"They say you have a new love"
La verdad es que, por un momento, pensé que mis amigas estarían más molestas con mi relación, después de todo, me hicieron saber que Flinn no les agradaba. No obstante, en mi publicación solo comentaron cosas lindas y, el lunes, me decían que estaban felices por mí. A la hora del almuerzo tuve que dar lujo de detalles, petición especial de Almendra, así que no me pude negar.
Por otra parte, a las amigas de Flinn no les hizo ninguna gracia nuestra relación, y si bien por redes no lo dejaron saber, sí lo hicieron por medio de esas miradas asesinas que me dedicaron cuando saludé a mi novio ese día, obviamente, con un tierno beso en la boca. No es que seamos una pareja mediática, pero sí hubo reacciones ante nuestra relación, y la mala vibra venía solo del lado de Flinn, porque incluso Wilson y Lee me dijeron que estaban contentos con esta nueva situación en mi vida.
Ahora que lo pienso, tanta felicidad me está agobiando, ni que nos fuéramos a casar.
Llegado el martes, por todo el camino de la universidad, se esparcieron papeles blancos, recortados muy mal, incluso, algunos estaban rasgados. Tomé uno, sentí la tierra en él, parecía que llevaban harto rato en el suelo, y vi que, como lo pensé, era un mensaje de Máscaras Blancas. Solo cuatro míseras palabras, pero con una clara amenaza: "QUE EMPIECE LA BATALLA. MB", por supuesto que llevaba su firma.
Eso fue tema de conversación obligado para todos, de hecho, las chicas parecían indignadas.
—¿Y esto no se considera peligroso? Está bien, Underclass Hero también es una mierda de organización estudiantil, pero cuando ellos tiran estas mierdas, el rector de inmediato amenaza, sanciones y todo. Y ahora que son estos imbéciles de Máscaras Blancas, no les hace nada. Es mediodía y todavía no hay comunicado —reclamaba Amalia.
—No puedo creerlo —decía Almendra cerrando sus apuntes—. Se cancela la clase, pero nada más.
—Bueno, se cancela a medias. Solo se hizo una reunión con los profesores, pero asumo que seguiremos con clases hasta el final del día —aclaró Caitlyn.
—Sería genial que nos hubieran cancelado todo ahora, así me habría ido a mi casa antes de ir a trabajar —me quejé.
—No pidas demasiado —dijo Flora mientras sobaba su estómago—. Uff, tengo mucha hambre.
—Podríamos ocupar estos infames papeles, quemarlos y hacer una barbacoa —dijo Laia arrugando uno de los papeles de Máscaras Blancas—. ¡Ugh! ¡Los odio!
Me mantuve en silencio. No tenía muchas ganas de hablar, menos de ese tema, y es que tenía en mi cabeza dando vueltas la idea de un panóptico dentro de la universidad. Es entonces en que miro el papel arrugado que dejó Laia sobre la mesa y me fijo en el camino que llevaba a jardines centrales.
¿Dónde fue que aparecieron esos afiches? En bancas, ¿verdad? No sé si también aparecieron dentro de alguna de las salas, pero, incluso siendo así, estoy segura de que algunos hubieran salido de las facultades con los papeles entre sus manos. No constaría solo de ver a todos los estudiantes leyendo lo que sea que escribieran, porque si miraba a mi alrededor, no todos parecían estar dándole importancia a los papeles como sí lo hacían mis amigas. No obstante, se necesitaría de un punto en el cual se pudiese observar de manera precisa que los lugares en los que se dejaron los papeles fueron estratégicos.
¿Existirá algo así?
★★★
—No lo sé, amor, siento que la universidad ya no es un espacio seguro —decía Flinn a través de la línea.
—¿A qué te refieres? —pregunté una vez que me senté sobre mi cama—. Solo te pregunté si no te parecía raro que, hasta ahora, el rector no se hubiera pronunciado.
—Por eso mismo lo digo. El rector se pronuncia cuando quiere, la policía custodia la universidad —suspiró pesado en tanto yo me secaba el cabello con la toalla—. ¿Qué tiene de seguro un lugar así? No puedo estudiar tranquilo, no creo que lo pueda soportar.
—¿Y qué piensas hacer?
—Quizá... dejar la carrera.
Me paré en seco. Sacudí mi cabeza y volví a hablar.
—¿Lo dices en serio?
—Sí —dijo como si nada—. Tampoco estoy muy entusiasmado con la idea de ser profesor, así que, puede ser que todo lo que hagan los estúpidos de Máscaras Blancas o los imbéciles de Underclass Hero funcione como excusa perfecta para dejar la universidad.
—¿Esta no es la segunda carrera que cursas?
—Mis padres me dijeron que estudiara algo, jamás me dieron plazo fijo —dijo como si nada.
—Ah, bueno —rodé los ojos—, esa es tu situación, no la mía.
—¿Tú seguirás estudiando? Digo, ¿no te importa seguir con esos imbéciles?
¿A quiénes se referirá?
—Yo entré a estudiar pedagogía en español porque me gusta, y si tenía que dedicarme a algo el resto de mi vida, tenía que ser a esto. No me importa si tengo que soportar a todos los imbéciles del mundo.
—Oh, Dios...
—¿Sucede algo?
—Sí —se quejó—, y es que tengo una novia tan valiente. Dios, no soy digno de ser tu novio.
—Vale —me reí—. Bueno, no, no eres digno, pero aun así me gustas.
—¡Dora! ¡A cenar! —me llamó mi mamá desde el primer piso.
—¡Voy! —respondí presionando mi móvil contra mi pecho, para luego volver a ponerlo en mi oreja—. Flinn, te tengo que dejar. Hablamos por mensaje.
—Okay, okay, hablamos por mensaje. Come bien, ¿de acuerdo?
—De acuerdo. Adiós.
—Adiós —y colgué.
★★★
El fin de semana, el día sábado, tuve libre, bueno, Wilson y yo tuvimos el día libre. La verdad es que fue muy conveniente, nuestra jefa nos comunicó que el local estaría cerrado por el fin de semana luego de que tuvieran que reunirse con los otros inversionistas o algo así. No entiendo del mundo financiero, pero sí entendí que no tendría que ir a trabajar ese día sábado. Así que, aprovechamos para ensayar, y es que el domingo tendríamos que ir a ese evento del que nos estuvo hablando Mandy: la competencia de DC de kpop.