Mi misión en el Bosque del sonido había terminado, y no me quedó más opción, que regresar a casa.
Pero no lo haría solo, esta vez tengo conmigo a dos niños, Nilo y Alia, y a un "gato de guerra" al que le salvé la vida y ahora me considera su Maestro.
Es una larga historia.
Lo importante ahora, es la reacción que tuvo el pueblo de Silon cuando nos vieron llegar.
Kágrel nos dejó viajar sobre su espalda durante el transcurso del viaje, y no tuvo que seguir mis indicaciones para llegar a nuestro hogar.
Al parecer, el "vínculo" que forjamos en su cueva le dio cierta información sobre mí, y eso incluía los lugares que visité, y la gente que conozco, pero solo los más cercanos a mí.
Era casi como si hubiera espiado en mi cerebro, de hecho, suena aterrador dicho de esta forma.
Nos detuvimos frente a la entrada de Silon, y procedimos a bajarnos de Kágrel.
Ahí estaban para recibirnos casi todos mis conocidos, excepto Relt y Halcón.
"Supongo que están ocupados con algo más. Me gustaría pensar que todos en el pueblo me extrañaron, y no solamente algunos, pero bueno, sigue siendo mejor que nada."
—¡Michaeel! —gritó Lilia corriendo hacia mí para abrazarme del cuello— ¡Te extrañé tanto, mucho, mucho, mucho!
—Sí… me doy cuen- ta… ¡porque apenas logro respirar…! —respondí tratando de soltarme.
—Oh, lo siento, no pude evitarlo. —se disculpó con su ocasional y serena sonrisa— Por cierto, ¿quiénes son ellos?
Lilia miró con curiosidad a los chicos, y caminó hacia ellos para presentarse.
—Hola, soy Lilia, es un placer conocerlos. ¿Cómo se llaman?
—Bu-Buenos días señorita Lilia… —saludó Alia con timidez— Mi nombre es Alia, y él es mi amigo Nilo.
Lilia los miró por un instante antes de darles una última sonrisa y caminar de regreso hacia mí.
—¿Dónde encontraste a esos niños? —susurró Lilia.
—En el Bosque del sonido. —respondí del mismo modo— No tenían a donde ir, así que los invité a quedarse, es una larga historia, luego te cuento con más tranquilidad.
—Oye, Michael. —intervino Érick con un tono serio— Me alegra ver que regresaste sano y salvo, pero… ¿De donde se supone que sacaste a ese animal?
Kágrel escuchó la pregunta de Érick, y sin pensarlo dos veces, dio un salto hacia el frente y se presentó ante todos con voz firme pero cordial. Resultó ser más educado de lo que pensé.
—Mi nombre es Kágrel, "El rey de las bestias", y a partir de hoy estaré acompañando a mi Maestro a donde sea que se dirija. Soy el tercero del grupo de las ocho Bestias de batalla, así que no tienen nada de qué preocuparse, protegeré la vida de mi Maestro así me cueste mi propia vida.
"No era necesaria una presentación tan dramática, pudiste ser un poco más natural, ¿sabes?"
Puse mis ojos en Don Víctor, el cual se encontraba viendo a Kágrel con una expresión de terror, aunque se esforzaba por ocultarlo. Incluso había empezado a sudar, pero inmediatamente sacó un pañuelo de su bolsillo y se limpió el sudor
"¿A qué se debe esa cara? Ahora que lo pienso, esta es la primera vez que lo veo asustarse por algo, ya que nisiquiera se inmuto cuando frenó el ataque de aquel mago en Ípoko."
"¿Le tendrá fobia a los 'gatos'?"
Cuando regresé mi vista hacia Kágrel, Sofía y Mónica ya estaban frente a él acariciándolo y brindándole mimos y atención como si fuera un gato casero.
Por cierto, no había visto a Mónica en mucho tiempo, y ahora que la volví a ver la noté diferente. No estaba seguro de si era su personalidad, su apariencia, o algún otro factor, pero algo en mi interior me decía que esa de ahí, no era la misma Mónica de siempre.
"No sé lo que es, pero tengo el presentimiento de que algo ha cambiado."
Don Víctor caminó tranquilamente hacia mí, pero en el transcurso fue detenido por Kágrel quien lo miraba con sospecha, mientras no dudaba en mostrar sus colmillos.
—Maestro, este hombre esconde algo. —informó Kágrel mirando de cerca a Don Víctor.
—No comprendo lo que tratas de decir. —respondió Don Víctor con un rostro sereno pero con una gota de sudor bajando por su frente— Simplemente me disponía a entablar una conversación con tu Maestro, eso es todo.
—Descuida Kágrel, Don Víctor siempre luce sospechoso. —dije dirigiendo mi atención a Don Víctor— No eres el único que quiere decir algo, yo también tengo un par de preguntas que hacerte.
La atmósfera se volvió pesada y silenciosa, todos los presentes nos miraban a Don Víctor y a mí, como si esperaran a que uno de los dos dijera algo.
—Por tu reacción, puedo decir que algo no salió como lo planeaste. ¿Cierto? —pregunté mirando a Don Víctor directamente a los ojos— Tú sabías que yo encontraría "algo" al dirigirme hacia el bosque, supongo que se trataba de Nilo y Alia, pero ¿qué ocurre con Kágrel? ¿Él no entra en tus cálculos?
—No comprendo muy bien de lo que se me acusa, aunque debo admitir que usted tiene la razón en algunos puntos mencionados. Ciertamente, esperaba que usted se encontrara con esos niños y regresaran juntos hasta aquí, pero nunca me imaginé ni en mis sueños más extraños, verlo regresar junto a una Bestia de batalla. Sobre todo, teniendo en cuenta el "requisito" para lograrlo. —comentó Don Víctor algo confundido.
—Yo luché contra el Maestro y perdí justamente, no es tan difícil de entender. —afirmó Kágrel irrumpiendo en la conversación.
—Para mí, resulta muy difícil de creer. Después de todo, eso significaría que me equivoqué. —dijo Don Víctor con la mirada al suelo.
—Me parece que ya es momento de saber la verdad. —comenté.
—Por ciertas razones, estoy algo limitado en lo que soy capaz de contar, pero lo puedo resumir así.
Don Víctor levantó una de sus manos como si espantara a un mosquito, y un instante después, un cubo de paredes traslúcidas casi imperceptibles al ojo humano nos rodeó por completo.
Había visto a este hombre crear barreras defensivas, pero esto se sentía diferente, y de no ser por un mensaje telepático privado de Kágrel, jamás lo hubiera descubierto.
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Editado: 27.11.2023