El caos se desató en mi casa luego de que las chicas se enteraran de lo que son "los turnos". Aunque en nuestro caso, son turnos para algo verdaderamente extraño.
Básicamente es como si yo fuera un objeto lujoso, y ellas se turnaran para tenerme, o algo así.
Yuuki fue la primera que participó en esto, y luego de que ellas tuvieran varias pláticas y pláticas en privado, lograron llegar a un orden para tomar los turnos.
En esta ocasión le tocó su turno a Juna, y teniendo en cuenta que ya acabé con todos los puntos anteriores de mi lista, mi jornada de trabajo se había aligerado en gran medida.
Pero no crean que voy a desperdiciar todo este tiempo libre, al contrario, lo voy a invertir en algo que se podría llamar "estabilidad familiar", que es algo que se pierde de vez en cuando en nuestra poligámica relación.
Si paso mucho tiempo con una, las otras dos se disgustan; si hago algo nuevo con una de ellas, las demás quieren que hagamos lo mismo, cosas como esas.
Fue por esas y más razones que terminé aceptando este sistema de “los turnos”, ya que me pareció una buena forma de conservar la paz entre nosotros, dejando de la lado las discusiones y pequeñas escenas de celos.
Siguiendo aquel sistema, tuvimos unas cuantas charlas sobre las situaciones en las que se podían pedir los turnos, y los momentos en los que estos debían de evitarse.
La mayoría de las abstenciones giran en torno a Miri, ya que, al pedir un turno, se espera que podamos tener cierta “privacidad” como pareja. Ahí es donde se acordó, que mientras uno usa su “turno”, los demás cuidarán a Miri para mantenerla distraída.
Otro factor importante era mi madre, pero las chicas estuvieron de acuerdo en que ella no representa un problema como tal, ya que la única condición que ella nos da, es que tengamos cuidado en donde hacemos “nuestras cosas”.
Fuera de eso, ella siempre se asegura de darnos la privacidad correspondiente.
Esos fueron los acuerdos principales del nuevo sistema de turnos, adicional a otros detalles menores que no hace falta mencionar.
De esa manera, siguiendo con el turno de Juna, yo le indiqué que podíamos hacer o ir a cualquier lugar que ella deseara, pero su respuesta fue verdaderamente inesperada.
Habíamos subido a la habitación, y lo primero que hicimos fue quedarnos frente a frente, y ya.
Literalmente su petición fue que me sentara en la cama, y ella se quedó de pie frente a mí, observándome directamente a los ojos con extrema intensidad.
Su mirada era tan firme que comencé a sentirme incómodo, hasta que ella finalmente cedió, y me confesó que lo que trataba de hacer, era utilizar su nueva habilidad única “Provocación” en mí.
Aparentemente, ha intentado utilizarla desde el momento en que la adquirió, usándome como blanco, pero no conseguía resultado alguno por más que lo deseara.
Eso comenzó hace ya veinte minutos, y hasta ahora, no hemos visto ningún resultado positivo ni negativo.
Una vez que nos dimos cuenta del paso del tiempo, Juna finalmente se relajó.
—Esto es agotador… —afirmó Juna, limpiándose un poco de sudor de su frente—. ¿Cómo es que se usan estas cosas?
—Tranquila —respondí, sonriendo con empatía—, a mi también me costó algo de tiempo usar las mías correctamente, pero no te rindas ahora, si dejas de practicar no tendrás ningún resultado para mostrar.
—Sí, lo sé… pero aún así quería practicar esta habilidad única…
—¿Y por qué esperaste hasta ahora para practicar con ella? —pregunté, mostrándome confundido—. Pudiste haberle dicho a Lilia o a Yuuki que te ayudaran, ¿porqué esperaste tanto?
—Bueno, es que… —respondió, ruborizándose en el proceso—. Yo quería probarlo contigo, por seguridad… ya sabes… y otras cosas…
—Vamos, no tienes que preocuparte de nada, yo no te juzgaré por lo que pienses o hagas, además, ahora tampoco debemos preocuparnos de que los otros nos escuchen.
No lo mencioné antes, pero al fin conseguimos lo que tanto había anhelado.
Nuestra habitación se encuentra ahora protegida por varios Cristales sonoros, colocados estratégicamente para bloquear la salida del sonido en su totalidad.
Fue Don Víctor quien los consiguió para nosotros, ya que Relt se negó a regalarme algunos de su cueva en el bosque Hiedra, bajo la excusa de que no tenía ganas de viajar.
Todos estaban enterados de este cambio, por lo que no habría inconvenientes al respecto.
Afortunadamente, los Cristales sonoros no prohíben el ingreso del sonido exterior, por lo que no habrá problemas con los llamados de emergencia fuera de la habitación.
Un punto aparte, es que colocamos una pequeña cuerda en la habitación, y al tirar de ella, sonara una campana en el exterior, indicando a los de afuera que había una emergencia en el cuarto.
—Bueno, sí, sé que ya no debo preocuparme por que nos escuchen las otras, pero… decirte todo a ti, tampoco es muy fácil…
—¿Quieres seguir practicando tu habilidad única, o te gustaría hacer alguna otra cosa? —pregunté, sin levantarme de la cama—. No lo sé, ir a algún lugar, quizás.
Estaba esperando cualquier otra cosa con tal de animarla, pero en lugar de eso, Juna acabó lanzando una bomba sobre mí, revelando cierta información que creí desconocida.
—Michael… tal vez sea un poco tarde para decir esto, pero… Lilia y yo también escuchamos lo que dijo Yuuki antes de su desmayo…
—¡¡¿Haa?!! —reaccioné, totalmente sorprendido—. B-Bueno, pero todo terminó en palabras, al final no fuimos capaces de hacer nada así que… No hay de qué preocuparse, nada de nada, jajajaja…
"Soy un asco disimulando estas cosas…"
Nos mantuvimos en silencio por un rato, llegando al punto en el que todo se sentía incómodo, pero fue justo entonces, cuando Juna volvió a actuar.
Respiró profundamente, como si buscara obtener el valor para algo, y procedió a mirarme a los ojos con intensidad.
Comenzó a caminar hacia mí con extrema seguridad, sin perder el contacto visual en ningún momento, y sin previo aviso, me atacó.
Ella siguió avanzando incluso al estar sobre mí, sentándose sobre mi regazo con las piernas abiertas, y sujetando el cuello de mi camisa, como prevención en caso de que decidiera escapar.
Parecía que estaba apunto de ser castigado, pero en lugar de eso, fui sometido a un interrogatorio emocional, recibiendo una pregunta cuya respuesta errónea podría traer grandes consecuencias.
