Hope Dragon: De niño a leyenda

Capítulo 2: La verdad

Nos encontrábamos aún en el hospital, enfrente de la puerta de "salida de emergencia", donde nos detuvimos al escuchar un extraño ruido del otro lado.
Abrimos la puerta, sólo para descubrir que aquello que provocaba el ruido era… Un gato que acababa de atrapar a un ave.
—Vaya susto que nos pegó ese gato… —dije, soltando una pequeña risa—. Yo pensaba que tendríamos que luchar otra vez.
"De hecho me alegra que sea así, aún me duele el cuerpo por lo de antes. Entre el golpe que recibí de Raúl, y la pelea contra su jefe, sinceramente me siento destrozado, aunque también me siento un poco feliz, ya que fui el vencedor en mi primera pelea. Nada mal para un principiante."
—Parece que tendremos algo de paz por ahora, ¿no es así, chicos? —dijo Sofía con voz alegre.
Mónica y yo la miramos por un segundo, y simplemente respondimos con una sonrisa.
Empezamos a caminar alrededor del hospital desde la parte trasera, y al pasar por la parte de enfrente, pude ver claramente cuál fue el "accidente" de la puerta principal.
—Así que este fue el accidente de la puerta principal —comenté, sin mostrar expresión alguna—. Una ambulancia que chocó contra la entrada.
—No luces sorprendido, Michael, ¿ya habías visto un accidente como este antes? —preguntó Sofía.
—En la vida real no —respondí—, pero durante un tiempo, me gustaba jugar un videojuego en el que podías robar y chocar cualquier vehículo que quisieras. Su nombre se abrevia a tres letras… Se llamaba TTA, y trataba sobre tres ladrones, o al menos eso es lo que recuerdo.
—Yo no soy muy fanática de los videojuegos, pero ese tipo de juegos no son de mi agrado. Suena muy violento para mí.
—De hecho lo es, te permite hacer cosas que nunca deberías de hacer en la vida real, pero su realismo era impresionante.
Nos alejamos de la ambulancia y continuamos nuestro camino hacia la calle. Lugar que daría comienzo a las horribles imágenes que no quiero volver a repetir, y mis compañeras tampoco.
Los edificios se veían deteriorados, casas con ventanas rotas, puertas y techos destrozados, algunas incluso estaban en llamas. Las calles estaban completamente vacías, y se podían visualizar múltiples columnas de humo negro viniendo de diferentes zonas de la ciudad.
—¿Qué es todo esto…? —pregunté aterrado—. ¡¿Qué sucedió aquí?!, he participado en juegos de guerra, pero la realidad es muy diferente…
—Este es el estado de toda la ciudad —aseguró Mónica, lamentándose en silencio—. Esto no fue hace mucho, pero sí fue muy rápido. Toda la ciudad quedó así en menos de veinticuatro horas.
—¿Pero por qué…?, la ciudad luce como si hubiera sufrido un ataque terrorista. ¡¿Dónde está todo el mundo?! —pregunté, mirando a los alrededores con desesperación.
—No lo sabemos —respondió Mónica—. Lo único que sabemos, es que algunos se fueron, y otros simplemente desaparecieron sin dejar rastro alguno.
—Pero aún tiene que haber alguien allá afuera… —murmuré, mirando con pánico a las chicas—. ¿Cierto? ¿Mónica?
—La verdad es que yo no he visto a nadie, aparte de nosotros.
—¿Sofía?
—Yo tampoco he visto a nadie más. Lo siento.
"No puedo creer lo que está sucediendo, todo este caos comenzó con ese fenómeno en la luna, y ahora la ciudad aparece en este estado… Espera un momento. La luna está en el espacio, y si todo esto se provocó por algo que vino de allí, significa… ¡¿Que nos invadieron los aliens?!"
Sacudí mi cabeza, tratando de ordenar mis ideas.
"No, no puede ser eso. Tiene que haber otra explicación, después de todo, no existe nada como los aliens, pie grande, las sirenas o una persona a la que le guste el brócoli."
