Hope Dragon: De niño a leyenda Vol.2

Capítulo 8: La mejor opción

¿Qué reacción se imaginan ustedes que tuvo el pueblo de Silon?, ¿ira?, ¿tristeza?, ¿decepción?, si, yo imaginaba lo mismo. Aunque el resultado real no fue lo que uno esperaría.

Todo el pueblo de Silon rodeó por completo a Halcón, sus hombres y a su madre. Por un momento imaginé lo peor, y estaba listo para intervenir de ser necesario.

Un linchamiento masivo fue lo que pasó por mi mente, y por muy fuerte que sea Halcón, todos sabemos como va a termimar su eso ocurre.

Apoyé todo mi peso sobre una de mis piernas, preparado para saltar hacia ellos, cuando Juna me hizo una seña para que me detuviera y observara. Aunque confundido, asentí.

Miré hacia el frente, y la escena se desarrolló.

Todo el pueblo empezó a sonreírles, luego se acercaron a ellos, y los saludaron con un apretón de manos, acompañado de un gesto de amabilidad.

La escena fue tan sorprendente e inesperada que solo me dejaba con una única pregunta en mi cabeza.

"¿Qué acaba de pasar?"

Don Víctor se me acercó por un lado, y se colocó junto a mí.

—No sé si lo sabía pero, la gente de este pueblo no es conocida por ser rencorosa. Quizás no todos se lleven completamente bien, pero eso no significa que se odien. Esa es una de las razones por las que me gusta este lugar, siempre te hace sentir… 

—…como en casa. —dije completando la frase de Don Víctor.

—Exacto. Más le vale esforzarse por ser el mejor alcalde posible. El mejor pueblo lo amerita.

—Sí, lo sé. Gracias. —respondí aún mirando la escena frente a mí.

—Por cierto, joven Michael. —Don Víctor cambió de tema sacando algo de su bolsillo— Le he traído finalmente su Cristal de viaje, tardé más de lo esperado, pero es que necesitaba hacer un par de paradas más.

Lo que sacó de su bolsillo era una pequeña bolsa de color marron claro, pero… ¿Porqué una bolsa, si solo es un cristal?

Cuando abrió la bolsa me dejó ver su contenido, resultando en más de uno, de hecho, eran cuatro cristales de distintas formas y colores.

—Estos de aquí, son un Cristal de viaje, uno espacial, y dos Cristales centella. —indicó Don Víctor señalando cada uno mientras los mencionaba— Estoy seguro que le serán de utilidad durante su viaje.

Luego de eso, el enigmático Don Víctor simplemente se retiró.

Según lo que me explicó, el de color morado es el Cristal de viaje, el azul oscuro es el Cristal espacial, y los dos de color blanco son los Cristales centella. Con estos últimos he de tener cuidado, no quiero romperlos por accidente y que una luz me deje ciego.

"Por el momento puedo decir que Silon se encuentra estable. No hay escasez de alimentos, tampoco les va a faltar agua, y teniendo en cuenta que Halcón y sus hombres estarán aquí, tampoco les hará falta seguridad y mano de obra. ¿Será este el momento adecuado para partir?"

"¿A quién debería dejar a cargo durante mi ausencia?"

Giré mi vista hacia un lado, ahí se encontraban Juna y Lilia teniendo una conversación, "amistosa" suponga.

Cuando se dieron cuenta que las estaba mirando, Lilia me saludó, y Juna volteo rápidamente la mirada, quizás le dio vergüenza que la mirara sin decir nada.

"Juna es la que mejor conoce este trabajo, ¿por qué no dejarla como mi reemplazo?"

Me acerqué a ellas y le conté mi idea a Juna, aunque su reacción fue algo que ya me esperaba.

—¡¿Eh…?! ¡Y-Yo jamás podría hacer eso! —exclamó Juna con un claro nerviosismo en su voz.

—Solo será por un tiempo. —dije mirando de reojo a la gente del pueblo— Además, todo parece estar tranquilo, no habrá de qué preocuparse.

—¿Y cuando planea regresar? —preguntó Juna con preocupación.

—Ni siquiera sé a dónde voy a ir, así que no tengo idea.

—¡Si no tiene una ruta, entonces no se vaya! —exclamó Juna con su voz quebrándose— Yo no sé cómo manejar este lugar… Sé que cometeré un error, y entonces me despedirá… *snif*.

"Había olvidado por completo que Juna tenía una especie de fobia a ser despedida."

—¡Oye oye tranquila! Tampoco quiero que te pongas a llorar. —dije para tranquilizarla— Te prometo que volveré lo más rápido posible, además, ya te dije que sin importar lo que suceda, no pienso despedirte.

—Michael tiene razón. —intervino Lilia con una cálida sonrisa— Él no te despedirá solo porque te equivoques en una cosa o dos, y para que te sientas más tranquila, yo también te ayudaré. Para eso están las amigas, ¿no es así?

"Lilia es bastante buena consolando a los demás, quizás me pueda dar algunos consejos sobre eso."

—Está bien señor Michael. —respondió Juna soltando un largo suspiro— Aceptaré esta tarea, ¡le prometo dar mi mejor esfuerzo!

—Y con eso me basta. —asentí con una sonrisa.

Luego de eso, Lilia hizo su ocasional insinuación sobre nosotros. Aún no sé qué responderle. Siento que es muy pronto para decirle que "si", pero tampoco quiero decirle que "no", después de todo ella es la primera chica a la que le gusto, y me aterra pensar que sea la única y la termine perdiendo.

"Tengo sentimientos encontrados dentro de mi pecho… Tiene todas las cualidades y más para que me enamore de ella, pero hay algo en mi corazón que me suplica que espere. Aún no puedo decirle que 'sí', pero tampoco quiero que se vaya con otro."

"Demonios… Quizás solo soy el egoísta más grande del planeta."

Cuando terminé con mi "crisis romántica interna", decidí continuar mi camino. 

………

…… 

… 

Deambulé por un rato sin fijarme hacia donde me dirigía, y de manera misteriosa, acabé frente a la tienda de Don Víctor.

"Esta no es la primera vez que termino en este lugar inconscientemente, ¿habré sufrido alguna clase de deja vu o algo similar?

—Buenos días, joven Michael. —saludó Don Víctor saliendo de su tienda al verme— ¿Se le ofrece algo de mi humilde negocio?

—Sé que no eres un simple vendedor, no necesitas fingir conmigo. —comenté entrecerrando los ojos por un instante— Además, no tengo idea de cómo llegué a este lugar, solo empecé a caminar sin rumbo y acabé aquí.




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