—Sé lo mucho que amas a Lilia y a Yuuki, pero hasta el día de hoy, no me has dicho lo mucho que me amas a mí. Dime, ¿qué es lo que sientes por mi, Michael?
“Qué es… lo que siento por ti?”
Una pregunta tan sencilla como complicada de responder.
Se pueden sentir muchas cosas por una misma persona: aprecio, amor, odio, miedo, lástima, asco, cariño, entre muchas otras.
Pero estaba seguro de que una sola palabra no serviría como respuesta para ella. Tenía que ser directo, pero no esmerarme en ahorrar palabras.
Tenía que ser honesto con mis palabras, tenía que usar las palabras correctas para sembrar buenas bases en nuestra relación.
Yo aspiraba a tener algo similar a Hope y Dragon, una relación que trasciende los límites del tiempo, y que no se extingue incluso después de la muerte.
—Me he sentido extraño desde lo que ocurrió en Kala. Es algo que me recuerda que sigo siendo un niño, mientras que tú ya eres una mujer adulta. Quizás es mi propia inseguridad lo que me hace pensar que no me ves como algo serio, no lo sé.
“Vamos Michael, ¿por qué empiezas con lamentaciones? Esto no es lo que deberías estar diciendo…”
—Pero si tuviera que decir lo que siento por ti… lo más probable es que me quede sin palabras antes de terminar. Juna… yo te quiero, te aprecio, te adoro, te amo, te deseo, te necesito, y podría continuar durante horas y horas sin quedarme sin cosas para decirte.
“Sí, eso está mejor, está mucho mejor, pero creo que no es suficiente, necesito decir algo más.”
—Los sentimientos son complicados, pero lo único que te puedo decir con seguridad, es que te encuentras en lo más profundo de mi corazón, y no creo poder sacarte por el resto de mi vida. Juna, no solo quiero tenerte en mi vida, quiero que seas parte de ella, para siempre.
“Creo… que mi respuesta fue adecuada. Espero que ella piensa lo mismo.”
Juna me miró con una expresión de asombro, como si hubiera escuchado algo totalmente innovador, y de un momento a otro, comenzaron a caer lágrimas por sus mejillas.
Ella se percató de esto un segundo después, e inmediatamente comenzó a tratar de limpiarlas con desesperación, haciendo lo posible porque yo no la viera.
—Discúlpame, yo… no sé porqué me pasa esto… Qué extraño, jaja… estoy tratando de limpiar mis lágrimas, pero… simplemente no dejan de salir… Vaya… creo que arruiné el momento, por favor, discúlpame… yo solo…
Sintiéndome incapaz de seguir mirando esto, la detuve, sujetando sus manos y obligándolas a bajar sin lastimarla.
—Detente, Juna. No tienes que reprimirte de esta forma.
—Pero… se supone que estoy feliz por saber lo que realmente sientes por mi… no debería de estar llorando… el momento no lo amerita…
Puse una de mis manos detrás de su cabeza, haciéndola recostarse sobre mi hombro, mientras que la otra envolvía su espalda, dándole suaves palmaditas de consuelo.
—Ya, ya, solo déjalo salir, eso es todo lo que tienes que hacer.
—Yo también… quiero quedarme a tu lado… para siempre…
—Lo sé, Juna. Yo deseo lo mismo.
………
……
…
Pasó el tiempo, aunque no estaba seguro de cuánto, hasta que Juna finalmente se relajó.
Volvió a levantar la cabeza, mirándome fijamente a los ojos, mientras lucía una hermosa sonrisa, lo que me hizo sonreír en consecuencia.
Un segundo después, un pequeño destello apareció en los ojos de Juna, repitiéndose en los míos como un espejo.
Mi mente comenzó a nublarse por momentos, como si hubiera caído en alguna clase de hipnosis, y aunque fuese extraño, Juna parecía haber quedado en un estado similar.
Sus ojos estaban cargados de lujuria, pero hacía lo posible por tratar de verse relajada.
—Michael… —me llamó, con un tono particularmente seductor—. Tú dijiste que me amabas… pero también, te oí decir que me deseas…
Mi mente se hallaba confusa, y solo fui capaz de responder por instinto.
—Sí, lo dije…
—Quiero saber cuánto… —continuó Juna, con la mirada totalmente perdida—. Quiero saber lo que se siente, el ser deseada por la persona que amas…
En aquel momento ninguno se percató de la verdad, pero aquel destello que apareció en nuestros ojos, a la par de la extremadamente fuerte lujuria que crecía en nuestros cuerpos, eran un efecto de la habilidad única de Juna, “Provocación”.
Esta se activo de manera repentina, y acabó por atrapar tanto al usuario como al objetivo, aunque las especificaciones sobre su uso aún eran un misterio para todos.
De esa forma, acabamos por sucumbir ante la tentación, dejándonos llevar por la inmensa lujuria que recorría cada centímetro de nuestros cuerpos.
Juna se dejó caer hacia el frente, robándome un beso en los labios, mientras que yo procedí a envolverla con mis brazos, cayendo de espaldas sobre la cama.
Nuestros labios continuaron unidos en todo momento, mientras que Juna se quitaba el sujetador con el que formaba su cola de caballo, dejando su largo cabello en libertad.
Luego procedió a quitarse los zapatos, y yo hice lo mismo, mientras que nos adentrábamos más en la cama, alejándonos del borde.
En un descuido nuestras cabezas cayeron sobre las almohadas, lo que nos sacó una pequeña risa, pero rápidamente regresamos a la acción.
Una de mis manos se fue directo a sus piernas, rozando su suave piel con la punta de mis dedos.
Lo usual era que Juna utilizara las medias negras de siempre, pero en esta ocasión en particular, había decidido no usarlas, como si ya estuviese preparada para esto.
Sin importar el motivo, decidí disfrutar de la situación, y antes de notarlo, Juna tenía sus manos dentro de mi camisa, acariciando mi piel como yo lo hacía con la suya.
Mis manos comenzaron a subir más y más, llegando hasta sus caderas, y Juna, como en un arranque de energía, acabó quitándome la camisa, dejando mi torso totalmente al descubierto.
Ella no lo pensó dos veces antes de llenarme de caricias, recorriendo cada centímetro de mi piel con evidente fascinación.
Lentamente mis manos pasaron de sus caderas a su ombligo, y casi de manera instintiva, comencé a desabrochar los botones de su blusa, uno por uno.
Nuestros apasionados besos continuaron durante todo este proceso, guiándonos a través del cuerpo del otro únicamente con las manos, y para mi sorpresa, recibí un poco de ayuda.