"Debo dejar de ver tantos videos de conspiraciones, ya han empezado a dañarme la cabeza. Pero si no son los aliens, entonces… ¿Quién hizo todo esto?"
"Debo dejar de pensar tanto y actuar más, mis padres siguen con vida en algún lugar, lo sé, y si quiero encontrarlos será mejor que empiece a caminar."
—Oigan chicas, ¿ustedes creen… que aún queden personas con vida en la ciudad? —pregunté, tragando saliva.
Las chicas guardaron silencio ante mi pregunta.
—Bien —asentí sin voltear a verlas—. No sé si pueda servir de algo, pero… si aún quedan sobrevivientes ahí afuera, los pienso encontrar, necesito a alguien que pueda decirme qué fue lo que sucedió y el porqué.
—¡¿Y qué pasaría si aparecen otras personas iguales al trío de antes?! —exclamó Sofía asustada—. ¿Planeas enfrentarlos tú solo?
—Sofía, Mónica, no quiero exponerlas a salir heridas otra vez, pero tampoco pienso dejarlas a su suerte… —indiqué, con un tono de voz serio—. Les dije que esta vez estaríamos los tres juntos, y tengan por seguro, que si alguien intenta hacerles daño de nuevo, estaré dispuesto a dar mi vida para protegerlas. ¡Se los prometo!
Las chicas me miraron sorprendidas, para luego sonreír al escuchar lo que dije, lo cual, cuando entendí lo que había dicho en voz alta, sentí una enorme vergüenza y aparte la mirada.
Sofía se me acercó y me dijo con un tono de burla:
—A partir de ahora serás nuestro "héroe", ¿verdad, Michael?
Ya avergonzado, traté de cambiar el tema.
—E-Empecemos a caminar, entre más rápido mejor.
—Claro, lo que tu digas, "héroe".
"Sé que lo dice solo para burlarse de mí, pero que una chica me llame de esa manera se siente realmente bien."
Empezamos a caminar, y por donde sea que paseara la mirada, lo único que podía ver, era destrucción, caos y aquellas misteriosas calles vacías.
—En situaciones como estas, uno esperaría encontrar cadáveres dispersos por todos lados al igual que en la guerra, pero por alguna razón, no veo ninguno —dije para mi mismo, recordando viejos juegos de guerra.
—Yo estoy feliz de no ver ningún cadáver tirado en el suelo, y espero que siga así —comentó Sofía, mirando nerviosa alrededor.
—¿Acaso te dan miedo los cadáveres, Sofía? —pregunté.
—¡¿A ti no?!, ¡¿cómo puedes estar hablando de ellos tan tranquilamente?! —preguntó Sofía sorprendida.
—Tengo un muy largo historial de juegos en los que los muertos caminan, corren y gritan, quizás sea por eso —respondí, recordando un "Headshot" que le hice a un zombi—. Je, buenos recuerdos.
—Los niños de ahora solo juegan tonterías como esas —intervino Mónica, con algo de decepción en su voz.
"¿Qué acaba de decir?"
—¿Acaso no te gustan los juegos? —pregunté.
—Claro que sí —respondió Mónica, fingiendo sacudir un par de dados en sus manos—. Pero no como esos, yo prefiero los juegos de azar.
—Entonces te gustan las apuestas, ¿cierto?
—Soy la mejor cuando se trata de apuestas —afirmó Mónica con una expresión ganadora—, nunca dudes de mi habilidad.
"Vaya… parece que Mónica se toma esto de las apuestas muy en serio".
—¿Qué pasa?, ¿acaso quieres apostar conmigo, Michael?
"Será mejor no apostar con ella, no sé qué tan buena es, además, tengo hambre y sobre todo frío, debería concentrarme más en buscar algo para cambiarme".
………
……

Caminamos unas calles más, hasta que logramos llegar a una zona comercial donde esperábamos encontrar algún sobreviviente, pero sobre todo algo de comer, después de todo, en el hospital casi no había nada comestible.
Ya estaba anocheciendo, y por suerte, logramos hallar un lugar tranquilo dentro de una de las tiendas, en el cual podíamos pasar la noche, y así continuar con nuestra búsqueda al amanecer.
