Hope Dragon: De niño a leyenda Vol.2

Capítulo 2: ¡Silon no te necesita!

Para ponernos en contexto.

Lilia y yo nos encontramos con el hijo del señor Verena, un mercader bastante importante al parecer, y después de una pequeña discusión, acabé por golpearlo en la cara.

Este se fue a llorar con su papá, y luego de unos minutos su padre llegó acompañado de un grupo de cuatro matones queriendo hacer problemas. Eso fue lo que pasó.

Aquellos hombres se acercaron a mí riéndose como una manada de hienas, y sin perder el tiempo, comenzaron los golpes. 

Tres de ellos comenzaron a lanzar ataques con los puños, logré esquivar a los dos primeros, pero el tercero, me acertó un golpe en el rostro, haciéndome caer al suelo.

Ya en el suelo traté de levantarme lo más rápido que pude, pero al hacerlo, fui recibido con una patada en el abdomen, volviendo a caer.

La gente trató de ayudarme a levantarme, pero los rechacé.

Tuve que hacerlo, ya que en el momento en que lo intentaron los matones de Verena dirigieron su vista hacia ellos. No podía permitir que los lastimaran, así que decidí levantarme solo, y así lo hice.

Los golpes continuaron, uno tras otro iban cayendo sobre mí, pero aunque me derribaban me volvía a levantar. En más de una ocasión intenté golpearlos también, pero no lograba acertar ningún golpe por más que lo intentara. Quizás era demasiado lento como dijo Érick.

En ese momento, apareció el hijo del señor Verena.

—¿Qué estás haciendo padre? —preguntó.

—Estoy dándole su merecido al salvaje que te atacó. Míralo, ahí está. —dijo el señor Verena señalándome.

—Esa escoria se merece eso y más. —afirmó Verena junior con una risa burlona— Oye Lilia, mira lo patético que es ese chico, solo está recibiendo golpe tras golpe sin defenderse, es simplemente ridículo. Deberías reconsiderar mi oferta. ¿Quién no querría ser la esposa de un hombre como yo?, solo imagina una vida llena de lujos, viajes y demás.

—¡Yo ya te dije que no! ¡Entiéndelo! —respondió Lilia con firmeza— ¡Además, no permitiré que te burles de Michael!

—Como quieras. —dijo Verena junior redirigiendo su atención a su padre— Padre, quiero a esa chica, dámela.

—Por supuesto hijo. —respondió Verena padre llamando a sus matones— ¡Oigan ustedes, traigan a esa campesina, será la esposa de mi hijo! Hasta que encuentre a una mejor, claro, le servirá por un tiempo.

—¡Sí señor! —respondieron sus matones.

Se alejaron de mí y comenzaron a acercarse a Lilia, la cual se negó a huir en todo momento.

—¡He cargado sacos de harina desde los seis, no crean que será fácil llevarme por la fuerza!

Los matones la rodearon sin verse intimidados por ella, y Lilia tampoco retrocedió optando por mirar a esos hombres de forma desafiante.

La tenían rodeada sin oportunidad de escape. Tenía que hacer algo para detenerlos, no podía simplemente quedarme sin hacer nada.

Me puse nuevamente de pie ignorando el dolor de los golpes que recibí.

Vi cómo uno de ellos trató de poner una mano sobre Lilia, y no lo pensé dos veces antes de correr hacia él, y sujetarlo del antebrazo para detenerlo.

—No te atrevas a tocarla… —dije mirándolo a los ojos.

—¡¿A quién crees que le estás dando órdenes, enano?! —preguntó el matón que detuve— ¡Parece que aún no has aprendido tu lección!

La ira me consumía desde lo más profundo de mi ser, sentía unas inmensas ganas de limpiar el suelo con todos ellos, sobre todo con los Verena padre e hijo.

Aquella sensación de calor volvió a recorrer mis manos, pero esta vez, no emergieron mis llamas.

—Parece que eres tú, quien necesita aprender una lección. —dije con una mirada desafiante.

Aumenté la fuerza de mi agarre sabiendo que mi cuerpo se había vuelto a fortalecer, y antes de darme cuenta, había aplastado su antebrazo como si fuera de papel.

—¡¡Aaaaaaaahhhhh!! —gritó de dolor el tipo cuyo brazo aplasté.

Solté su brazo y lo pateé con fuerza haciéndolo rodar varias veces por el suelo, y aún estando allí, continuó quejándose.

Todos los espectadores a mi alrededor quedaron asombrados, incapaces de decir una sola palabra por lo que sus ojos acababan de presenciar.

—¡¡Estás muerto!! —gritaron los otros tres matones.

Uno por uno corrieron hacia mí, y yo reaccioné saltando hacia atrás para atraerlos y así alejarlos de Lilia y los demás. Me sentía más rápido que antes, más ligero, y evidentemente, también era más fuerte.

Dos de ellos me lanzaron golpes al rostro, pero me agaché esquivándolos con facilidad.

Salté hacia ellos mientras estaba agachado y los golpeé en el abdomen a cada uno de ellos, haciéndolos volar por tres metros antes de caer al suelo agonizando de dolor. Al parecer un golpe era más que suficiente.

—Solo faltas tú. —dije mirando al último de los cuatro.

—¡M-Me rindo…! —respondió el matón levantando las manos mirándome con terror.

—Tú no me interesas, puedes irte si quieres. —respondí antes de mirar a los Verena con rencor— A los que quiero, son al idiota de tu jefe y a su hijo.

Corrí hacia los Verena, y al notarlo trataron de huir desesperadamente, pero fui más rápido que ellos y los detuve.

Sujeté a Verena junior del cuello y lo tiré contra el suelo, evitando matarlo en el acto.

—No quiero que vuelvas a acercarte a este pueblo, ¿oíste? —pregunté de forma amenazante haciendo una ligera presión en su cuello.

—Sí, sí… lo juro… solo suéltame, y no me hagas daño por favor… —suplicó Verena junior con una expresión de pánico en su rostro.

"Supongo que rogar por su vida es lo único honesto que sale de su asquerosa boca."

—No lo haré. —respondí— Pero si te atreves a regresar, será una historia diferente.

Solté al hijo, e inmediatamente huyó hacia los brazos de su padre.

Los tres matones que seguían en el suelo, se quedaron quietos sin nada que hacer. A excepción del que tenía el brazo roto, al parecer, ya que este seguía quejándose del dolor aunque lo hacía en silencio.




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