En cuanto Juna se percató de lo que hacían mis manos, lejos de oponerse, comenzó a ayudarme a desabrochar los botones, y al terminar, me ayudó a quitarle la blusa también.
Mis manos comenzaron a acariciar la suave piel de su abdomen, y al igual que un auto sin frenos, fui incapaz de detenerme, tomando los senos de Juna con ambas manos.
El cuerpo de Juna se estremeció cuando sintió mi tacto, y sin esperar a una respuesta, comencé a jugar a con ellos, lo que provocó que a Juna se le escapara un pequeño gemido.
Aún llevaba puesto su sostén negro, pero aquello no bloqueó al completo los estímulos que ella estaba experimentando.
Esta era la primera vez que tocaba directamente los pechos de una mujer, y la experiencia fue tan excitante, que me provocaron unas misteriosas ganas de molestar a Juna.
—Eres bastante sensible por aquí… —comenté, sin dejar de acariciarlos.
—¿T-Tú que esperabas…? —preguntó, retorciéndose por el estímulo.
—¿Quieres que me detenga…?
—N-Nunca dije eso…
Continué acariciando sus pechos con emoción, sin poder apartar mis ojos de ellos, solo para ser inmediatamente reprendido por Juna, quien se giró dándome la espalda, y cortando así toda mi “inspiración”.
Creí que había hecho algo mal, que me había excedido con mis acciones y mi toqueteo incesante, pero al final, resultó ser algo un poco más inocente.
—Estás mirando demasiado… —comentó, mirándome un poco avergonzada—. No me molesta, pero es incómodo cuando soy consciente de ello…
Nuestra emoción anterior se había relajado, pero volvió a aumentar cuando aquel misterioso destello surgió nuevamente en nuestro ojos, en el preciso instante en que se encontraron.
Sin poder contenerme por mas tiempo, solté una respuesta ligeramente absurda, pero que seguía el hilo de la conversación.
—Entonces me guiaré como un ciego… —respondí, acercándome a ella con extrema emoción—, con las manos…
No perdí la oportunidad de volver a besarla, utilizando mis manos exclusivamente para entregar caricias.
Mientras tanto, Juna se limitó a recibirme, sin saber que una de sus manos comenzaba a avanzar hacia su espalda, y en un breve instante, abrió el gancho que sujetaba aquella prenda íntima.
Nuestro beso se detuvo por un instante, viéndome sorprendido por la repentina acción de Juna, mientras esta terminaba de retirar su sostén, dejándolo caer a un lado de la cama.
Había decidido continuar con calma, disfrutando de cada minúscula caricia hacia mi compañera, pero Juna tomó una de mis manos y la guió hacia el frente, dejándola caer lentamente sobre uno de sus senos.
Me había emocionado anteriormente ante la posibilidad de poder tocar los pechos de una chica, pero lo había hecho de forma superficial, ya que la tela del sostén se interponía en el camino.
Sin embargo, ahora podía sentir de forma directa su enorme suavidad, su elasticidad, lo sensibles que son al tacto, y lo increíblemente placentero que resultaba el tenerlos entre mis manos.
Pensé en dejarme llevar nuevamente, pero Juna se me adelantó, sosteniendo mi mano sobre su pecho, y comenzando a moverla en círculos, muy lentamente.
Era algo verdaderamente sorprendente.
Ella estaba utilizando mi propia mano para acariciar sus pechos, mientras me veía a los ojos con anhelo, como si me indicara la forma en que deseaba que la tocara.
—No tienes que ser tan agresivo al hacerlo… —dijo, casi como un susurro—. Puedes tomarte tu tiempo, yo no iré a ningún lado…
“¿Porqué estaba tan desesperado en avanzar con ella…?”
“Oh, es cierto…”
Por lo general, siempre ocurre algo que nos interrumpe, e inconscientemente desarrollé un gran temor a ese tipo de situaciones, cayendo en el descontrol y el apuro.
Pero nuestro sistema de turnos ha solucionado ese punto, otorgándonos la privacidad y el tiempo necesarios para avanzar en nuestras relaciones como pareja.
“No hay razón para apresurar las cosas…”
Juna soltó mi mano, y me dio la oportunidad de moverme con libertad.
Esta vez mis movimientos no fueron tan frenéticos, de hecho, decidí tomarme mi tiempo para disfrutar del cuerpo de mi pareja, a la par que intercambiamos varios besos.
En algún momento Juna se empezó a retorcer por el estímulo, y en un pequeño juego, conseguí tomar ambos senos a la vez con mis manos, y comencé a estimular sus pezones, provocando que ella soltara pequeños gemidos de placer.
Comencé a alternar entre movimientos fuertes y delicados, y Juna comenzó a soltar sonidos cada vez más intensos, ahogados únicamente por nuestros besos.
Aquello siguió por varios minutos, y de un momento a otro, todo el cuerpo de Juna se sobresaltó, como si hubiese recibido una descarga eléctrica, pegando una mezcla de grito y gemido, que parecía un ruido animal.
Solo unos segundos después, cayó rendida sobre la cama, frenando así nuestro acto.
Solo cuando todo se detuvo, fue cuando me di cuenta de lo agotado que estaba, y también caí de espaldas sobre la cama.
Juna estaba dando bocanadas de aire para recuperar el aliento, y mientras continuaba en ello, se giró nuevamente hacia mí, procediendo a acurrucarse a mi lado, y yo reaccioné abrazándola con ternura.
Sus mejillas estaban más rojas que de costumbre, y aunque ambos teníamos el torso desnudo, no continuamos la acción, priorizando el descanso.
De un momento a otro Juna levantó una de sus piernas, y procedió a envolverla alrededor de la mía, donde me percaté de cierta humedad que descendía de la zona de la entrepierna.
En un principio pensé que solo se trataba de sudor, pero fue Juna quien terminó de destruir esa idea, haciéndome consciente de la realidad.
—Eres un tonto… —reclamó Juna, haciendo pucheros como una niña.
—¿Y ahora por qué…? —pregunté, riéndome un poco.
—Hiciste que me sintiera tan bien que… creo que… llegué al clímax… —murmuró, con un volumen cada vez más bajo, hasta que explotó—.¡Yo quería que lo sintiéramos ambos, pero hiciste que me pasara solo a mí!
—¡¿Haa?! L-Lo siento… creo que me emocioné de más… —me disculpé, mostrando verdadero arrepentimiento—. Si te soy sincero, esta es la primera vez que toco directamente los pechos de una mujer, y creo que me salí un poco de control. Lo siento.
