Luego de haber sido derrotado por Michael, Halcón comenzó a perderlo todo a un ritmo alarmante.
Pese a haber sufrido un gran daño por el ataque final de aquel joven, usó las fuerzas que le quedaban para escapar a otra zona del bosque, donde podrían refugiarse y reponer sus fuerzas, pero todo le salió mal.
En el momento en que sus hombres se reagruparon, su primera acción fue despreciar a su líder, y no conformes con eso, le robaron todas sus pertenencias que había ido acumulando con el pasar del tiempo.
Incluso intentaron molerlo a golpes, sacando provecho de que ahora se encontraba debilitado, pero les fue impedido por un grupo de diez que protegió a Halcón hasta el final.
Todos los demás miraron a su antiguo líder con desprecio y asco, ya que jamás imaginaron que el poderoso Halcón pudiera ser derrotado de un solo golpe, y menos por un "niño".
Huyeron con todo lo que pudieron robar, y nunca regresaron.
Halcón sabía que este día llegaría, y fue por eso que no hizo nada para impedirlo. "No existe el honor entre bandidos, solo era cuestión de tiempo…" fueron los pensamientos de Halcón, antes de dormirse al lado de un árbol.
………
……
…
Los días pasaron, pero las cosas no mejoraron para aquel gigante.
Diez de sus hombres más cercanos se quedaron junto a él, es cierto, pero eso ya no le importaba.
Halcón era perfectamente consciente de lo que esto significaba, y con una expresión serena, le entregó la noticia a sus últimos subordinados.
—A partir de este momento… la banda del Halcón se separa… para siempre.
Sus ahora ex subordinados lo miraron incrédulos, en el fondo de sus corazones intentaron creer que se trataba de una broma, pero era en vano intentar engañarse a sí mismos.
—Hagan lo que quieran. —continuó Halcón sin levantarse— Roben dinero, busquen una esposa, adopten una mascota, consigan una familia, creen su propia banda, pueden hacer lo que quieran a partir de ahora.
El grupo de diez intentó protestar ante esto, pero un individuo externo se los impidió.
—¿Quién lo hubiera imaginado? Un híbrido humano-gigante perfecto, sin deformaciones físicas o alteraciones mentales. Sin duda alguna eres un espécimen fascinante.
Este misterioso individuo era un hombre alto de aproximadamente 1.80 metros, cabello dorado como los rayos del sol y unos misteriosos ojos plateados.
Llevaba una ostentosa armadura blanca con detalles dorados, que únicamente lograban hacerla ver más majestuosa. Pero hubo un detalle por demás intimidante, que envolvía a este hombre.
Un aura brillante como el oro mismo rodeaba cada rincón de su cuerpo, dándole una apariencia casi divina ante el ojo común.
—¿Quién eres tú? —preguntó Halcón poniéndose de pie— Solo te advierto que si buscas pelea, no voy a dudar en destrozar esa linda carita tuya.
—Yo no busco nada contigo, nuestro encuentro no fue más que una simple coincidencia. —respondió el extraño antes de mirar fríamente a Halcón— Pero si quisiera pelear, este lugar se llenaría de litros de sangre, y ni una sola gota sería mía.
El extraño entrecerró sus ojos por un instante, y una poderosa onda expansiva fue expulsada de su cuerpo, obligando a todos los bandidos a caer de rodillas.
—¿Q-Qué es… esto…? —preguntó uno de los bandidos mirando al suelo en pánico— Quiero levantarme, pero mis piernas se niegan a obedecer…
Ninguno podía ponerse de pie, pero hubo uno que se mantuvo erguido aunque con evidente dificultad.
—Vaya, no esperé que te mantuvieras firme, es impresionante. —afirmó el extraño viendo a Halcón— La habilidad de "Intimidación" suele ser más que suficiente para este tipo de situaciones. Ciertamente eres un espécimen fascinante.
Halcón intentó dar un paso al frente al ver que sus compañeros estaban siendo sometidos, pero fue justo en ese instante, cuando el extraño hizo su movimiento.
Pareció desaparecer de la nada enviando una corriente de aire a todos lados, y luego de un parpadeo del gigante, todos sus subordinados cayeron al suelo inconscientes.
Halcón parpadeo una segunda vez, solo para ver que el extraño yacía detrás de él con una larga espada blanca en su mano derecha, cuya hoja estaba teñida de rojo.
Sus subordinados habían sido cortados, y luego de sentir algo goteando desde su pecho, se dio cuenta de que su situación era la misma. Halcón tenía ahora una gran cortada en forma de cruz en medio de su torso, goteando sangre sin detenerse.
—Eres un…
Halcón intentó decir algo, pero su cuerpo no pudo resistir por más tiempo, y cayó de rodillas al suelo, antes de finalmente caer por completo.
El extraño sacó un Cristal espacial oculto en su armadura, y de él extrajo varios vendajes y hierbas medicinales.
—Usen esto. —el extraño arrojó las cosas hacia Halcón— Me aseguré de que los cortes no sean muy profundos, solo lo suficiente como para retenerte, ninguno de ustedes morirá.
El extraño estuvo a punto de retirarse, pero se detuvo a los dos pasos para entregarle cierta información a Halcón.
—En los rumores se menciona que la mujer que te engendró se encuentra en una aldea de nombre Ípoko. No me tomé la molestia de averiguar si esto era cierto o no, pero si lo es, ella sin duda morirá. Hay un mago en específico bastante problemático que se dirige hacia allí.
Luego de indicar eso, el extraño regresó la vista al frente dándole la espalda a Halcon.
—No quiero que una criatura tan única como tú acabe siendo la mascota de algún noble codicioso, por eso te hice aquel corte. Tómalo como una señal de precaución para alejarte de Ípoko, es por tu propio bien.
—¿Quién demonios eres…? —preguntó Halcón mirándolo con rencor sin poder levantarse del suelo.
—Mi nombre es Ricardo Rose, pero puedes ignorar mi apellido, no es una cruz que me enorgullezca cargar.
………
……
…
Pasaron dos días desde entonces, y Halcón le contó la situación a sus compañeros.
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Editado: 27.11.2023