Hope Dragon: De niño a leyenda

Capítulo 6: Un camino empedrado

Caminamos durante todo un día, hasta que finalmente nos agarró la noche, y no tuvimos más opción que acampar en medio de la nada. Bueno, mis piernas tampoco estaban dispuestas a seguir moviéndose de todos modos, así que esto me beneficia.
Tuvimos que usar nuestra ropa extra como almohadas, y encendimos una pequeña fogata en el centro para no pasar frío al dormir.
Nunca había dormido fuera de casa en toda mi vida, pero para ser la primera vez, no estuvo nada mal.
Todo este tiempo he pasado mis noches en lugares extraños, pero todos con un techo y paredes, esta es la primera vez que duermo en el exterior. Y no se siente nada mal.
Me fue realmente fácil conciliar el sueño, era como sentirse libre. Solo yo, mis amigos, y un hermoso cielo estrellado.
Luego de mirar las estrellas por un rato, cerré mis ojos y me dispuse a dormir.
………
……

—Ayúdanos… —me habló la misma mujer de siempre.
"Genial, tú otra vez."
—Por favor, ayúdanos…
"A veces me gustaría saber quién eres, y en donde estás… Así tal vez podría ayudarte…"
—Ayúdanos… Ayúdanos…
"Hasta ahora, lo único que sé de ti, es que eres una chica, y eso es únicamente por tu voz. Me gustaría que me respondieras cuando te hablo, de ese modo sabría qué hacer para socorrerte."
Empecé a sentir que mi cuerpo se hacía más ligero, era como si estuviera flotando en un mar de nubes.
"Vaya… parece que estoy por despertar. Al menos esta vez no lo haré con un grito, de eso estoy seguro, je."
Al abrir los ojos, lo primero que vi, fue a los demás de pie. Érick y el mensajero estaban terminando de empacar sus cosas y las de las chicas.
"Parece que volví a levantarme último, se me está haciendo costumbre despertar después de los demás. Trataré de dormir más temprano la próxima vez."
—Buenos días, chicos —los saludé, poniéndome de pie.
—Buenos días, Michael —respondió Érick, devolviendo el saludo.
—Buenos… días… —respondieron las chicas mientras se tambaleaban.
—¿Qué les pasa a ellas? —pregunté susurrando a Érick.
—Parece que no están acostumbradas a dormir fuera —respondió susurrando.
—Yo nunca he dormido afuera y me siento bien.
—Todos somos diferentes, a algunos no nos afectan ciertas cosas y a otros si. En el caso de ellas, dormir afuera se les da muy mal, y en mi caso, cocinar se me hace muy difícil. La última vez que lo intenté, terminé enfermando del estómago a todo mi grupo.
—Recuérdame nunca dejarte cocinar.
"Por nuestro propio bien."
—Lo haré.
………
……

Esperamos unos minutos a que las chicas se sintieran un poco mejor, para así, continuar con nuestro viaje.
"Hasta ahora, todos hemos hablado entre nosotros, a excepción del mensajero. Él no ha dicho ni una sola palabra desde que salimos de Silon. Quizás deba preguntar."
—Oye, ¿te encuentras bien? Es que no has dicho nada desde que nos fuimos —pregunté al mensajero.
—Yo, um… Lo siento… —se disculpó el mensajero con una expresión triste—. Es que he estado pensando en cómo estará mi pueblo en todo el tiempo que llevo fuera… eso es todo.
—Tú solo confía en nosotros, ¿está bien? —habló Érick, colocando su mano sobre el hombro del mensajero.
—Se los agradezco, héroes… En serio se los agradezco.
………
……

Caminamos un par de horas más, hasta que finalmente llegamos al temido bosque Hiedra.
—Entonces… ¿Este es el bosque Hiedra? —pregunté, mirando hacia el frente.
—Así es señor —respondió el mensajero—. Este es el temido bosque Hiedra, donde habita aquella feroz bestia de los rumores. En mi pueblo lo llamamos "Relt, el venenoso".
"¿'Relt'? ¿A quién se le ocurrió ese nombre? Además, ¿por qué me dijo señor? Yo soy el más joven de todos los presentes ¿sabías?"
—No hay tiempo que perder. Entremos —indicó Érick, liderando la caminata.
El bosque Hiedra era un lugar muy amplio, resultaba fácil encontrar un lugar despejado para descansar o acampar.
Los árboles estaban lo suficientemente separados, dejando entrar mucha luz de sol que daba una vista clara e iluminada del paisaje. Había flores de distintos colores por donde quiera que vayas.
Las aves descansaban en sus nidos, pequeños animales corrían de un lado al otro, y la suave brisa del viento sonaba como una dulce melodía al chocar contra las hojas de los árboles.
—¡Este lugar es hermoso! —exclamó Sofía con una sonrisa.
—Tienes razón, es increíble que las personas le teman a este lugar —comentó Mónica, mientras veía unas flores.
—Mi padre siempre decía que "puede haber un cadáver bajo el más bello jardín", así que no deberían confiarse demasiado —intervino Érick, mirando alrededor.
—Su amigo tiene razón —afirmó el mensajero—, deberíamos andar con cuidado en este lugar, recuerden que ÉL puede estar cerca.
*¡CRAC!*
—¡¿Qué fue eso?! —pregunté, mirando en la dirección del sonido.
—Tal vez sea ese monstruo "Ralf" —comentó Mónica.
—Disculpe señora, pero su nombre es "Relt", y si es él, es mejor que huyamos… —susurró el mensajero.
—¡Oye, ¿a quién le dices "señora"?! —reclamó Mónica al mensajero.
—No hay tiempo para eso —intervino Érick—. Además, creo que él tiene razón, deberíamos irnos de aquí y llegar lo antes posible a Rinto.
Luego de ignorar el enojo de Mónica, decidimos obedecer al mensajero y continuamos adelante.
………
……