—Yo nunca había llegado al clímax antes… —murmuró sonrojada—, por eso quería que fuera contigo…
—Aunque no haya sido como esperabas, al menos fui yo quien lo provocó. ¿No es esa una victoria a medias? —pregunté, sonriendo, tratando de ser positivo.
—Quizás te sientes a gusto porque es la primera vez… pero sé que los míos no te gustaran tanto cuando tengas la oportunidad de tocar los de Yuuki. Los míos son de tamaño promedio, pero los de ella son más grandes… y no es un misterio que a los hombres les gustan así —se lamentó, agachando levemente la cabeza.
—No seas tonta… —dije, tocando suavemente uno de sus senos—. Los tuyos me encantan como son. Tú me encantas como eres.
—Lo sé… —respondió, sonriéndome con calidez, antes de poner una expresión de malicia—. Pero como castigo, no avanzaremos más que esto. Tendrás que quedarte con las ganas de más hasta que YO decida que puedes hacer algo más.
—¿Qué…? —reaccioné, sorprendido—. O-Oye, espera un momento, nunca hablamos de un-
—Rogar no te servirá —afirmó, levantándose de la cama—. Pudiste llegar más lejos, pero no fue así, y encima te ganaste un castigo por dejarme sola, creo que hoy lo recordarás como “el día en que Juna me dejó con las ganas”.
De esa forma, ella se burlo de mi una ultima vez, haciendo una pose que resaltaba sus pechos, y procedió a vestirse, sin apartar sus ojos de mí en ningún momento.
—Ahora, si me disculpas, voy a tomar una ducha. Hasta luego —se despidió, con una sonrisa de satisfacción.
“Sean sinceros conmigo… No me merecía un castigo, ¿o si?”
………
……
…
El día continuó sin problemas, y justo como Juna había prometido, no volvimos a hacer nada de nada, ni siquiera un besito.
"Parece que lo del castigo era enserio…"
En fin, el día continuó sin problemas hasta la noche, donde todos dormimos en paz, pero aquello solo era la calma antes de la tormenta, ya que el caos me esperaba al despertar por la mañana.
Estaba completamente solo en la cama, y lo único que había de diferente en la habitación, era una silla puesta justo en medio.
La puerta se abrió de forma repentina, donde Lilia apareció, totalmente alegre, y con un plato de comida en sus manos.
"¿Me habrá traído el desayuno a la cama? Vaya, que gran detalle de su parte, en verdad lo agradezco."
Lilia me pidió que por favor me sentara en la silla frente a la cama, y sin ningún motivo para negarme, lo hice.
Una vez que estuve sentado, ella procedió a usar un tenedor y trató de alimentarme, dándome la comida directamente en la boca.
“Hoy está extrañamente cariñosa, ¿habrá pasado algo?”
En ese momento lo recordé.
Hoy era "el turno" de Lilia, y a diferencia de las otras dos, ella no quiere que la consientan, es ella la que quiere consentirte, tratándote con el mayor cuidado posible.
Se sintió un poco extraño, pero en cierta manera, tenía su encanto.
—Vamos cariño, come un poco más —insistió Lilia, acercando el cubierto a mi boca—. Lo preparé especialmente para ti.
—Claro —respondí, aceptando otro bocado con extremo entusiasmo.
"Esto es más agradable de lo que pensé, y viniendo de la intensa Lilia, me sorprende que no sea algo más extremo que esto."
………
……
…
Acabé mi desayuno, y Lilia procedió a colocar el plato y los cubiertos a un lado, como si estos le estorbaran para algo.
Traté de levantarme de la silla para ir directamente al baño, pero en el instante en que lo intenté, fui detenido por Lilia, obligándome a tomar asiento una vez mas.
Ella señaló que aún no estaba lista, ya que debía de estar presentable para la ocasión, y antes de poder preguntar al respecto, Lilia colocó una venda sobre mis ojos, bloqueando por completo mi visión.
—O-Oye… ¿Para qué es la venda? —pregunté, ligeramente preocupado.
—Planeabas ir al baño para darte una ducha, ¿no es así? —me devolvió la pregunta, con un tono divertido
—Pues, sí —respondí, resaltando lo obvio—, eso es lo que hago cada mañana después de desayunar. Pero eso no explica la venda.
No dejé que me perturbara, pero desde el momento en que Lilia mencionó “no estar lista para la ocasión”, no he dejado de escuchar el sonido de tela deslizándose, como si alguien se estuviese cambiando de ropa dentro de la habitación.
De pronto, aquel sonido desapareció, y la venda sobre mis ojos fue finalmente retirada, otorgándome una vista sorprendente.
Lilia yacía de pie frente a mí, con el cabello suelto y cayendo por sus hombros, mientras vestía aquella bata de baño blanca extremadamente corta.
Quizás era solo mi imaginación, pero esa bata parecía hacerse más pequeña con cada día que la usaban.
De una forma u otra, mis sospechas resultaron ser ciertas, Lilia se estuvo cambiando de ropa mientras yo tenía los ojos vendados.
—¡Estoy lista! —afirmó sonriente.
—¿Eh…? ¿L-Lista para qué? —pregunté, no queriendo recibir una respuesta.
—Dijiste que irás al baño para tomar una ducha, ¿no? ¡Yo voy contigo!
"¡¡¿Eeeeeehhhhhh?!!"
—¡¿Pero que estás diciendo?! —pregunté exaltado—. ¿Sabes lo que puede pasar si hacemos eso?
“Aunque, ahora que lo pienso mejor, sería un evento verdaderamente erótico.”
—Además, solo tenemos Cristales sonoros en la habitación, lo que hagamos en el baño se escuchara hasta el exterior.
—Oh, había olvidado ese detalle… —afirmo Lilia, mostrándose pensativa—. Rayos, y yo que había practicado mi baile.
—Exacto, no podem- ¿Eh?
“¿Baile? ¿Qué baile pensaba hacer en la ducha?”
Sacudí mi cabeza, tratando de alejar aquellos extraños pensamientos, solo para volver a tenerlos unos segundos después.
Lilia se acercó aun más, soltando ligeramente la parte superior de su bata, en un claro intento por provocarme.
—Aunque no podamos ir a la ducha como era el plan inicial, sigue siendo mi turno, y puedo hacer lo que quiera, ¿no es así, querido?
—Te acercaste así a propósito para que no tenga forma de negarme, ¿verdad? —pregunté, sin poder apartar mi vista de sus pechos.
