Al día siguiente de ser proclamado alcalde de manera oficial, me dispuse a aprender más sobre este nuevo mundo en el que nos encontramos.
No nos resultaba conveniente seguir avanzando a ciegas, esperando a chocar con una piedra para ser conscientes de nuestro entorno.
Sentí la necesidad de aprender más sobre este mundo. De su gente, su geografía, su historia, su tecnología, su todo.
Me atacaron las preguntas de: ¿Qué? ¿Por qué? ¿Cómo? ¿Para qué? ¿Cuándo? Y no dejaron de resonar en mi cabeza sin importar lo que hiciera.
Érick lo llamó, "la locura del explorador", y dijo que "solo saciando su sed de conocimiento se detendrá". Y eso nos trae al presente, en mi necesidad de conocimiento.
Para eso, le pedí a Juna que me ayudara.
Lo que yo le quise decir, es que ELLA me explicara las cosas, pero lo que ella entendió, fue que tenía que buscar a alguien más que me explicara.
En este momento, me encuentro sentado en la que ahora es mi oficina, y frente a mí, está sentada la persona que trajo Juna para enseñarme sobre este nuevo lugar.
Y aquella persona no era nada más y nada menos que, Don Víctor.
"Vaya suerte la que tengo…"
—Me honra saber que me haya pedido exclusivamente a mí para ser su instructor sobre nuestra cultura. —comentó Don Víctor inclinando un poco la cabeza.
"En realidad le pedí a Juna que me enseñara, pero entendió mal lo que le dije."
—Recuerda que tú no me pareces del todo confiable, —recalqué y pregunté— ¿en serio puedes enseñarme lo que necesito?
—Soy más culto de lo que pueda imaginar. —afirmó Don Víctor con evidente orgullo— Si hay algo de lo que estoy orgulloso, es de el vasto conocimiento que he ido acumulando con el pasar del tiempo. Puedo responder casi a cualquier pregunta que se le ocurra, así que, si le surge una duda, no tema consultarla conmigo.
—Trato de no creer en ti, pero por alguna razón me siento obligado a hacerlo. —dije rascándome la cabeza— Bien, empecemos con algo sencillo. He notado que para iluminar las calles por las noches, se usan unos cristales brillantes, pero también he conocido otro tipo que ocultan el sonido. ¿Cuántas clases existen en realidad?
—Es una pregunta muy interesante. —afirmó Don Víctor cerrando los ojos por un instante.
La respuesta fue un rotundo "diez".
Resulta que existen en este mundo diez tipos diferentes de cristales, y estos a su vez son divididos en tres grupos que se denominan como: "Cristales de apoyo", "Cristales de control", y "Cristales de equipo".
En el grupo de "Cristales de apoyo" tenemos dos clases:
Los "Cristales luminosos", también llamados "Cristales solares", ya que estos absorben la luz del día y la replican en los ambientes de escasa iluminación. Los mismos que colocan en las paredes de Silon como faros en la noche.
También tenemos en este grupo a los "Cristales de campo", los cuales son mayormente usados en los campos de cultivo, ya que al ser golpeados por las corrientes de aire emiten un sonido que mantiene alejados a la mayoría de los animales.
—Nos vendría bien conseguir algunos de esos considerando que vivimos al lado de un bosque.
—Una muy sabia decisión, joven alcalde. —recalcó Don Víctor.
—No tengo tiempo para halagos, continúa con tu explicación. Recuerda que después de esto aún tengo muchas cosas que hacer.
—Está bien, disculpe mis palabras. Los "Cristales de equipo" son…
—Buenos días señor Michael. —saludó Juna entrando a la oficina interrumpiendo a Don Víctor— Le traigo su café de la mañana. Oh… ¿estoy interrumpiendo…?
—Solo un poco, pero agradecería que tocaras la puerta. —respondí recibiendo la taza que trajo— Por cierto, yo no pedí un café.
—¿Eh…?, ah… es cierto, el anterior alcalde fue el que me pedía un café cada mañana… ¡Le ruego que me disculpe y no me despida por favor, prometo no volver a equivocarme! —me suplicó Juna agachando la cabeza como si estuviera a punto de llorar.
"Esta chica enserio tiene un trauma con el despido. Luego de acabar con la charla de Don Víctor trataré de hablar con ella al respecto, siento una ligera necesidad de averiguar lo que le pasa."
—Oye oye tranquila, no pienso despedirte por algo como esto, sería muy abusivo de mi parte si lo hiciera.
—Muchas gracias señor Michael. Por cierto… ¿Los… "viernes de falda…" seguirán en pie…? —preguntó Juna bastante nerviosa.
—… ¿Qué "viernes de falda"? —pregunté haciendo un gesto de duda.
—El anterior alcalde dijo que era una costumbre de las secretarias usar faldas los días viernes. ¿Debo seguir acatando esa regla…? —preguntó Juna encogiéndose de hombros.
"Ese anciano pervertido… ¿Qué otras cosas habrá dicho que son 'costumbres' de las secretarias? Ese viejo necesita más arreglos que Silon."
—Oye Juna, a partir de ahora, olvida todas las "costumbres" que te haya dicho mi predecesor. —indiqué para evitar más incidentes como este— Ahora que no se encuentra aquí, no es necesario que sigas obedeciendo sus reglas.
—Está bien señor Michael, muchas gracias, paso a retirarme. —se despidió Juna saliendo de la oficina con una sonrisa.
"Supongo que no se sentía bien cumpliendo las reglas del viejo ese. Luego le gritaré sus verdades en la cara al anciano, pero ahora tengo otro asunto entre manos. Bueno, en una taza entre mis manos de hecho."
—…
"¿Y ahora qué hago con esto?, no soy particularmente un fan del café, pero Juna se tomó la molestia de traerlo hasta aquí, me sentiría mal si se lo doy a alguien más o si simplemente lo desechara. Supongo que tendré que beberlo."
"¡Ugh…! ¡Está muy cargado!, ¡¿en serio así lo bebe ese viejo?!, acabo de recordar por qué no me gusta el café."
—Yo puedo beberlo por usted si así lo desea. —afirmó Don Víctor.
—Todo tuyo. —dije acercando la taza hacia él— Supongo que podemos continuar donde nos quedamos.
—Es un buen café, —afirmó Don Víctor luego de tomar un sorbo— no me sorprende que su predecesor lo bebiera cada mañana.
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Editado: 27.11.2023