Un hombre extraño apareció durante el discurso del rey Darío, y luego de mofarse de él, no dudó en terminar con su existencia, a la par de su descendencia.
Su espada de hoja oscura hizo que el balcón completo explotara salvajemente, dando por terminadas las vidas de la familia real de Lotecia.
Al menos ese hubiera sido el resultado, si Drímur no hubiera aparecido desde mi sombra, y nos hubiera llevado hacia el interior del castillo. Todo en un breve segundo.
El rey Darío, Mysha, y los dos guardias tras nosotros estaban a salvo. Mi gratitud con Drímur era incalculable en este momento, y se lo hice saber personalmente.
No había sido capaz de reaccionar a tiempo pese a la advertencia de Dragon, pero mis instintos tenían razón, ese hombre es peligroso.
Se escuchaba a la gente del exterior gritar con desesperación, lo que provocó un dolor agudo en el corazón de Mysha, quien trató de correr para informar que estaban vivos, pero su padre la detuvo.
El rey tenía una expresión mezcla de miedo y odio, murmurando una y otra vez que debíamos matar a ese sujeto.
Ya estaba harto de tanto misterio, y decidí exigirle al rey Darío algunas explicaciones.
Pero no me esperaba cuál sería la verdad.
Ese hombre se llamaba, Arthur Lifman, y como su apellido lo indica, por sus venas corre la sangre de la familia real de Lotecia.
Era un semihumano de tipo zorro, y primo hermano de la reina Atena.
Los padres de Arthur y Atena eran hermanos, e hijos legítimos del rey de Lotecia, pero en un desafortunado incidente, los padres de Arthur fallecieron, siendo adoptado por los padres de Atena a la edad de ocho años.
Él era apenas un año mayor, y con el pasar del tiempo, demostró talento para la esgrima, la diplomacia, las artes, y todo lo que rodeaba la imagen de “Un hombre ideal”.
Pero había algo siniestro creciendo en su alma, algo que le generaba una percepción de la realidad totalmente alterada, viendo a Atena no como su prima o su hermana, sino como mujer.
En un arranque de ira desenfrenada, Arthur trató de poseer a Atena por la fuerza, pero fue la misma Atena quien lo detuvo, demostrando unas habilidades de combate superiores.
Arthur fue enjuiciado por sus acciones, y con el fin de mantener las apariencias, decidieron borrar su nombre del registro familiar, y fue sentenciado al exilio.
Sin embargo, este método no sería efectivo, porque los que conocen a Arthur de cerca, saben lo rencoroso y vengativo que puede llegar a ser.
Justo como se predijo, Arthur regresó a Lotecia apenas tres años después, pero estaba totalmente cambiado, casi parecía una persona diferente, pero no en el buen sentido.
Su cuerpo estaba lleno de cicatrices mortales, y sostenía una espada de hoja negra entre sus manos, la cual extendía unas grotescas marcas negras por sus brazos.
Los guardias quisieron detenerlo, pero Arthur estalló en ira cuando se dio cuenta del evento que se estaba llevando a cabo ese mismo día en el castillo.
La princesa Atena se acababa de casar con un hombre llamado Darío, y el enfurecido Arthur no pudo aceptar que el hombre a su lado no era él.
Partió por la mitad a los guardias con un solo tajo de su espada, e inmediatamente se lanzó para matar a Darío.
Entonces, el padre de Atena se interpuso, y luego de una feroz batalla sin cuartel, Arthur fue derrotado, pero el costo a pagar, fue el asesinato del rey, cuyo cuerpo fue atravesado por la hoja negra de Arthur.
Sin embargo, eso no fue todo.
Arthur tenía un último as bajo la manga, donde utilizó el poder de la magia negra para lanzar una maldición sobre Atena, cuya condición para ser activada, era alcanzar la cúspide de la felicidad.
Ese hombre había quedado severamente lastimado en su pelea contra el rey, y sin más, se retiró de la escena con un Cristal de viaje.
El tiempo pasó, y la maldición nunca se hizo presente, por lo que todos creyeron que había sido una mentira de Arthur para causar terror.
Pero entonces sucedió, cuando la princesa Mysha tenía alrededor de ocho o nueve años de edad, la reina de durmió de forma repentina, y no ha vuelto a despertar hasta el día de hoy.
Ahora tenía sentido cuando decían que la reina “aun no ha despertado”, o que ella “sigue dormida”.
Sin embargo, durante mis estudios sobre la magia, descubrí que las maldiciones pueden ser revertidas o desactivadas, y si la reina solo se hallaba dormida, aún existía una forma de salvarla.
Pero eso no mejoraba las cosas para nosotros, pues ahora sabemos que Arthur tiene la capacidad para lanzar maldiciones.
No teníamos más opciones. Normalmente enfrentaría a Arthur por mi cuenta, pero no estaba dispuesto a cometer errores.
“Kágrel, contacta a Valentín. Dile que necesito de su asistencia urgente en Lotecia. Se ha presentado una situación.”
Kágrel respondió afirmativamente, y cortó la comunicación para buscar a Valentín.
Mientras tanto, era nuestro deber evitar que Arthur cometiera una locura.
No quise dejar sin protección al rey Darío y a Mysha sabiendo que eran los objetivos de Arthur, por lo que les asigné a Drímur como su guardián.
Mysha me dio un fuerte abrazo antes de partir, deseándome toda la suerte del mundo, y luego de acariciar sus lindas orejas de zorro, me despedí.
Frente a mí yacía un hoyo gigantesco donde antes se hallaba el balcón, y lo primero que hice fue correr hacia él, antes de saltar hacia el vacío.
Mi yo de antes jamás habría hecho tal cosa, pero luego de haber visto el futuro que me espera, saltar al vacío era el menor de mis temores.
Arthur jamás apareció en los recuerdos del futuro, aunque se mencionaba vagamente a un familiar desterrado, pero se sabía que murió asesinado por bandidos.
¿Algo que yo hice cambió su destino? ¿O se trata de un recuerdo que mi yo del futuro olvidó mencionar?
Cualquiera que sea la respuesta, este no era el momento de averiguarlo.