Era un pequeño almacén lleno de almohadas de todo tamaño y color que imagines, que suerte la nuestra ¿verdad?
Acomodamos varias de ellas para formar un pequeño lugar para dormir, casi se sentía como acampar.
Cerré mis ojos por un momento luego de mirar al techo, y en cuestión de minutos finalmente pude dormir.
………
……

En el momento en que abrí mis ojos, me encontraba en un lugar de completa oscuridad, ni siquiera era capaz de ver mis manos frente a mi. Tenía la sensación de estar flotando, pero me sentía tranquilo como si mis pies tocaran el suelo.
—¿Dónde estoy? —pregunté, mirando hacia todos lados—. No logro ver nada, todo está oscuro…
—Ayúdanos…
—¡Otra vez esa voz!, ¡¿quién eres?! —pregunté en voz alta.
—Ayúdanos… Por favor.
—¿Qué…?
—Te lo suplico…
Comencé a sentir que me faltaba el aire, y al no poder resistir aquella sensación de falta de oxígeno, reaccioné.
—¡Aaah! —grité al despertar.
Me encontraba totalmente alterado, estaba sudando y mi corazón latía extremadamente rápido. Por suerte, parecía que mi grito no logró despertar a las chicas.
—Ese sueño otra vez… —dije, tratando de recuperar el aliento—. No, esta vez fue algo diferente… ¿De quién será esa voz que suplica por ayuda…?
—¿Todo bien Michael? —preguntó Sofía en voz baja.
Me sorprendí al verla, pero rápidamente me relajé.
—Perdón… ¿Te desperté?
—Tranquilo. No pude dormir bien después de todo lo que pasó —dijo Sofía, con la mirada al techo.
—Yo igual… supongo —me puse de pie dispuesto a salir a caminar—. Voy a vigilar por el resto de la noche, tú quédate y trata de dormir un poco.
—No tengo sueño —Sofía se pone de pie—, te haré compañía para que no te sientas solo al vigilar.
—Gracias.
………
……

Una vez amaneció, nos preparamos para salir y continuar con nuestra búsqueda.
No muy lejos del almacén de almohadas, logramos encontrar una tienda de prendas de vestir, tanto para varón como para dama.
Lo que tanto había deseado encontrar.
—¡Finalmente podré usar algo más que esta bata de hospital! —exclamé con alegría—. Y al no haber nadie, supongo que es gratis.
—Nosotras también. ¿Verdad Sofía? —comentó Mónica.
Las miré atentamente, recordando que ellas tenían una pésima vestimenta tanto como yo, y necesitábamos un cambio urgente. Por suerte este lugar parecía tener mucha variedad.
—Esperen un momento, yo tenía mi propia ropa antes de conocerlas a ustedes, ¿dónde quedó? —pregunté, mirando a las chicas.
—Bueno, cuando te encontramos, tu ropa estaba toda rasgada y con algunas quemaduras —respondió Sofía, señalando mi bata—. Así que te la quité y te puse esa bata.
—¡¿Ah?! —exclamé, revisando debajo de mi bata.
"¡Un momento…! Uf… Aún traigo ropa interior debajo, no es tan malo como pensaba. Supongo que al ser enfermera está acostumbrada a ese tipo de cosas, después de todo, es su trabajo."
—Bueno, gracias por eso, Sofía, y también, gracias por no dispararme antes, Mónica. Enserio te lo agradezco —dije, soltando una pequeña risa al recordar.
—No tienes porqué recordarme eso, ya me disculpé contigo, ¡hmph! —respondió Mónica haciendo pucheros.
Y así, los tres entramos a la tienda y empezamos a elegir todo tipo de prendas.
………
……

Yo no necesitaba mucho tiempo para elegir algo bueno para mí. Simplemente una camisa, pantalones, quizás una chaqueta, unos zapatos y listo, eso era todo para mí. La simpleza es algo que me distingue al momento de elegir mi ropa.
Las chicas por otro lado…
—Debí suponerlo... —murmuré, soltando un largo suspiro de agotamiento—. Hace casi una hora que terminé con lo mío, y ellas aún siguen sin poder decidir.