Durante cinco minutos no volvimos a escuchar ningún ruido. Literalmente.
Las aves ya no cantaban, el ocasional animal que corría por ahí ya no hacía presencia, y hasta el viento se había detenido por completo.
—Todo este silencio es incómodo… —murmuré, deteniéndome.
—A mi también me pone nervioso la ausencia de ruido —comentó Érick, mirando alrededor.
Nos quedamos de pie durante unos segundos. Nuestros ojos no dejaban de cambiar de dirección.
—...
—...
—...
Nadie dijo ni una sola palabra por unos segundos. La tensión se volvió tan grande que casi era palpable, y ¿por qué no lo sería? Podíamos sentir a alguien vigilándonos.
Entonces, el espía finalmente se presentó.
Las hojas de uno de los árboles que nos rodeaba hizo un extraño ruido, como si algo hubiera salido disparado de él.
—¡¡Ahí!! —gritó el mensajero señalando al cielo.
Traté de mirar en la dirección que señalaba el mensajero, pero antes de lograrlo, algo cayó, impactando contra el suelo.
*¡PUM!*
Una gran nube de polvo se alzó debido a lo fuerte de la caída.
No podíamos abrir los ojos por completo. Únicamente logramos ver, una enorme silueta esférica levantándose en el centro de todo.
—¡¿Qué es esa cosa?! —pregunté en voz alta.
—¡Es Relt! —respondió el mensajero.
—¡Huyamos de aquí, rápido! —ordenó Érick, corriendo en dirección contraria a la criatura.
Seguimos a Érick, y al regresar la mirada hacia atrás, pudimos ver que Relt no se movía de su sitio. O al menos, eso creímos.
La nube de polvo empezaba a desvanecerse en el aire, lo que nos permitió ver la verdadera forma de Relt.
Su cuerpo era de color azul en su totalidad, tenía cuatro patas que terminaban en punta, similares a las de un insecto, unidas directamente a una cabeza con forma de globo. Su altura era igual a la de los árboles que lo rodeaban, un promedio de dos o dos metros y medio, y su ancho era el de una mesa familiar.
—¡¿Ese es Relt?! —pregunté sorprendido.
—¡Así es, señor, y si queremos salir ilesos, lo mejor sería que nos fuéramos de aquí! —respondió el mensajero, mostrándose realmente aterrado.
Empezamos a correr nuevamente, pero sin darnos demasiado tiempo, Relt empezó a correr tras nosotros. Era más rápido que todos, y no tardaría mucho en alcanzarnos.
—¡¿Porque nos persigue?! —preguntó Sofía al borde del llanto.
—¡No lo sé, pero pase lo que pase, que no los atrape, su veneno es tan fuerte como para corroer el metal! —advirtió el mensajero.
—¡Tiene que ser una broma! —dije, mirando hacia atrás.
—¡Nos va a alcanzar! ¡A los lados, ahora! —advirtió Érick, saltando hacia la izquierda junto a Sofía.
Mónica y el mensajero saltaron conmigo hacia el lado derecho.
Gracias al aviso de Érick, todos nos salimos del camino, un instante antes de ser embestidos por Relt quien continuó de largo con su embestida sin detenerse o cambiar de dirección.
—Rayos… creo que me golpeé con un árbol —comenté, con una mano sobre mi cabeza.
—Creo que yo igual… pero estoy bien, ¿y ustedes cómo están? ¿Están heridos, héroes? —preguntó el mensajero, con una evidente preocupación.
—Yo estoy bien —respondió Mónica con una sonrisa—. Por suerte caí sobre un arbusto de flores.
—Me alegro por ti —dije, con una mirada de envidia.
Volteé la mirada al frente y pregunté.
—¡Sofía, Érick, ¿están bien?!
—¡Estamos bien! —respondió Sofía.
—Tú estás bien… Yo me golpeé la cabeza contra el suelo al caer —comentó Érick, sujetando su cabeza.
Érick y yo nos miramos entre nosotros por unos segundos al darnos cuenta de un extraño patrón, y luego explotamos al notar una injusticia del destino.
—¡¿Por qué solo las chicas se salvaron de los golpes?! —nos quejamos Érick y yo al mismo tiempo.
—¡Par de idiotas! ¡¿Acaso quieren vernos con moretones o cicatrices?! —reclamó Mónica al ponerse de pie, y preguntó señalando a Érick directamente—. ¡Érick! ¡¿Te casarías con mi hermana si tuviera una horrible cicatriz en el rostro?!
—¡M-Mónica, ¿por qué tienes que preguntar esas cosas?! —reclamó Sofía sonrojada.
—Si ese fuera el caso, no me importaría en lo absoluto que tenga o no una cicatriz —respondió Érick con los brazos cruzados—. Igualmente, es injusto que solo los chicos hayamos recibido daño al caer, sobre todo cuando todos saltamos por igual.




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