Luego de mi repentino e inesperado compromiso con Mysha, intenté buscarla para pedirle explicaciones sobre todo este asunto.
Principalmente porque era obvio que ella sí estaba enterada de esas costumbres entre los semihumanos, y aún así no me dijo nada.
Pero para mi mala suerte, ella siempre lograba esconderse de mi, ya sea escudándose en otras persona, o simplemente ignorándome para evitar sacar el tema en cuestión.
Las pocas veces que lograba hablar con ella, era para platicar de temas alejados del compromiso, pero cuando intentaba mencionarlo, Mysha no dudaba en emprender la huida.
De esa forma es como fueron pasando los días, y yo continuaba sin poder conversar sobre el tema con Mysha.
El rey Darío se hizo un buen amigo del cantinero, quien siempre escuchaba sus problemas, pero decidió restringir la cantidad de alcohol que este hombre bebía, sin importar si podía o no pagarlo.
Los guardias de Lotecia también se quedaron sin nada qué hacer, y decidieron aprovechar el tiempo para pasarlo junto a las goblinas, quienes se mostraban felices por su compañía.
Mientras tanto, decidí abandonar temporalmente el problema con Mysha, y comencé a realizar mis deberes como rey.
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Ese fue el motivo de mi viaje hacia los pueblos de Vere, donde me dediqué a supervisar nuestras obras en progreso.
¿Recuerdan la escuela abandonada que mandé demoler porque era un refugio para malvivientes?
Bueno, había una obra sobre ese terreno que estaba próxima a finalizar, y no era otra cosa que, una clínica como la de Sofía.
Sería una bastante grande, donde podríamos recibir a una mayor cantidad de personas, sumado a distintas ramas de la medicina, asi como ofrecer toda clase de terapias, ya que he podido ver con mis propios ojos a muchas personas que no pueden hablar correctamente como Robu, e inclusive algunos que no pueden moverse libremente por viejas lesiones que aunque sanaron, jamás las trataron correctamente.
Un buen ejemplo fue una mujer que conocí en Vere, cuyos hijos tenían que velar por ella, ya que no tenía la fuerza en las piernas para mantenerse de pie.
En un principio me ofrecí a sanarla con mis llamas, pero nada sucedió, su situación no cambió en lo absoluto, y al preguntarle a Sofía, ella le hizo unos exámenes, y descubrimos que lo que esa mujer necesitaba eran sesiones de terapia física.
Su lesión en las piernas había sanado hace ya un largo tiempo, pero había pasado tanto tiempo sobre una cama, que sus piernas simplemente se negaban a reaccionar.
Así como esa mujer, hallé a muchas otras personas que necesitaban de terapias físicas, algunas en menor grado o incluso peores, pero que con el tiempo, se habían resignado a que nunca volverían a ser como antes.
Pero cuando les presenté la posibilidad de mejorar, me fue imposible no actuar ante tantas miradas suplicantes tanto de los afectados como de sus familiares y amigos.
Sofía había entrenado a muchas personas con distintos conocimientos médicos, y gracias a la gran velocidad con la que los goblins absorben la información, hubo varios que estuvieron listos para laborar como terapistas y enfermeros en esa nueva clínica.
La economía de nuestra pequeña nación mejoraba día tras día, por lo que luego de una gran charla con Valentín y Sofía, decidimos implementar el servicio médico totalmente gratuito para todos los ciudadanos en Tórilen, ya que los sueldos del equipo médico serían pagados directamente por el gobierno, al igual que los maestros.
Aquello también fue una alegría para las personas de Vere, ya que estuvieron algo preocupados por el costo que tendrían estas terapias, pero cuando supieron que serían gratuitas, estallaron de felicidad.
Bueno, ese fue solo uno de los cambios.
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Yo tenía la costumbre de preguntarle a la población si tenían algún problema o inconveniente, y esa era la razón por la que las personas no tenían miedo en dirigirme la palabra para decirme algo.
Sin embargo, no faltaban aquellos que solo se me acercaban para saludar, o incluso para contarme un chiste del que me estaría riendo toda la mañana.
Pero en esta ocasión, hubo una persona que me dio un dato bastante preocupante.
Esta persona pidió que su identidad se mantuviera en el anonimato para evitar represalias, y su anuncio urgente fue, que en el orfanato de Vere, había ingresado una persona bastante sospechosa, quien parecía estar causándole terror a los niños.
Esto ocurrió apenas unas horas antes de que esta persona me diera el aviso, y para no tener ningún incidente que lamentar, decidí correr inmediatamente hacia allí.
El orfanato de Vere era un establecimiento que vivía únicamente de las donaciones de la gente, y era dirigido por una mujer mayor que vestía de blanco y negro como una monja.
Aparentemente también servía como alguna clase de iglesia, aunque la población en general de Vere aseguraban no ser creyentes, ya que eran demasiado estrictos con sus normas religiosas.
Cuando llegué al orfanato, los niños estaban sentados ordenadamente en unas mesas, mientras hacían manualidades, pero ninguno parecía realmente feliz.
Intenté hablar con uno de ellos para averiguar de qué se trataba todo esto, pero antes de poder hacerlo, fui detenido por la encargada, conocida como la hermana Dorotea.
—Es un honor tenerlo en nuestro humilde hogar, rey Tori. De haber sabido de su llegada, habría preparado algo para recibirlo.
—Ahórrate las formalidades —dije, mostrando mi disgusto—. Tengo entendido que llegó alguien nuevo al orfanato, ¿dónde está?
—Oh, se refiere al padre Tamo. Él acaba de llegar a primera hora del día, enviado por la iglesia de Menhir para guiar a estos pobres niños por el camino del bien y la rectitud.
—¿Quién le autorizó el ingreso al país?
—Nadie —respondió la hermana Dorotea, minimizando por completo mi autoridad—. La iglesia de Menhir tiene ciertas libertades, como el libre ingreso de sus representantes a las naciones de sus creyentes.