"Pensaba que lo que decían de las chicas, y el tiempo que tardan en decidirse por algo era solo una broma, pero resultó ser verdad. Y yo que me quejaba que la cola del súper era lenta."
Unos minutos después, las hermanas finalmente salieron de la tienda.
—Hola Michael, espero que no hayamos tardado mucho, lo hicimos lo más rápido que pudimos —afirmó Mónica con una sonrisa resuelta.
—Se nota —respondí, tratando de ocultar mi sarcasmo.
—¡Bien, vámonos! —dijo Sofía con entusiasmo.
—Sí, sí, lo que digan.
Voltee a verlas, y al observarlas a ambas con sus nuevos atuendos, no me quedó más opción que admitir que se veían muy bellas, mucho más que antes.
Nunca había siquiera paseado con una chica antes, pero ahora, estoy pasando mi tiempo con este par de hermanas, cuya presencia opaca con facilidad a mis compañeras de clase.
Si no estuviéramos en un momento crítico, estaría saltando de felicidad.
—Wao… Que lindas… —dije tragando saliva.
"¡Esperen, ¿lo dije o lo pensé?!"
—¡Gracias! —dijeron las dos al unísono con una sonrisa.
"¡Rayos!, creo que lo dije en voz alta. Debo tener más cuidado con estas cosas."
Después de mi vergonzosa afirmación, comenzamos a caminar una vez más.
………
……

Caminamos tienda tras tienda, y seguíamos sin encontrar a nadie, lo único que veíamos, era el vacío de las calles, y la ocasional ave que reposaba sobre los techos. Incluso la ausencia de ruido empezaba a volverse aterradora, parecía un pueblo fantasma.
"Ahora que recuerdo, los militares estaban reuniendo a las personas el día del incidente. Me pregunto... ¿A dónde los habrán llevado a todos?"
"Ellos fueron los primeros en aparecer junto a los reporteros, estoy seguro de que saben algo, quizás sea conveniente buscar a un militar, pero… ¿Qué probabilidad hay de que aparezca uno sin más?"
"No logro entender nada de lo que ha estado pasando en las últimas horas, supongo que tendré que dejarlo a la suerte."
Continuamos caminando hasta que finalmente logramos salir de la zona comercial, ya habían pasado otras dos horas desde que salimos de la tienda de ropa.
Habríamos tardado menos, pero a las hermanas, sobre todo a Sofía, les gustaba detenerse en las tiendas a mirar.
Estábamos agotados de tanto caminar así que, decidimos descansar sentados a la sombra de un edificio. A su lado había unas cuantas casas que se vinieron abajo. No tengo idea de lo que pasó, pero extrañamente, había algo similar a una marca de arañazo en el suelo, no le tomé importancia.
Todo estaba aparentemente tranquilo, hasta que nuestros oídos se percataron de algo.
*murmullos*
—¿Unas voces?, tenemos que escondernos, vayamos detrás de esos escombros —dije susurrando.
—¿Crees que sean personas peligrosas? —preguntó Sofía mientras temblaba.
—No lo sé, pero no quiero arriesgarme a descubrir que lo son.
Nos quedamos quietos y en silencio, mientras aquellas personas pasaban frente a nosotros sin notar nuestra presencia.
"Tuvimos suerte de que esta casa se derrumbara, sus escombros nos sirven como escondite."
—Esta zona ya está cubierta —dijo uno de los hombres—. ¿Por qué tenemos que seguir patrullando?
—Son órdenes del capitán —respondió el segundo hombre—. No podemos hacer nada contra eso.
Una vez que logramos verlos con claridad, nos sorprendió el hecho de que aquellos hombres, traían armaduras, espadas y un escudo colgado en sus espaldas.
—¿Esos son… caballeros? —preguntó Sofía extrañada.
—Quizás solo están disfrazados, ya sabes, como protección o algo —comentó Mónica.
La posibilidad de un disfraz también pasó por mi mente; pero, la verdad es que esa espada y escudo, al igual que la armadura, lucían demasiado reales.