—Sí, así es —afirmó, sin la mínima señal de culpa—. Aunque trates de contenerte la mayor parte del tiempo, está claro que eres un pervertido, y se demuestra cuando te ponemos algo de “tentación” sobre la mesa.
—… —aparte la mirada, mostrándome apenado.
—Ufufu, no tienes que preocuparte por eso —indicó Lilia, dándome un beso en los labios cargado con todo su amor—. No te vamos a dejar de querer por algo así, pero tienes que ganar algo de autocontrol, no vamos a tolerar que sigas conquistando a cuanta chica se te ponga enfrente.
Lilia no lo pensó dos veces antes de continuar, sentándose tranquilamente sobre mis piernas, adoptando una actitud infantil.
—¿Sabees? A veces es divertido jugar con mis compañeras, pero nunca será más divertido que jugar contigo. ¿Qué te parece si jugamos ahora, sí, sí?
El contraste entre su versión mayor y seductora, y su versión tierna e infantil, resultó en un golpe crítico contra mi razonamiento, llevándome a responder lo que sea.
—S-Sí, está bien, lo que tú digas…
—¡Bieeen! ¡Gané, gané, gané!
Su actuar infantil resultó verdaderamente entretenido, pero bastó un par de segundos para que regresara a su yo habitual.
Lilia se dejó caer sobre mí, abrazándome, mientras dibujaba pequeños círculos en mi pecho con su dedo índice, como si jugara conmigo.
—Verás, esto es lo que vamos a jugar —indicó, tomando un tobo juguetón—. No importa lo que yo te haga, o lo que te diga, tienes que seguir las reglas del juego durante diez cortos minutos. Si lo logras, podrás pedirme lo que sea, sin excepciones.
Ella enfatizó en esa última parte, provocando que tragara saliva de manera involuntaria, y aunque sospechaba que este sería un juego con alguna trampa bajo la manga, decidí continuar con ello.
—¿Cuáles son las reglas?
—Son únicamente dos —respondió, con una sonrisa traviesa—. No puedes levantarte de esa silla, y esta prohibido el uso de las manos. ¿Fácil, no?
“Es… verdaderamente fácil.”
—Solo piénsalo… —susurró Lilia en mi oído, con un tono seductor—. Resiste por diez minutos, y haré lo que sea que me pidas. Lo que sea…
En ese instante, Lilia comenzó a levantar la parte inferior de su bata, atrayendo mi atención casi de inmediato.
La tela se levantó poco a poco, centímetro a centímetro, revelando cada vez más del cuerpo de Lilia, pero justo antes de alcanzar aquella zona prohibida, se detuvo, regresando su bata a la normalidad.
De esa forma, y sin guardar la mas mínima piedad hacia mí, lanzó una dolorosa pregunta.
—¿Te duele tener que dejarlo todo a la imaginación?
—... —guardé silencio, evitando verla a la cara.
—Ufufu, sí, eso creí —afirmó Lilia, con una sonrisa juguetona—. Esto acaba de empezar, cariño, no pierdas tan rápido, ¿si?
“Si hay alguna divinidad escuchándome en este momento, por favor… ¡¡Sáquenme de esta tortura!!”
Lilia se levantó un momento para cambiar de posición, volviendo a sentarse sobre mí, pero esta vez con las piernas separadas, envolviendo sus brazos alrededor de mi cuello, mirándome a los ojos de manera provocativa.
—Puede parecer doloroso para ti, pero recuerda que hago esto por tu bien, sin mencionar el “premio” que te espera si consigues ganar el juego.
Lilia procedió a besarme con extrema intensidad, dejando que su lengua explorara todo lo que quisiera, y sin pensarlo, yo respondí de la misma forma, dispuesto a disfrutar del momento.
Bastaron unos pocos segundos para que ella presionara su cuerpo hacia el frente, y comenzara a frotar sus pequeños pechos contras mí, en un claro intento por provocarme.
Su intención era incitarme a responder, esperando a que pusiera mis manos sobre ella en cualquier momento, pero tuve que hacer un esfuerzo hercúleo para resistir, sujetando la base de la silla con fuerza, para así tener mis manos ocupadas.
Lamentablemente para mí, la tentación fue tanta, que acabé sufriendo un “levantamiento” en mi pantalón, y estaba exigiendo a todos los cielos que lo dejasen salir.
Lilia se dio cuenta de inmediato, dando un pequeño brinco por la impresión, pero luego de unos segundos, únicamente sonrió, viéndome con malicia.
—Parece que tu “amiguito” también quiere jugar —afirmó Lilia, presionando sus caderas contra las mías—. Hagamos esto un poco más interesante. Resiste solo dos minutos, y ganarás, pero tengo que advertirte, que me pondré mas agresiva, ufufu…
“¿Qué demo…?”
—Después de todo, la maestra Mónica me ha dado cientos de consejos para este tipo de situaciones.
“¡Maldita sea, ya sabía que Mónica tenía algo que ver!”
Y así comenzó el ataque.
Lilia se lanzó a besarme una vez más, pero adicional a ello, comenzó a mover sus caderas, frotando su cuerpo contra mi “compañero”.
En un principio fue un beso natural, a la par que su movimiento de caderas se mantenía en un ritmo ligero y calmado, pero conforme avanzaban los segundos, todo escaló de nivel.
Nuevamente su besos se intensificaron, provocando que ambos nos dejásemos llevar, y cambio la posición de sus brazos, colocando ambas manos sobre mis hombros, consiguiendo un mejor agarre.
Ahora, aprovechando que tenía una mejor localización, comenzó a mover sus caderas con una fuerza abrumadora, como si su mitad inferior estuviera siendo impulsada por pistones.
Su movimiento fue tan agresivo, que en lugar de perder mi propio control, fue ella quien tomó mis manos, y las llevó hacia sus caderas.
Sus ojos expresaban lujuria absoluta, era evidente que estaba perdiendo el control de su propio juego, y todo quedó demostrado cuando exclamó su nueva orden.
—¡Olvida la regla de las manos…! ¡Úsalas!
Siendo ese el caso, accedí satisfactoriamente a su orden, y comencé a sujetar sus caderas con fuerza, aumentando la rudeza con la que estas se frotaban contra las mías.
Estuvimos así por un rato, dejándonos llevar por la pasión, y en un momento de descontrol, acabé por levantarme de la silla, y envolviendo a Lilia entre mis brazos, cargándola hacia la cama, como si fuera lo más natural del mundo.
Sin embargo, Lilia terminó forzosamente nuestro beso, colocando ambas manos a los lados de mi rostro, y me obligó a verla a los ojos.
Ambos estábamos respirando con ligera dificultad, y nuestros rostros se hallaban enrojecidos, cargando con las secuelas del frenesí anterior.
