Hopeless Hero

Capítulo XXVIII

"I told you that I wasn't perfect; you told me the same"

Los días, de lunes a viernes, pasaron tan rápido que no me daba ni cuenta de cuándo cambiábamos de día. Entre tantos exámenes por rendir para pasar las materias, parecía como si me estuviera perdiendo en el espacio-tiempo.

Mi rutina fue la misma durante esos cinco interminables días: desayunar rápido, correr para alcanzar el autobús, correr para llegar a la facultad, rendir el examen, e irme a casa; claro, salvo cuando me tocaba trabajar.

Cuando finalmente llegó el día viernes, sentí mi cuerpo pesado, muy, muy pesado. Me eché a mi cama y dormí toda la tarde. No había trabajo, ya no había exámenes, solo había descanso merecido. Ya no tendría que ir a la universidad, a menos que debiese algún libro a la biblioteca, qué sé yo, algo por el estilo, pero no había clases, así que podría considerarme en "pre-vacaciones".

—Pandora —me despertó Derrick irrumpiendo en mi habitación—, mamá pregunta si vas a salir o te quedarás a cenar en casa... ¡Ugh! ¡Apestas! —molestó una vez que lo apuntase con uno de mis pies—. ¡Ve a la ducha!

—¡Déjame en paz! Estaba durmiendo, desgraciado.

Derrick se puso a reír y caminó hasta la puerta de mi habitación nuevamente. Yo me senté en mi cama y lo quedé viendo a la espera de lo que quería decirme.

—¿Volverás muy tarde en la noche? ¿O te quedarás en casa de alguna de tus amigas?

—Iré a casa de Flinn.

Mi hermano dejó de sonreír, presionó sus labios y asintió levemente con la cabeza. Parecía disgustado con lo que le acababa de decir, y la verdad es que esa reacción ya me la esperaba de él, y de todos en realidad. Últimamente, en mi cabeza, escucho el constante "date cuenta". Estoy en un error, es probable que yo misma sea el error, sin embargo, aquí estoy, continuando como si nada y tomando las peores decisiones.

—A la ducha —volvió a repetir antes de salir de mi habitación.

Esta sensación de estar siendo juzgada todo el tiempo terminaría por acabar con mi salud mental, y yo no merezco eso. Estoy cansada y nadie pareciera entenderme, ni siquiera yo misma.

★★★

Mandy me mandó un mensaje diciéndome que ya estaba por bajar del autobús. Ninguna de las dos sabía, con exactitud, dónde se encontraba la casa de Almendra. Si nos íbamos a perder, lo haríamos juntas, así sería más fácil para cualquiera de las chicas ayudarnos.

Abrí mi red social y mandé un mensaje de voz al grupo de chat que tenía con mis amigas.

—Estoy esperando a Mandy. ¿Podría alguna mandarme la ubicación en tiempo real? Por favor.

Al momento en que presioné enviar, un autobús se detiene y Mandy baja por la puerta trasera.

—Tan linda y puntual como siempre —me dijo a modo de saludo—. Definitivamente el rojo es tu color —y señaló mi top.

—Realmente siento que soy una persona de tonalidad fría, pero tomaré con gusto tu cumplido —le respondí poniéndome de pie—. El violeta es el tuyo —dije a mención de sus pantalones rasgados.

—En realidad es el amarillo, pero, al igual que tú, tomaré con gusto el cumplido.

Amalia había respondido el mensaje y nos había compartido la ubicación. No había tiempo que perder, así que, a pesar de unos cuantos balbuceos de mi parte, le dije a Mandy que comenzáramos a caminar si no queríamos llegar cuando la fiesta ya hubiera terminado a causa de la policía.

No fue difícil encontrar la casa de Almendra: la música se escuchaba desde la entrada de Crenshaw. No pedimos permiso ni llamamos a nadie, Mandy y yo simplemente entramos y nos encontramos con un panorama esperable de una fiesta a fin de semestre. Alcohol por todas partes, nadie bailando, particularmente, y varios reunidos alrededor de una mesa con pelotas de ping-pong en las manos.

—¿Ves a alguna de las chicas? —le pregunté a Mandy.

—No —dijo ella por sobre la música—, pero vayamos al patio.

Sentí que, cuando crucé la puerta de la cocina hacia la estancia trasera, todo pasó en un abrir y cerrar de ojos, y es que solo estaba caminando detrás de Mandy, sin embargo, en algún momento perdí la conciencia y me encontraba compitiendo con Amalia para ver quién de las dos se bebía más rápido tres latas de cerveza.

Ella me ganó, pero no fue un impedimento para mí, ya que me bebí el alcohol sin reparo alguno. Choqué palmas con una sonrojada Amalia y nos largamos a reír.

—¡Así se termina el puto semestre! —me dijo ella con cierta dificultad para pronunciar.

—A la mierda Wilson, Roxas y todo aquel hijo de puta que nos torturó el semestre.

—¡Valentine! ¡No olvides a ese granuja!

—Él es el primero en mi lista de desgraciados —admití—. Por hacerme dudar de todo.

Almendra apareció en escena, junto con Peter, el chico alto y moreno que, a partir de ahora, era su novio.

—¿Destilado? —preguntó alzando una botella.

—¡Por favor! —grité con sumo entusiasmo.

Y bebí tanto, tanto, que, de un momento a otro, estaba en el patio trasero, junto a Peter, riéndome a carcajadas por un video que sacó de las redes sociales hasta que una sensación peculiar invadió mi cuerpo y, al voltearme para confirmar mis sospechas, vi a Andy a punto de encender un cigarro.

Tanto él como yo se veía sorprendido; un poco ridículo considerando que Almendra es mi amiga.

—¡Andy! —dijo Peter—. Pensé que no vendrías.

—Cambié de parecer gracias a la insistencia de Lee y Wilson —respondió Andy sin apartar su mirada de mí—. De alguna u otra forma, me alegra haber venido. ¿Qué tal, Thurman?

Peter estiró un poco su cuello, estaba buscando a alguien, de pronto suelta una pequeña exclamación y señala a Almendra, quien también salía a su encuentro.

—¡Amor! —dijo Peter.

Sin decir más, se fue de nuestro lado, bajo la atenta mirada de Andy y la mía. Yo me reí por lo bajo, en tanto Andy acortaba más la distancia entre nosotros.




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