Nos quedamos ocultos hasta que esos hombres se fueron, y una vez se alejaron, nos apresuramos a cambiar de lugar.
—Qué tipos tan raros —comentó Sofía.
—Solo evita prestarles mucha atención, quizás sean unos niños locos por los videojuegos como Michael —dijo Mónica, tratando de contener la risa.
—Oye, sigo aquí ¿sabes? —indiqué a Mónica cruzando los brazos.
—¿Uh? Oh, es verdad, perdón Michael —se disculpó Mónica con una sonrisa inocente.
"Me hablaron sobre haber mantenido la calma frente al accidente del hospital, pero ahora son ellas las que lucen relajadas, o quizás solo fingen estarlo. Eso tiene más sentido, después de todo, alterarnos en una situación como esta no nos servirá de nada."
—Oye Mónica, recuerdo que muy cerca de aquí, había un parque en el que solíamos jugar de niñas, ¿lo recuerdas? —preguntó Sofía, mirando a la distancia con nostalgia.
—Muy poco, pero si —afirmó Mónica.
—Recuerdo que en ese lugar, fue donde vimos a esa pequeña hada que me sanó la rodilla cuando me la raspé —explicó Sofía con una sonrisa.
—Te he dicho mil veces que eso nunca pasó, fue solo tu imaginación, eras muy apegada a las historias de princesas en esos días —comentó Mónica, sonriendo con ironía.
—¡Pero yo recuerdo que sí pasó! —afirmó Sofía.
—¿Enserio?, ¿cómo se veía? ¿Cuál era su nombre? —interrogó Mónica a su hermana.
—No lo recuerdo… Pero sé que sí sucedió.
—Claro, lo que tu digas, hermanita —dijo Mónica, aguantando la risa mientras Sofía hacía pucheros.
"¿Un hada en el parque? Qué conversación más extraña tienen esas dos. Si fueran niñas tal vez tendría un poco más de sentido, pero ellas ya son adultas, aunque Sofía luce adorable cuando habla de ello."
Caminamos un poco más mientras Sofía nos guiaba. Ella se veía tan feliz mientras avanzaba, era como una niña dando brincos de alegría.
No tuvimos que esperar mucho hasta que finalmente logramos llegar a nuestro destino.
—¡Hemos llegado al parq…! —exclamó Sofía, antes de frenar sus palabras de golpe.
—¿Enserio? Quiero verlo yo mismo, estoy seguro de que será un lugar con varios juegos para niños… —comenté, quedándome sin palabras al fijar la mirada en el parque—. ¿Qué es esto…?
Mi mente se negaba a creer lo que veían mis ojos.
Aquel parque, se encontraba totalmente destruido, con montañas de cadáveres humanos apilados en grandes cantidades por todos lados, y los charcos rojos del suelo eran tantos, como si hubiera llovido sangre del mismo cielo.
La mayoría de los cuerpos estaban enteros, pero al mirar de cerca, se podían ver incluso extremidades totalmente solas con parte del hueso a la vista de todos.
Había cierto olor pútrido en el aire, mezclado con restos de carbón, y el olor provenía de nada más y nada menos que una pila en el rincón contrario del parque, donde se apreciaban docenas de cuerpos rostizados.
Pero eso no fue lo peor. Lo verdaderamente cruel, doloroso e inhumano, fue darnos cuenta que toda esa pila de gente quemada, eran únicamente niños.
No pudimos hacer nada más, que quedar horrorizados ante tal escenario.
Sofía no podía contener las lágrimas del miedo y cayó de rodillas, mientras Mónica la abrazaba con fuerza en un intento de calmarla, pese a que ella estaba igual de horrorizada.
—Tiene que ser mentira… —dije, luego de caer arrodillado sin quitar la vista del frente—. Todas las personas que faltan en la ciudad… Todos y cada uno de ellos, se encuentran aquí, en este parque… Estuvimos buscándolos en vano todo este tiempo…
Bajé la mirada al suelo, dando todo finalmente por perdido.
Estaba tan impactado por esta situación, que ni siquiera era capaz de llorar o realizar cualquier otra expresión en mi rostro.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.