—Lo siento, Michael… —se disculpó, dándome una pequeña caricia en la mejilla—. Te levantaste de la silla, has perdido el juego…
—¿Qué… dices…?
No era capaz de procesar correctamente la situación.
En este momento yacíamos en la cama, con Lilia acostada de espaldas, y yo directamente sobre ella, pero aún así, todo el ambiente se tornó repentinamente en una tensión indescriptible.
—No negaré que el juego se escapó de mis manos… —continuó Lilia—. Incluso destruí una de mis reglas, pero jamás elimine la segunda.
—Lilia… yo…
—Está bien, admito que fue muy cruel de mi parte el hacerte esto, y por eso no te voy a pedir que me perdones, pero hay algo que necesito que entiendas.
“¿En… tender…?”
—Cuando cumplas tu meta de forjar tu propia nación, te toparás con mujeres interesadas que harán hasta lo imposible por ganarse tu afecto, y temo que alguna de esas consiga engañarte, y arruine esta hermosa familia que tanto nos esforzamos en construir…
Mi expresión se volvió sombría, siendo capaz de imaginar el escenario que Lilia me explicó.
Uno en el que por una noche de diversión, termino destruyendo toda una vida de felicidad, ganándome el desprecio de mi madre, las chicas, y Miri. Incluso podría incluir a varias de mis amistades en esa esfera de odio hacia mí.
Bien dicen que la imaginación puede golpear mas fuerte que la misma realidad, una realidad en la puedo llegar a cometer alguna estupidez, que termine volcando toda mi vida de cabeza.
Esto quedaría como una simple reflexión, pero la imagen que mi propia mente creó en base a esa posibilidad, acabó por destrozar mi corazón en cientos de pedazos.
Aquella mirada de decepción en los ojos de mis padres y mis amigos…
El dolor en la mirada de Lilia, Yuuki y Juna al ver que no les queda otra opción que abandonarme…
Y las lágrimas en los ojos de Miri, echándome la culpa por haber arruinado sus vidas.
Todo eso apareció en mi mente en menos de un segundo, estrujando mi alma con dolor.
En medio de aquello, mientras Lilia seguía acariciando mi mejilla, algo cayó sobre su mano.
Una diminuta gota de agua se deslizó por el costado de mi cara, acabando en la palma de mi compañera. Seguida de otra en el extremo contrario, y al final, un par más.
Había comenzado a llorar.
Creo que esta era la segunda vez que lloraba frente a Lilia, quien siempre emanaba un aura de amor y armonía, dándote la seguridad para mostrar tu verdadero yo frente a ella.
Lilia comprendió el motivo de mi llanto, y me acercó hacia ella, consiguiendo que me acostase sobre la cama, mientras que sus brazos me envolvían con amor.
—Ya, ya… —intentó consolarme, acariciando suavemente mi cabello—. Lo que sea que hayas imaginado, lo que sea que haya pasado por tu cabeza, no existe… No puede hacerte daño.
—Es que…
—Fue culpa mía por utilizar métodos tan absurdos para darte una lección. Antes de apoyarme en tu debilidad por las mujeres, debí enfocarme en reforzar tu otra debilidad. Tu delicado corazón.
Mis manos sujetaron a Lilia con fuerza, negándose a dejar que se fuera, a lo que ella respondió dándome un beso en la frente, otorgándome el tipo de consuelo que solo una madre podría entregar a sus hijos.
—No quiero perder a mi familia… —murmuré, sollozando como un niño—. No de nuevo…
—No lo harás… —afirmó Lilia, mostrándome una cálida sonrisa—. Ninguna de nosotras piensa en abandonarte. Si estás preocupado, tienes miedo, o sientes que has cometido un error, no dudes en venir a hablarlo con nosotras. Siempre estaremos ahí para escucharte, para consolarte, para aconsejarte, y para recordarte todos los días, lo mucho que te amamos.
Refundí mi rostro en la ropa de Lilia, tratando de ocultar mis lágrimas, mientras que esta no dejaba de abrazarme, sirviendo como mi soporte emocional.
—Fue divertido al principio, pero hablaré con Juna para retirar tu castigo. Incluso ella es víctima de sus juegos, ya que se lamenta no poder ni siquiera tomar tu mano.
—Gracias, Lilia…
—No hay nada que agradecer. Es el deber de la primera reina priorizar la buena convivencia con las demás, y la felicidad de su rey, ufufu.
Aquél dia continuó con normalidad.
Lilia cumplió su promesa de hablar con Juna, y a los pocos minutos, esta apareció para darme un fuerte abrazo, demostrando que Lilia tenía razón.
Yuuki sonrió satisfecha al ver que todo volvía a ser como antes, y todos disfrutamos un agradable tiempo como familia.
Mi madre llegó junto a Miri unos minutos después, y se unieron a nosotros en una agradable reunión, donde Miri nos deleitó con un pequeño baile que aprendió de los goblins, sacándonos mas de una sonrisa por su interpretación.
“En verdad amo a mi familia.”
………
……
…
Esa noche, las chicas durmieron junto a mí.
Normalmente, ninguna era capaz de compartir la misma cama si yo no estaba presente, pero con el tiempo, hemos desarrollado una solución mas pacífica.
Siendo el turno de Lilia, fue ella la única que pudo dormir acurrucada a mi lado, mientras compartíamos un cálido y amoroso abrazo.
Mientras tanto, Juna y Yuuki hacían lo suyo intercambiando un abrazo entre ellas, mostrándose satisfechas con la situación.
El saber que ellas habían cambiado, al punto en el que eran capaces de convivir con tal cercanía, era un peso menos para mi corazón, al entender que incluso si me veo obligado a viajar, mi hogar no se caerá a pedazos.
Con esa paz inundando mi alma, me dispuse a cerrar los ojos, cayendo en la profundidad del mundo de los sueños.
………
……
…
Todo mi mundo se vio totalmente consumido por la oscuridad, sin embargo, había una extraña calidez que me envolvía.
No era consciente de lo que me rodeaba, sentía que todo mi entorno era desconocido, pero no me asustaba en lo absoluto.
Al cabo de unos pocos segundos, mis ojos finalmente se abrieron, acostumbrándome a la luz poco a poco con cada parpadeo.
Me hallaba en los brazos de mi madre, que aunque se veía varios años más joven, fui capaz de reconocerla de inmediato.
Ella me miraba con una gran sonrisa mientras caían lágrimas de sus ojos, y de repente, unos pequeños brazos de bebé aparecieron en la escena, dirigiéndose hacia ella.
