra razón para amenazarlo con echarlo de casa; ya  le había propinado una buena golpiza al enterarse que era gay, y lo había obligado a consumir esas pastillas solo para disimular su condición sexual ante el mundo, pues de hecho ¿Qué pensarían si el hijo de un soldado honorable tenía un cuerpo delgaducho y una actitud afeminada? Ambos se sonrieron mientras Hank alzaba el cordón de pase y un empujón travieso se colaba entre ambos cuerpos.

Lena ingreso, se dirigió a la parte trasera, cogió el mandil verde y se lo ato flojamente mientras se miraba al espejo mordiéndose la lengua hasta sentir dolor para simplemente olvidar por un momento el martirio psicológico. Se dirigió hacia la barra y Jasmine la saludo alegremente mientras elevaba sus manos preguntándole gestualmente porqué se había retrasado.

  • Después – mencionó Lena. Se posicionó frete a un anciano, quizás tendría 60 o más pero se notaba que su noche aun empezaba. – Buenas noches, ¿Qué le sirvo?
  • 5 cervezas – menciono el hombre cuyo cabello era inexistente
  • Enseguida va

Después de media hora entre tragos, chupitos, whiskies y bebidas baratas Lena no paraba de pensar en aquel encuentro reciente que tuvo con su padre, estaba recordando el gesto amargado y rabioso mientras él subía las escaleras cuando la tiraron un lapo en la frente

  • ¿Qué rayos?
  • Disculpa, no sé si te diste cuenta pero prácticamente he estado sentado llamándote y no has respondido así que preferí pasar al contacto físico, ¿o lo preferías en otra parte? – un hombre quizás de su misma edad se encontraba sentado frente a ella, traía puesta una camisa blanca a cuadros negros y un polo blanco ceñido dentro, un anillo particularmente extraño cubría su dedo medio derecho. Su rostro era delgado pero fuerte, seguro y peligrosamente confiado, sus ojos color miel desprendían un brillo peculiar que antes ya había visto, claro, lo había visto en ella misma, ese brillo tan complicado de mostrar, ese brillo fingido que opacaba la tristeza del alma – ¿anonadada con mi belleza? – pregunto cínicamente mientras sonreía nuevamente.
  • Muy buenas noches, ¿Qué desea tomar?
  • Una cerveza, aunque quizás deberías ofrecerme dos por la mala calidad de atención – dijo el hombre con actitud aparentemente pensativa
  • En seguida le llevo una cerveza – respondió Lena. Sí, quizás estaba siendo un tanto cortante pero eso era parte de su política personal, la última y única vez que decidió responder con una sonrisa había terminado mucho peor de lo que ahora se encontraba.
  • ¿no piensas decir algo más? Eres demasiado joven para actuar tan profesional en un trabajo que posiblemente te desagrada – otra vez ella hizo caso omiso mientras cogía una cerveza del cooler, abrió la tapa y se la ofreció
  • Son tres dólares y la propina la puede dejar en el tarro
  • bueno… estoy empezando a pensar que estas siendo supervisada, dime ¿tu jefe te puso algún micrófono secreto? ¿tu novio te está espiando? Ya se ¿seguro tu papá te ha prohibido salir con chicos guapos? – dijo mientras guiñaba un ojo y se señalaba a si mismo – no te preocupes, lo tengo cubierto
  • mira, no quiero ser descortés, pero estoy aquí solo para servir pedidos no para establecer conversaciones que posiblemente estarán llenas de comentarios ilógicos y fuera del caso
  • Pero según el vigilante, que creo que se llama Hanky, “estamos para servirle y complacerle” – menciono imitando la grueso voz de Hank
  • Hare caso omiso a ese comentario y te invitare amablemente a que pases a disfrutar de nuestros servicios, puedes ir a la pista de baile, al privado, o a comer y cantar en la sección dos, no es necesario que te quedes aquí toda la noche
  • ahora que lo mencionas, me encantaría estar aquí toda la noche
  • pues bien, solo no interrumpas



#40946 en Novela romántica

En el texto hay: universidad, primer amor, honey

Editado: 10.03.2019

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.