Hubo dos hombres, que en su momento fueron valerosos guerreros en el ejército nacional de Kala.
El de mayor rango, el comandante Luther, quien fue dado como desaparecido después del ataque a Nerulia, y el soldado raso, Martín Nova, único sobreviviente del ataque a Silon, cuya vida fue perdonada por Garpo, también reportado como desaparecido.
Ambos contaban con amigos y conocidos que esperan por su regreso, uno que jamás sucedió, debido al camino que decidieron recorrer.
Luther viajó por un tiempo a través del inmenso bosque del sonido, donde abandonó su armadura, armas y todo lo relacionado a su vida como comandante.
Se dedicó a cazar con las manos para alimentarse, y fabricó sus propias herramientas con los objetos que le brindaba la madre naturaleza, a excepción de un refugio, ya que no lo necesitaba por su actitud de nunca detenerse dos veces en el mismo lugar.
El tiempo continuó para él de esa manera, hasta que en un golpe de suerte, logró utilizar sus trampas artesanales para cazar una gran presa para la cena.
Pero cuando llegó al lugar, se encontró con otro ser humano, vistiendo una armadura de caballero con el emblema de Kala sobre su hombro.
Luther lo liberó de inmediato, dándole la orden de irse, porque sin importar lo que dijera, no estaba entre sus planes volver con el ejército de Kala.
El soldado se presentó como Martín Nova, declarando que no estaba en ese lugar para traerlo devuelta, sino para huir de la guerra como Luther.
El gran ogro rojo le dio una oportunidad de vivir, y Martín no quiso desperdiciarla bajo las órdenes de un gobierno tan corrupto como el suyo.
Le pidió a Luther que lo ayudara, que le enseñara a vivir por su cuenta sin tener que depender de la sociedad, y este aceptó, tomando a Martín como un hombre que al igual que él, fue severamente lastimado por las batallas y el caos de las guerras.
De este modo, es como ambos se convirtieron en desertores.
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Pasó el tiempo, y ambos se habían convertido en hombres de bosque, buscando en la naturaleza todos los recursos necesarios para sobrevivir.
Cazaron, pescaron, sembraron, talaron, y crearon toda clase de cosas, adaptándose a la vida del bosque.
Estuvieron lejos de la sociedad durante mucho tiempo, casi un año desde que se conocieron, donde una revelación los golpeó.
No era necesario alejarse de la sociedad para escapar de la guerra, solo necesitaban un nuevo punto de partida, un lugar en el que nadie los conozca, y Luther parecía conocer tal lugar.
Le habló a Martín sobre un grupo de pueblos de nombre Vere, el cual tenía un gran mercado dispuesto a recibir a cualquier persona que busque una oportunidad para crecer.
Le dijo que no se hallaba muy lejos de su ubicación actual, solo bastaba un día de viaje a pie para llegar, y aunque se mostró dudoso ante la idea, Martín aceptó su oferta.
Él también deseaba comenzar de cero, y aunque la vida en el bosque fue bastante agradable y pacífica, era consciente de que jamás hallaría lo que buscaba si se quedaba, por eso se fue.
Martín y Luther prepararon todo lo necesario para su viaje, principalmente comida, y partieron del bosque del sonido en cuanto se asomaron los primeros rayos del sol.
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Efectivamente les tomó un día entero alcanzar los pueblos de Vere, pero cuando lo hicieron, se hallaron con una noticia increíble.
El gobierno tiránico de Kala fue derrotado, y el general Éduard Marson se alzó como el nuevo rey.
Al enterarse de aquello, supieron que el reino había caído en buenas manos, y les fue inevitable considerar la posibilidad de regresar bajo esta nueva era de paz.
Pero ese pensamiento se esfumó de sus mentes unos pocos segundos después, entendiendo que volver a Kala, sería como volver a chocar con la misma piedra.
Con el tiempo, su estado de "desaparecidos" sería cambiado por "fallecidos", y aunque tomase varios años hasta entonces, su decisión no iba a cambiar.
Ellos buscarían un nuevo futuro en esta pequeña parte del mundo, y aunque el destino los volviese a cruzar con algún conocido de su pasado, lo recibirán con los brazos abiertos, pero mostrando en quienes se han convertido.
Un par de hombres en busca de la paz, lejos de la muerte, la tristeza, el odio o la venganza.
—Aquí comienza nuestra segunda vida, Martín.
—Lo sé, señor Luther. Pero no puedo negar que estoy tan emocionado como preocupado.
—Hm… ¿Volverás al bosque? —preguntó Luther.
—¡Jajaja, no, por supuesto que no! Es más, planeo aprovechar este lugar para hacer lo que nunca pude. Me casaré con una linda chica, tendré una hermosa familia, y adoptaré un perro de nombre Domingo. ¿Y usted?
—Yo estoy muy viejo para pensar en una familia, dediqué toda mi juventud al ejército, así que no tengo muchas metas por delante. Quizás un pequeño negocio antes de mi jubilación, y adoptaré un gato llamado Viernes.
—¡Jaja, así se habla! —exclamó Martín, envolviendo su brazo sobre el cuello de Luther—. Oye, oye, no tengo padres, y mis futuros hijos necesitaran un abuelo, ¿que me dices de eso? Eh, eh.
—¿Yo como tu padre? —preguntó Luther, con una expresión irónica—. ¡No te pases de confianzudo, primero me caso con un hombre antes de aceptar semejante estupidez! Además, yo no quiero hijos feos.
—¡¿Qué cosa?! ¡Eso fue cruel señor Luther, muy cruel!
En fin, les espera una larga vida a ese par.
¿Qué harán para ganarse la vida? ¿Habrán dificultades en sus caminos? Esas respuestas son interesantes de descubrir, pero solo el tiempo las dirá.