“¿Esto es… un recuerdo de cuando era bebé? ¿Cómo es posible recordar algo de aquel entonces…? Debería de ser imposible.”
Mi padre apareció en la escena, viéndose más joven al igual que mi madre, y similar a su reacción, también sonreía con lágrimas en sus ojos, pero había algo distinto.
Él, mi padre, no estaba mirándome a mi, sino al bebé que yacía en sus brazos, con el mismo cabello negro de mi papá.
"Espera un momento… ¿Qué es esto…? ¡¿Qué es lo que estoy viendo?! ¡¿Quién es ese bebé?! ¡Papá, mamá, digan algo!”
Entonces, mi padre se giró hacia mí, acercando a ese otro bebé, colocándolo cara a cara conmigo para que lo viera.
—Hola, Michael, mira, ¿sabes quién es él? —preguntó mi padre, mostrándome al bebé en sus brazos—. Este es Raian, tu hermanito, míralo, ¿verdad que es lindo? Ustedes hijos míos, junto a su mamá, son lo más importante que tengo en esta vida, y sé que seremos una familia feliz como ninguna otra.
Luego de aquellas palabras de mi padre, todo volvió a sumergirse en completa oscuridad.
"¡Oye, oye, ¿qué pasó después?! ¡Muéstrame!"
Mis ojos se volvieron a abrir, mostrándome de forma repentina una imagen de mi madre corriendo con desesperación, mientras me sujetaba fuertemente entre sus brazos.
Mi padre venía justo detrás, cargando al otro bebé, huyendo de algo o de alguien.
Había fuego y humo negro por doquier, las casas se caían a pedazos, y todas las personas hacían lo posible por salvar a sus familia o a sus pertenencias.
Distintas explosiones se produjeron aquí y allá, pero sin importar el caos que los rodeaba, mis padres nunca dejaron de correr.
En un nuevo parpadeo, el escenario cambió a un lugar distinto. Una cueva gigantesca inundada de toda clase de símbolos geométricos tallados sobre su superficie.
Mis padres corrieron hacia ella en un claro intento de entrar para refugiarse, pero antes poder hacerlo, un objeto cayó desde el mismo cielo, impactando como un cañón contra el suelo.
Se trataba de un hombre joven, ya entrando en la adultez, vestido con una armadura de color purpura, dándole un aspecto casi majestuoso.
Fue complicado en un principio, pero luego de que aquel hombre se presentara, pronunciando su nombre completo, mi mente quedó en shock.
“Rick Rose…”
Bastó un segundo para que Rose desapareciera de su lugar, y volviera a aparecer enfrente de mi madre, con el filo de su espada apuntando directamente a su cuello.
Mi padre trató de salvarla mientras cargaba al otro bebé, pero no llegaría a tiempo, no era lo suficientemente rápido como para protegerla.
Pero fue justo entonces, cuando un colosal muro de hielo se levantó desde el mismo suelo, creando una barrera helada entre Rose y mis padres.
No podía dar crédito a lo que veían mis ojos, no era capaz de explicar de dónde salió semejante muro, pero no fue necesaria buscar una explicación, ya que esta apareció frente a mí.
Justo en medio de mis padres, descendió un hombre mayor, sacudiendo restos de escarcha de sus manos. Mi actual secretario, Valentín Torino, o como todos lo llaman, Don Víctor.
"¡¿Qué demonios hacía él ahí?! ¡¿Qué es lo que estoy viendo?! ¡¿Esto cuándo pasó?!"
Mis ojos volvieron a cerrarse, llenando todo de oscuridad nuevamente.
Cuando se volvieron a abrir, el escenario cambió al interior de una gran caverna, y justo frente a nosotros, yacían un par de inmensas puertas de piedra, grabadas con los mismos símbolos en el exterior de la cueva.
La puertas empezaron a abrirse por su cuenta, expulsando una poderosas ráfagas de viento, capaces de sacudir a cualquiera, pero aun así mis padre no se detuvieron, estaban dispuestos a hacer lo que sea con tal de ingresar.
El interior de las puertas era un enorme rectángulo de luz blanca, y mis padres se lanzaron hacia el con la intención de huir, con la única intención de poner a su familia a salvo.
Pero justo cuando estaban a punto de cruzar, un águila de plumas doradas descendió desde el techo de la caverna a gran velocidad, consiguiendo arrebatarle a mi padre el bebé que llevaba entre sus brazos.
—¡¡Maldito pajarraco, devuélvemelo!! —gritó mi padre, tratando de perseguir al águila con desesperación.
Sin embargo, el escenario volvió a tornarse sombrío, cuando Rose regresó a la escena, sin el mínimo rasguño sobre él, acompañado de una silueta oscura vestida con un traje blanco.
El águila se acercó al hombre vestido de blanco, y le entregó al bebé, provocando que esta persona mostrara ante todos una gran sonrisa de satisfacción, como la de un hombre al cumplir su más grande sueño.
Don Víctor mostró una expresión que nunca lo había visto hacer, la viva imagen del pánico, y cargado con ese sentimiento, se lanzó velozmente hacia el hombre vestido de blanco, dispuesto a matar.
—¡¡Suéltalo, Xeleeeer!!
Valentín voló como un proyectil hacia el hombre de blanco, pero fue repentinamente contrarrestado por una tercera silueta oscura, quien lo cogió del cuello, y no dudo es estrellarlo violentamente contra los muros de la caverna, generando un gran terremoto.
Las enormes puertas de piedra comenzaron a cerrarse, y al ver que ya no les quedaba tiempo, mi padre tomo a mi madre conmigo en brazos, y nos lanzó hacia el portal de luz blanca.
Su intención era clara. Nosotros nos vamos, y él se queda para recuperar al otro bebé, pero antes de poder dar media vuelta, una gran onda expansiva lo golpeó, lanzándolo en nuestra dirección atravesando el portal, tres segundos antes de que las puertas se cerraran.
Oscuridad. Nuevamente, lo único que veían mis ojos era oscuridad.
Esta ves sentí que mis manos hacían algo, y cuando abrí los ojos, el nuevo escenario de los recuerdos apareció.
Por el tamaño de mis manos, era fácil suponer que habían pasado años desde el robo del bebé.
No tenía una forma exacta de saberlo, pero si tuviera que intuir, diría que tenía entre cinco y seis años de edad.
Me encontraba en la sala de mi hogar, en mi hogar del otro mundo, realizando un dibujo con crayones acompañado por mi madre, quien se mostraba sorprendida por mi dibujo.
Pero su expresión cambió drásticamente cuando mi papá apareció.
