“When you're lonely, words are holy”
Según lo que pude entender de la reunión y la información que manejábamos, puedo creer que el año, en general, estará tranquilo debido a las amenazas recurrentes del rector. Casi todos los días recibíamos correos con las instrucciones y supuestos logros a partir de las medidas que tomaban. “Disminuyeron las manifestaciones”, “todos los estudiantes asisten a clases”, “el resguardo de la policía limita los accesos a nuestras instalaciones”.
Estamos quietos, pero solo es porque no tenemos información ni reportes de las comunidades aliadas. No podemos generar una revolución en solitario. Taylor nos dijo, por el grupo de chat, que el fin de semana tendríamos las noticias e informes de Jefferson, Alexa y Brigitte (Boston, Minnesota y Dakota del Sur respectivamente), con eso, podríamos armar un plan a seguir para este primer semestre.
Actualmente me encontraba trabajando en la heladería junto con Wilson. Era divertido estar en los mismos turnos junto a él, martes, jueves y viernes, estábamos desde las cinco y media hasta las ocho y media, salvo el viernes donde entrábamos a las cuatro en punto.
Nos habíamos cambiado el uniforme (todo negro y con un delantal denim oscuro) a nuestras ropas casuales y nos subimos al Chevy. Ese viernes, Wilson me llevaría para que no tomara el transporte, aseguró dejarme en la puerta de mi casa.
—Gracias, eh —le dije mientras me ponía el cinturón—. Ha sido una jornada complicada.
—Los viernes son así, pero prepárate para el sábado —se quejó y negó con la cabeza—. Esos días son caóticos, aunque las propinas son buenas.
—Si tú lo dices.
Mi trabajo era solo preparar los batidos y el café o té, mientras que Wilson servía los helados, esa era la parte más pesada, y la verdad es que el olor a leche solía ser lo peor. Estábamos nosotros dos y tres chicos más que se encargaban de la limpieza, la caja y entregar los pedidos.
Wilson conducía suavemente, era curioso verle el perfil. Tomaba el volante por la parte de arriba, se le marcaban mucho los nudillos. De tanto en tanto, más bien, cuando llegábamos a un semáforo en rojo, tocaba la punta de su nariz con su pulgar, sus pecas parecían bailar cuando lo hacía. Escuchábamos a Iron Maiden, es sabido que es su banda favorita, meneábamos la cabeza al ritmo de “Fear fo the dark”.
Hablábamos de la universidad, me contaba de cómo era la dinámica entre todos, sin embargo, me daba cuenta de que algo quería decirme, pero no se atrevía. Me miraba por unos segundos para no perder de vista la ruta, solo me sonreía poco conforme.
—¿Quieres preguntar algo? —dije.
—Puede ser.
La ruta desde Playa Vista hasta mi querido y adorado South Park no era más de treinta minutos con tráfico. Ya íbamos por la mitad del camino por la décima. Las luces de la carretera y la música eran nuestra única compañía. Wilson se puso nervioso luego de responderme. Yo no quería presionarlo. Iba a resignarme hasta que él por fin dijo:
—¿Qué pasó con Andy?
No pensé que este maldito sería tan directo. Sentí la necesidad de rascar mi cuello mientras miraba por la ventana. Wilson le bajó un poco a la música y eso me añadió más presión.
—Me caes mal —le dije.
—No lo quise preguntar de chismoso —suspiró, pero no lo estaba mirando, así que no sé qué cara puso.
—¿Estás seguro?
—Soy tu amigo, Pandora. Estoy preocupado por ti. ¿Pasó algo?
Giré mi cabeza para verlo. Los pocos segundos que tuvimos de contacto visual, pude ver a través de sus ojitos azules que de verdad estaba preocupado. Relamí mis labios, sentí que me dolió puesto que me había sacado unos cueritos hacía un momento atrás. Estaba pensando lo que debía decir en este momento. Asentí lentamente con la cabeza y me volví hacia él.
—No pasó nada —dije—. Créeme que eso es todo. Entre Andy y yo, no pasó nada.
—Ese fue el problema, ¿verdad?
—Sí —asentí antes de tragar un poco de saliva y suspirar—, ese fue el maldito problema. Pero ya se me va a pasar. Si él pudo...
Dudo que Wilson lo sepa, y es que él no quería que lo escuchara, así que me hice la tonta, como si de verdad el “imbécil” hubiera pasado desapercibido. Sabía que no me lo decía a mí, sin embargo, ellos ahora vivían bajo el mismo techo. No quería, por ningún motivo, que ellos tuvieran problemas con respecto a la no-relación que tuvimos.
Ese asunto solo nos concierne a Andy y a mí, a nadie más. Entendía que me quisieran dar apoyo, pero no por eso iban a pelearse. Estamos unidos por una causa más fuerte, ¿no es así? Los dramas amorosos pueden irse a la misma mierda.
Underclass Hero necesita estar siempre unido.
★★★
Jueves, tenía mi última clase, la de Valentine, y mientras nos hablaba del “problemático” Foucault, por la cantidad de escándalos que surgieron en torno a él, escuchamos la sirena de emergencias. Todo se convirtió en tensión. Sentí que mis latidos aumentaron producto de la ansiedad que el ruido estaba generando.
—¿Qué mierda? —escuché que dijo Valentine y caminó hasta la puerta—. Okay —se giró hacia nosotros—, hagamos lo que los demás y desalojemos esta sala ordenadamente. Tomen todas sus cosas y salgan. La sirena no suela solo porque sí.
—¡Amenaza de bomba! —escuché que una de mis compañeras gritó mientras miraba el celular—. ¡Pusieron una bomba en la universidad!
Estúpida.
Como era previsible, se generó el pánico entre los presentes y fue un caos tratar de salir de la sala. Incluso cuando estuvimos fuera, el pasillo y la escalera se hicieron estrechos. Una vez estuvimos fuera de la facultad, vimos que la policía ya había hecho ingreso y nos estaban escoltando fuera de las instalaciones de la universidad.
Lo ocurrido fue tema de conversación en nuestra reunión el sábado en la fraternidad de Underclass Hero. Ese día estaba algo fresco, así que estábamos sentados en la mesa del comedor bebiendo té, bueno, en mi caso café en la taza de AC/DC de Wilson, quien me la trajo sumamente encantado y me dejó muy claro que ahora esa taza sería “mía” cada vez que viniera a la fraternidad.