Recordaba esas fechas. Fechas en las que mi padre y mi madre dejaban de sonreír, y mi papá preparaba una gran mochila para un viaje de tres días.
Siempre eran los tres mismos días, cada cierta cantidad de años, pero nunca me nació la necesidad de conocer el porqué, y luego de presenciar estas escenas, me arrepiento de no haberlo hecho.
Mi padre cogió su gran mochila, y una gorra para el viaje, encontrando su mirada con la de mi madre, poniéndose de pie con una expresión seria.
—¿Ya es el momento? —preguntó mi madre, mostrándose preocupada.
—Sí, ya es hora —respondió mi papá, ajustando los lados de su mochila—. La Puerta de la Luna debería de estar abierta otra vez, solo tenemos tres días una vez que se abre, así que volveré en una semana como máximo.
—Por favor, ten cuidado… —dijo mi madre, conteniendo las ganas de llorar.
—Tranquila, Aurora, te prometo que regresaré. Cuida a Michael por mí, los amo, a ambos.
La imagen volvió a cambiar en aquel instante, esta vez sin recurrir a envolver todo con oscuridad.
Mi padre había regresado, luciendo totalmente agotado, y con una evidente decepción en su rostro.
—¿Querido…? —preguntó mi mamá, aferrándose a cualquier esperanza.
—No hubo suerte… —respondió mi papá, quitándose la mochila con resignación—. Ya pasó el tiempo, la puerta se cerró otra vez… No fui capaz de hallarla…
—Tranquilo —dijo mi madre, abrazando a mi padre para consolarlo—. Siempre habrá otra oportunidad, no podemos rendirnos ahora.
—Sí, tienes razón —respondió mi papá, devolviendo el abrazo—, en unos años lo volveré a intentar. Así me tome toda la vida, voy a encontrar a nuestro hijo, y finalmente podremos formar la familia feliz que siempre te prometí…
Esta vez la imagen volvió a cubrirse de oscuridad, pero se sentía diferente.
No era yo, observando todo en primera persona, sino como un mero espectador, y aquello quedó demostrado cuando la imagen volvió a cobrar forma.
Me mostraba a un chico de cabello negro, aparentemente de mi edad, arrodillado en el suelo, y vistiendo nada más que harapos sucios y desgastados.
“¿Ese es… Raian? No puede ser… ¿Está vivo!”
Su cuerpo lucía pálido y desnutrido, con líneas de sangre brotando y cayendo de su cabeza, hasta terminar en el suelo.
Sin embargo, lo más perturbador de todo venía justo después, cuando dejas de observarlo a él, y te enfocas en el entorno.
Decenas de cadáveres yacían regados por doquier, todos bañados totalmente en sangre, con extremidades y órganos internos esparcidos por el suelo.
No era consciente de lo que sucedía, pero estaba claro por sus reacciones que Raian no era el culpable. O al menos, eso era lo que me esforzaba por creer.
Justo entonces, la escena se comenzó a alejar, otorgándome una vista panorámica de aquella masacre, mostrando más cuerpos destrozados de los que había inicialmente, y donde se observó que él se hallaba en algún tipo de patio cubierto por muros de piedra.
Entonces, y rompiendo con cualquier barrera de la lógica, Raian levantó su mano sangrante hacia el cielo, observándome desde la lejanía mientras me suplicaba entre lágrimas que lo ayudara.
—Hermano… ayuda… me…
“¡Dime dónde estás! ¡Háblame, Raian, puedo escucharte! ¡Solo háblame!”
"¡¡Raiaaaaann!!"
………
……
…
El recuerdo, o pesadilla, finalmente terminó.
Cuando desperté, mi respiración se mostraba agitada, y ante mi, únicamente se presentaron las chicas, quienes no dejaban de mirarme con total preocupación.
Al notar que pude abrir los ojos nuevamente, las tres se lanzaron a abrazarme, temblando con una mezcla de preocupación y alivio.
Entonces, fui capaz de sentir cierta humedad en mis mejillas, había estado llorando mientras dormía.
Sentía mis manos temblar con pánico, y sin nada más que hacer, procedí a sentarme, donde las chicas me dieron un poco de espacio.
—¿Te sientes bien…? —preguntó Yuuki, tratando de mostrarse calmada.
—Estabas sudando demasiado… —aseguró Lilia, viéndome preocupada—, pero cuando comenzaste a llorar… sabíamos que algo malo estaba pasando y te despertamos.
—Incluso comenzaste a murmurar el nombre de alguien… pero no entendimos lo que decías —afirmó Juna, secando una pequeña lágrima.
—Lamento haberlas preocupado —me disculpé, agachando la cabeza—. En verdad lo siento.
Observé hacia la ventana de la habitación, viendo que ya había amanecido, y procedí a levantarme de la cama, vistiéndome para buscar a mi madre.
………
……
…
Bajé hasta la sala, y las chicas vinieron justo detrás de mi, mostrándose preocupadas por lo que sea que planeara hacer.
Miri se hallaba en la sala, jugando con algunos juguetes que Relt le había construido, mientras que mi madre se encontraba en la cocina, ordenando algunas cosas para el desayuno.
Al verla, pasé de largo los saludos, y me acerqué dando pasos firmes, sin la intención de irme sin obtener una respuesta.
—Madre, necesito hacerte una pregunta, pero necesito que me respondas con toda tu sinceridad —dije, con mis manos aún temblorosas.
Ella se mostró sorprendida por mi actitud, pero aún así decidió responder.
—Claro, hijo, pero… ¿porqué estás así? ¿Está todo bien? —preguntó, mirándonos a todos en busca de una respuesta..
—Mamá… ¿Quién es Raian?
Mi madre se espantó ante la pregunta, llegando a tirar varias cosas al suelo con su sobresalto. Era evidente que jamás se hubiera imaginado recibir esa pregunta, pero algo en su expresión indicaba que se había mentalizado a que tarde o temprano lo sabría.
Agachó la cabeza, se tomó un momento para respirar, y volvió a verme a la cara.
—Por favor, dímelo… —insistí.
Agachó la cabeza, era evidente el dolor que hablar sobre ello le provocaba, por lo que decidí darle un momento para que lo procesara.
Mi madre respiró profundamente, cogiendo fuerzas de donde ya no le quedaban y se paró firme, mirándome directamente a la cara.
—No sé cómo supiste ese nombre, pero creo que estás en todo tu derecho de saber la verdad —mi madre apretó sus puños con fuerza, haciendo un esfuerzo para sacar las palabras de su garganta—. Raian es… tu hermano.